Sunday 16 de November, 2025

POLíTICA | 07-07-2025 09:39

Julia Mengolini: “Hay una suerte de fascismo”

La periodista presentó su primer libro, "las caras del monstruo". Habla tras el ataque presidencial. Fake news y la lógica troll.

El hall de entrada de la casa de Julia Mengolini es pequeño. Quizás, en verdad, no lo sea, pero lo parece: en esa habitación de dos por dos hay más libros que los que se pueden contar durante una hora y media de entrevista. En el escritorio, abarrotado, asoma un monitor. En este mismo lugar es donde sucedieron dos cosas prácticamente imposibles para la dueña de casa. La primera es que ahí escribió su primer libro, algo que, en sus palabras “no sabía” que podía hacer. La segunda es que, en medio de esa montaña de hojas, Mengolini viajó por el tiempo y el espacio. Se fue a Bariloche, la ciudad donde nació, se reencontró con su primer amor, el que la terminó de empujar a la militancia política, revivió su casamiento lisérgico (en el sentido estricto de la palabra), visitó los cruces más duros que mantuvo en las redes sociales, reconstruyó la trastienda del nacimiento de Futurock, el medio que dirige hace nueve años, y hasta volvió a enfrentar el duelo pandémico de su padre. Y a cada una de esas historias de su propia historia las conectó con el particular momento histórico del país y del mundo.

Eso es “Las caras del monstruo” (editorial Futurock): un viaje bien articulado entre la propia biografía y subjetividad de Mengolini con el contexto histórico en el que se fueron situando, con una especial dedicación al presente caótico de nuevas derechas y de persecuciones digitales. De lo último, la periodista y abogada puede dar fe como casi nadie. O nadie: Milei impulsó una campaña de fake news contra ella -sobre un falso vínculo incestuoso con su hermano- y compartió casi un centenar de mensajes en ese sentido. Luego lo completó con una denuncia judicial.

Julia Mengolini: Es un gobierno muy autoritario, que no soporta ni la más mínima crítica, ni busca diálogo ni una mierda. Es un ánimo muy autoritario, casi totalitario te diría. Si efectivamente este Gobierno es un vehículo para el odio, algo que pienso, mi conclusión que sigue es que va a haber algún problema en la democracia más temprano que tarde. La democracia por definición es acordar, es diálogo, pero con el odio eso no se puede. Creo que estamos en un problema serio y es importante decirlo en voz alta: a mí me parece que hay una suerte de fascismo. Lo digo en el libro, lo cito a Daniel Feierstein, a Rocco Carbone. Ellos hablan de la organización política del odio, y en ese sentido encuentran similitudes con Alemania 1933, mecanismos que se parecen mucho. No tenés que revivir un Holocausto para darte cuenta de las similitudes. Y nunca empiezan con el Holocausto, terminan con el Holocausto.

Noticias: Hay cierto escozor con la palabra fascismo.

Mengolini: Hay un pudor intelectual. No subestimaría al término, porque no solamente que existe una comparación posible que tiene que ver con una técnica, sino que en términos políticos motorizó la marcha más grande contra el Gobierno. Y con los pruritos intelectuales, digo, qué sé yo. Con pruritos no se construye una puta revolución, ni detenés estas fuerzas que no tienen pruritos de nada. Nosotros todavía estábamos hablando dentro de un marco que ya no es el de Milei, hablando un idioma humano y Milei ni siquiera habla con vos. Habrá que encontrarle un poco la vuelta, pero no es con la moderación.

Las caras del monstruo

Noticias: Mencionaste al odio. ¿Ese es el “monstruo” del que hablás en el libro?

