(****) El escritor estadounidense Ira Levin (1929-2007), fue un notable especialista en el género del suspenso y el terror psicológico. Brindó excelentes historias como las de sus novelas “El bebé de Rosemary”, “Las poseídas de Stepford” o “Los niños de Brasil”, llevadas al cine con gran éxito. También escribió para teatro, siendo sus piezas más conocidas “Trampa mortal” y “El cuarto de Verónica”. Esta última, en ocasión de su estreno en la cartelera porteña, tuvo una versión memorable en 1977, interpretada por María Vaner, Alberto Argibay, Susú Pecoraro y German Kraus. La actual traslación escénica no le va en zaga.
La trama transcurre en Boston, durante 1973 y cuenta la historia de Susan Kerner (Antonia Bengoechea), quien acompañada por su novio Larry (Adrián Lazare), concurre a cenar a un restaurante. Allí conocerá a los Mc Key (Silvia Kutika y Fabio Aste), una encantadora pareja de ancianos que, en el pasado, fueron jardinero y mucama en casa de los Collins.
Deslumbrados por el parecido físico con Verónica, hija de aquella familia y fallecida tiempo atrás, le proponen ir al antiguo departamento que habitan para mostrarle fotografías y recuerdos que se encuentran en un cuarto cerrado e intacto desde hace casi cuarenta años. Lo que sucede después no conviene revelarlo. Aunque vale la pena anticipar que todo se transforma en una pesadilla y en una espiral de intriga, tan atrapante que mantiene a los espectadores en vilo hasta el sorprendente final.
Muy buenos trabajos actorales, pero por la complejidad de sus roles se destacan, sobre todo, Kutika (la mujer mayor de apariencia piadosa que tantos secretos oculta) y Bengoechea (auténtica revelación). Aste aporta oficio, mientras Adrián Lazare (auténtico factótum de este destacable proyecto independiente), resulta inquietante en su composición del siniestro galeno.
La dirección de Virginia Magnago tiene buen ritmo y logra creíble el clima enrarecido y amenazador del thriller. El vestuario de época de Pablo Battaglia y Miriam Manelli luce exacto.
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