Elisa Carrió y Horacio Rodríguez Larreta quedan frente a frente. Hay tensión. “Viste, hablé bien de vos”, se adelanta ella, a pesar de que lo expuso delante de toda la dirigencia de Juntos por el Cambio por la campaña legislativa de María Eugenia Vidal, que ganó pero que no obtuvo un resultado óptimo. Acaba de dar un discurso por los 20 años de la Coalición Cívica y, aunque el contexto era de celebración, repartió críticas para todos lados. Una “Lilita” auténtica.
Larreta, diplomático, felicita a Carrió y sigue de largo. Hizo 83 kilómetros un sábado a la mañana para festejar junto a la ex diputada las dos décadas de su espacio político y se lleva un reto: ella le sugirió que el alcalde no cuidó a Vidal y le reprochó la elección de Fernando Straface como jefe de campaña. “No podés someter a una candidata a diez actos por día, porque así no la cuidás”, lo cruzó. Después le diría, frente a todos, que es el mejor gestor de Argentina, pero el daño ya estaba hecho.
La fiesta de la Coalición Cívica, que la tuvo como protagonista estelar, reunió a la dirigencia de Juntos por el Cambio en La Picaza, un club de polo ubicado en Luján, el sábado 27 de noviembre. Fue el contexto en el que la ex diputada, retirada de la primera plana de la política, disparó contra el Gobierno, pero también contra la oposición de la que forma parte. Fue una celebración en un polvorín.
Ese mismo día recibieron sus respectivos ganchos al mentón Cristian Ritondo, Enrique “Coti” Nosiglia, Emiliano Yacobitti y, de manera indirecta, Martín Lousteau. Se sumaron a sus víctimas históricas. Es que “Lilita” nunca tiene paz.
Las bombas de Carrió
“Yo no me callo más”, avisó Carrió en el evento, como si alguna vez lo hubiese hecho. “Yo no me fui de un partido que tenía corruptos para venir a hablar con los hijos privilegiados de esos corruptos, que manejaron Franja Morada con la mayor corrupción que se conoce en la historia”, disparó a los dirigentes de la Unión Cívica Radical.
El apuntado es un histórico en las cruzadas de Carrió, Enrique “Coti” Nosiglia. Pero ahora se le suman sus herederos políticos: su hijo Juan Nosiglia y Emiliano Yacobitti, que son laderos del senador Martín Lousteau.
El presidente del bloque PRO en Diputados, Cristian Ritondo, también sufrió a Carrió. La ex legisladora reparte sin culpas que no confía en él.
Como suele suceder, sus críticas no son arrebatos del momento: había detrás una intención. Por estos días se cocina a fuego lento la presidencia del interbloque de Juntos por el Cambio. “Lilita” quiere que siga su amigo personal, Mario Negri, uno de los pocos referentes de la UCR que viajaron para estar presentes en el evento. Mientras en el radicalismo varios se anotan para sucederlo, en el PRO tendrán el número para suplantarlo por Ritondo. “Lilita” pretende evitarlo. Para eso aprovechó nada más y nada menos que su fiesta, y desempolvó su lista negra.
Históricos
El último que había sufrido el rigor de la cofundadora de Cambiemos había sido Facundo Manes. El neurocientífico pretendió seguirle el ritmo y la discusión terminó en una amenaza de juicio y muchas batallas. Todo, en plena campaña. Le dijo “mitómano” y lo ajustició: “Este muchacho ingresó ahora a la política para ser presidente en dos años”. En el fondo, lo hizo responsable de haberle truncado su candidatura. Ella quería jugar si había unidad. La irrupción del radical cambió las reglas y la relegó.
A lo largo de su carrera política Carrió se cruzó con casi todos. Algunas de sus peleas épicas fueron con Jorge Macri. Al intendente de Vicente López y flamante ministro de Larreta lo trató de “delincuente” y le complicó la candidatura en un par de oportunidades. Este año recién pudieron recomponer la relación: el primo del ex presidente fue hasta la casa de “Lilita” para discutir el armado electoral en la Provincia, de cara a las legislativas. Fue el final de una novela de terror para el primo de Mauricio.
El ex presidente también la sufrió. En 2020, Carrió se enojó por una conversación telefónica que no terminó bien: “Me faltó el respeto”, dijo y salió a cruzarlo en cada entrevista que dio. Después se amigaron. En la celebración de la Coalición Cívica, le dedicó unas palabras: “Lo acompañé hasta el final, usted no se puede quejar. Y le paramos los golpes. ¿Querés que te abracen todos ahora? No. La historia se hace sin reconocimiento”, le dijo.
Sin cargo político, Carrió sigue siendo un factor de poder en la oposición. No tanto por lo que suma como aliada, sino por lo que resta como enemiga. Nadie, pero nadie, quiere entrar en su lista negra.
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