Mengolini: Los monstruos son el neoliberalismo, el mercado concentrado, los grandes medios de comunicación, el patriarcado y los mandatos de belleza, pero si tuviera que definir uno solo, creo que es el odio. Es una materia sobre la que se construye este Gobierno y este presente. Creo que las emociones nos mueven un montón, quiero decir: hay alguna racionalidad en las decisiones que se toman en la política, pero no sé cuánto. Ellos no están pensando un país desde un lugar demasiado racional. Sí creo que hay ciertos digitadores que sí, que Milei es un instrumento del poder económico y ahí sí hay una racionalidad muy clara. Milei es un pollo de emociones, te das cuenta de verlo, y es un tipo que conectó con la subjetividad de la época: tenés pandemia, tenés redes sociales, tenés el odio.

Noticias: En el libro planteás algo que va a contramano de la idea de que la tecnología es nada más que un instrumento diseñado para controlar a la población desde arriba. En el sentido de que medios, tecnología y personas evolucionan a la par, de que a veces el medio transfigura la propia subjetividad. Vos llegás a esa conclusión a través de tu propia experiencia: cómo te convertiste en troll.

Mengolini: Si fuera una cosa implantada llega ahí de un día para otro, aunque generó una ola bastante violenta en poco tiempo. A mí me vienen heateando desde mucho antes de que todo el mundo usara la palabra hate o supiera que existían los trolls, vengo viendo como testigo directo de hace mucho tiempo cómo se fue gestando esto. Y terminó copando todo, al punto de que te termina copando a vos, colonizándote a vos en los propios modos. En el libro encontré eso, en una clave casi entre literaria y de humor, pero también una hipótesis cierta que es que ahora soy un troll, en donde aparecen incluso tuits míos. Eso me sirvió para que el capítulo fuera un poquito más gracioso pero también para entender en definitiva cuál es el verdadero problema. ¿Cuál es el problema? ¿Que me hayan odiado mucho, que me hagan daño, que yo cada tanto tenga un día horrible porque soy tendencia, que me hagan llorar? No, al final el problema es la colonización real, que estemos todos hablando en los peores términos posibles para un diálogo, un diálogo que se rompe.

Noticias: Eso hace juego con otro tema también que exploras en el libro: el individualismo y el culto al individualismo.

Julia Mengolini: Creo que estamos en un momento de diagnóstico, y no hay ni uno solo de todos los pensadores contemporáneos que no esté pensando en este problema. Empieza a haber también una especie de alarma sobre los niños y el celular, los niños y las redes sociales. Algo de eso se vio en la conmoción que despertó la serie Adolescence, que incluso generó un movimiento de padres en Gran Bretaña que están pidiendo que empiece a ver leyes más duras para el uso de las redes en los niños. Rita, por ejemplo, tiene absolutamente prohibido el celular, somos medio stalinistas también acá: ella el celular no lo toca, es como si fuera una brasa caliente. De hecho ella dice “¿cuando uno es grande es obligatorio usar celular?", yo le digo que no, y me pregunta “¿conocés a alguien que no tenga celular?.  Bueno, Víctor Hugo Morales, Pepe Mujica, Lula, y le digo: "Toda gente espectacular." "Bueno", me dice, "yo no voy a tener celular". Igual el problema no son las pantallas, los píxeles. Si me la quiero sacar de encima un rato le pongo una película, le pongo Mary Poppins, pero ahí ella ve una historia con personajes, con cultura general, con una trama. Lo que pasa es que me parece que hay ahora una generación muy rota de los pendejos que se criaron con el celular en la mano, que fueron jóvenes en la pandemia. Todavía estamos lejos de saber qué le pasó con la pandemia a los niños, los adolescentes y las personas adultas en términos subjetivos, mucho del resentimiento que hay hoy en la sociedad arranca ahí. Estamos lejos de saberlo, pero es grave seguro: si salieron los libertarios de ahí algo malo pasó. 

Noticias: La gran diferencia entre pantallas, con el celular, es que este permite construir la lógica de que cada uno depende de sí mismo y de nadie más, la lógica del me salvo sólo, puedo trabajar sólo, me conecto a través de las redes con mi propia tribu de pensamiento.

