“Quiero pedir un aplauso para Fernán Quirós, para todo su equipo y para todos los trabajadores de salud”, marcó Horacio Rodríguez Larreta el lunes en el inicio de las sesiones ordinarias de la legislatura porteña. Un respaldo ganado por Quirós, el ministro de la Ciudad con mejor imágen y nivel de conocimiento.
Las encuestas le dan a Quirós una aceptación entre los porteños superior al 60 por ciento, y una imagen negativa muy baja. Según un estudio de D´Alessio publicado en enero, el ministro tiene apenas 21 puntos de rechazo, y Rodríguez Larreta apunta a tranferir esos guarismos a las urnas para lograr en octubre una victoria aplastante en la Ciudad.
Un triunfo por más del 60% en las legislativas de “su” candidato funcionaría no solo como un aval a la gestión como Jefe de Gobierno porteño de los últimos seis años, allanando su candidatura presidencial para 2023. También bloquearía las aspiraciones en esa senda de la ex ministra de Seguridad y actual presidenta del PRO, Patricia Bullrich.
Bullrich es la candidata de Mauricio Macri (que busca imponer en la provincia de Buenos Aires a su ex candidato a vice, Miguel Ángel Pichetto, mientras juega fuerte también para definir listas en Córdoba, Santa Fe y Corrientes). Y la dirigente PRO que mejor mide en el “núcleo duro” de votantes macristas que quieren una contracara combativa al oficialismo.
Los números también favorecen a Bullrich, que busca instalarse como primera candidata en las listas porteñas, y desde su palestra en el Congreso convertirse en una opción presidenciable para 2023. Opción que festejan cerca de Cristina Fernández y Máximo Kirchner: “si Bullrich gana por más de 60 puntos en octubre en 2023 le pelea el lugar a Larreta”, dicen.
El avance de la “línea dura” por el lado de Juntos por el Cambio despeja por igual a los moderados en el Frente de Todos (veta que representa el declinante albertismo), abriéndole paso a kirchneristas y camporistas: sobre todo estos últimos se ven como la mejor opción para las próximas décadas, encolumnados detrás de Máximo, y con Axel Kicillof como opción concreta para el sillón de Rivadavia en 2023.
Larreta confía estar en la otra esquina del ring para esa instancia, pero para ello debe sortear con éxito los combates preliminares, donde depende de sus pupilos. Si no es Quirós el candidato (él mismo se percibe como un cuadro más técnico que político y no está entusiasmado con la posibilidad de competir en agosto, aún con la promesa de ser ministro nacional en dos años más), el plan B podría ser Soledad Acuña.
La ministra de Educación porteña creció en las últimas semanas: es la “campeona” de la vuelta a las clases presenciales que venció la resistencia de los gremios y del Ministerio de Educación Nacional: Nicolás Trotta, obligado a readecuar su discurso a las demandas de un sector amplio de la sociedad. Y a diferencia de Quirós, conoce el trabajo legislativo (fue diputada porteña entre 2003 y 2007).
Una opción femenina para encabezar podría ser la solución además para cederle el segundo lugar de la lista al radicalismo, que hace dos semanas se reunió para empezar a pensar en sus listas y construir un candidato propio para competir por la Ciudad en el 2023, donde Martín Lousteau aparece como la opción más probable.
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