Julia Mengolini: No es tan nuevo: el neoliberalismo desde mediados de los 70 siempre lo que buscó es romper con los lazos sociales y generar divisiones entre las sociedades, buscó lograr que las personas se sientan individuos y de que la lógica de lo comunitario se rompa.. Así es como reinan, o sea, es una metodología. No es, entonces, que hay un gran descubrimiento, solo que este chiche, el celular, lo refuerza.

Noticias: ¿Te quedó algo afuera del libro?

Julia Mengolini: Bueno, tal vez un poco de la crianza de Rita. Había algunos capítulos que quedaron afuera que empezaron a escribirse. Uno se iba a llamar “eterna rivalidad con Yanina Latorre”. Pero quería darle un poquito más de espesor, que no fuera solamente una sucesión de anécdotas. Entonces, con el de Yanina bueno, ¿de qué quería hablar? Me pasó que le hice una demanda y la abogada me dijo, "bueno, escribí dos páginas sobre este tema desde el corazón para el juez". Ahí tuve que hacer algo que yo no había hecho nunca: poner los videos de Yanina hablando de mí. Yo no lo hago eso, sé que me putean, me entero, pero no le doy play. Entonces tuve que darle play. Y ahí me quedé impactada con cosas que no sabía que estaban ahí atrás, como por ejemplo la envidia. Me dije, yo no puedo pensar que Latorre me tiene envidia, si ella tiene todo, yo soy todo lo que ella detesta. Y sin embargo si lo escuchás, lo escuchás. En el subtexto lo escuchás. Está ahí, la constituye. Entonces pensé que esto podía ser un tratado sobre la envidia. Me puse a leer a filósofos que habían escrito sobre el tema. Es muy loco, mágico. Primero porque casi que todas las culturas del mundo tienen sus talismanes contra la envidia, tipo el ojito de gato, el turco, todo eso, son los ojitos contra la envidia porque existió siempre. Segundo porque no es racional la envidia: o sea, la lógica te lleva a pensar que se da porque querés algo que no tenés, pero racionalmente yo no tengo nada que Yanina quiera y no tenga. Ella es rubia, es rica, está casada con un futbolista, está en la tele, es de derecha, yo soy morocha, soy de izquierda, no hay nada que yo tenga que ella pueda querer. Sin embargo, hay algo ahí que ya no se sabe bien qué es, qué le rompe las pelotas y que lo quiere.

Noticias: ¿Cómo fue el proceso de ver todos esos videos?

Julia Mengolini: Horroroso. Horrible. Terminé como... me terminó haciendo el daño que no había logrado hacerme en todo este tiempo. Verlo y eso de que... la envidia del otro, tiene esto a partir de cosas que estuve leyendo, que es misteriosa porque hace también daño.

Noticias: Futurock está cumpliendo nueve años. ¿En qué momento se encuentra?

Julia Mengolini: La radio está muy plantada en su identidad en un momento donde alrededor todo se mueve. Creo que tenemos que ser muy persistentes también en cómo clavar con estacas un poco esa identidad pero sin ser necios. Hay vendavales que muchas veces te tratan de mover, porque hay momentos que decís: "¿Pero yo a quién le estoy hablando? ¿para qué hago lo que hago todavía?" Y bueno, hay un montón de gente que de repente dice "menos mal que ustedes siguen existiendo porque de otro modo yo enloquecería". Para esa gente que todavía escucha la radio y cree en nosotros y se sigue sintiendo representada, es recontra importante que sigamos existiendo. Son años muy ingratos también para nuestro tipo de entidades. Digo, para ser feminista, progresista, peronista. Pero soy una convencida de que hay que clavar la estaca más fuerte: si uno se empieza a acomodar a los tiempos, pierde la esencia, pierde lo que es. Las ideas no cambian, el sueño permanece inalterado, por más que alrededor medio que todo se sacuda. Me parece que ese objetivo de un mundo un poco más justo, más igualitario sigue siendo el horizonte, hay que buscar formas más creativas de contarlo, de comunicarlo.
 

 

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Juan Luis González

Juan Luis González

Periodista de política.

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