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CULTURA | 12-09-2017 15:40

Isabel Allende: "Probé éxtasis por indicación de un psiquiatra"

La escritora chilena contó a NOTICIAS detalles inéditos de su vida. Marihuana, fechas sagradas y rituales con el más allá.

Por momentos no se sabe quién es el personaje, si la escritora o su creación literaria. A Isabel Allende le pasaron cosas raras en la vida. Tuvo una abuela clarividente que, de chiquita, la sentaba a conversar con los espíritus. A su padre lo conoció por error cuando era un cadáver en una morgue y con su madre, de 96 años, mantiene una relación epistolar de museo: se han escrito 32.000 cartas. A Paula, su hija muerta hace 25 años, la sigue viendo en la calle con la mochila al hombro y el pelo recogido. Descubrió la literatura, de niña, hurtando cuatro misteriosos volúmenes en cuero rojo de las “Mil y una noches” que estaban guardados bajo llave por su incipiente erotismo. Y ahora, de adulta, todos los 8 de enero se convierten en una fecha sagrada: entra en trance para empezar sus novelas, prende velas, convoca a fuerzas divinas y está segura de que la primera frase de su libro más exitoso, “La casa de los espíritus”, le fue dictada. Sus muertos la acompañan. No toca los iphone porque cree que pueden robarle el alma y gracias a una amiga discreta probó el té de marihuana.

Ella cuenta todo como si fuera un monólogo de stand up, sólo que más refinado: con remates, mucho humor y el tono justo para convertir lo cotidiano en fascinante. Si lo que dice es cierto o no, sólo Isabel lo sabe. Pero juega con esa intriga, al límite de la exageración. A sus 75 años, la autora chilena de interminables bestsellers en el mundo entra y sale de sus libros como un personaje más, rico, errante, vital. Lejos de los escritores que, en su obra, van dejando huellas encriptadas de sí mismos para que los críticos las interpreten. Todo en esta mujer, llena de rituales y sinrazones, está a la vista. En una gran novela sin editar, como diría ella, contada en Tecnicolor.

Noticias: ¿No existe el riesgo de que el personaje se coma a la autora?

Isabel Allende: Tal vez se la come, ¿qué importa? Lo que importa es la página. Qué más da cómo se haga y hasta cuánto mi vida es verdad y cuánto es imaginado por mí, cuánto es memoria, cuánto es creación literaria. Nunca me he parado a hacer la distinción porque no es necesario, no me sirve de nada.

Isabel recibe a NOTICIAS temprano por la mañana, en el hotel Presidente Suites del barrio Providencia, de Santiago de Chile, país en el que ahora es un poco extranjera porque desde hace 29 años reside en California, Estados Unidos. Está impecable, maquillada, con una fina casaca tipo hindú. No hay rastros de su militancia feminista en sus gustos privados. Prefiere las blusas de seda a las de poliéster. Se hizo algunos retoques estéticos en ojos y cuello que, efectivamente, le suavizan las arrugas y confiesa una dedicación, también militante, frente al espejo. Nada que una feminista ortodoxa pueda aprobar. “A mí me encanta todo lo femenino y no veo en eso contradicciones. Yo empiezo todas las mañanas con un ritual: qué ropa me pongo, peinado, cremas –cuenta–. Uno de los problemas con mi pareja es que no quiero compartir el baño para esta producción privada”.

No debe haber dormido mucho. La noche anterior, terminó tarde la presentación de su último libro “Más allá del invierno” (Penguin Random House), en el Centro Cultural Gabriela Mistral, y ella se quedó firmando cientos de autógrafos. Un rato antes, había cautivado a sus fans literarios –y a los que no lo eran– con el relato de anécdotas personales y de aquellos secretos de escritor que apenas se cuentan en público. Como un gigante, dominando el escenario, pese a su metro y pico de estatura. “Los chilenos de antes éramos como soy yo. La gente ahora ha crecido. Vivo mirando pelos en las narices. No voy a los cócteles porque me caen los camarones en la cabeza”, confesó, entre otras intimidades, y el auditorio estalló en carcajadas.

Su raid mediático había estado a punto de cancelarse unas semanas antes porque la escritora tenía a su padrastro, de 101 años, enfermo. Pero la magia volvió a estar de su lado. Las hermanas del perpetuo desorden, un grupo de seis amigas con las que Isabel se junta para poner en orden el universo, comenzaron a pedir por él y el tío Ramón se repuso. A ella no le sorprendió. Está bien aprendida: su abuela le enseñó que existen otras dimensiones a las que no debe resistirse. “En mi vida me ha pasado de todo. Divorcios, exilios, muertes, he perdido a mi hija, he sido inmigrante, refugiada política. En los momentos malos nunca estuve deprimida”, dice.

Noticias: La habrán salvado sus espíritus ancestrales.

Allende: Creo que me protege mi abuela. Cuando nací, ella dijo que yo iba a tener muy buena suerte porque tenía la marca de una estrella en la espalda. Admito que hay muchas dimensiones de la realidad que desconozco y estoy abierta a estos misterios que me sirven para la literatura y para la vida.

Noticias: ¿Cómo es empezar sus novelas, todos los 8 de enero, en estado de trance?

Allende: Digo en estado de trance porque trato de no pensarlas. Tengo mi pequeño ritual de empezar el 8 de enero, me siento, medito un rato y trato de escribir algo que me salga del vientre, que no lo haya pensado. La primera frase de “La casa de los espíritus” la recuerdo porque no sabía qué significaba. “Barrabás llegó a la familia por vía marítima”. Yo no sabía quién era Barrabás, después me acordé de que tuve un perro cuando era chica que se llamaba así. ¿Por qué escribí esa frase? Para mí fue dictada. Cuando escribí “Paula” me senté y dije: escucha Paula te voy a contar una historia para que cuando despiertes no estés tan perdida. Esos dos principios me fueron dictados.

Noticias: ¿Qué le dicta Paula hoy?

Allende: Paula era completamente diferente de mí, muy racional. Cuando ella se fue a España fueron los peores tiempos con mi ex marido Willie. La llamaba por teléfono y le decía: “Mira lo que está pasando, ¿qué voy a hacer?” y ella me contestaba: “Mamá, ¿qué es lo más generoso que puedes hacer en este caso?”. Esas son las frases de Paula que me vuelven. Cuando me enfrento a una situación en la que estoy triste, asustada, pienso: ¿qué me diría la Paula?

Noticias: Usted invitó al viudo de Paula a vivir con su nueva familia a la misma casa donde ella murió. ¿No hay que dejar ir a los muertos para seguir viviendo?

Allende: No pienso así en absoluto. Los muertos viven conmigo. La abuela Hilda me ayudó a criar a los niños y cuando se murió lo hizo de una manera muy linda: dejó de comer. La familia decidió que había que dejarla tranquila porque ella quería irse. Al final dijo: “Pásenme la cartera que la Paulita me vino a buscar”. ¡La vio! y entonces le pasamos la cartera y se fue. La abuela Hilda se debe haber ido a una dimensión a la cual yo no tengo acceso, pero no se ha ido de mi vida.

Noticias: Mucha gente teme a la muerte.

Allende: A mí no me asusta. Lo que me parece terrible sería vivir para siempre. Me gusta que las cosas tengan un fin. Envejecer demasiado es muy triste. Yo tengo a mis padres muy viejitos y viven como príncipes porque tienen cuatro mujeres que los atienden en un apartamento precioso, en Chile, con mantel almidonado, platería, a la antigua.

Noticias: ¿Por decisión de ellos o suya?

Allende: Porque son muy refinados y porque yo lo puedo financiar. Son viejos excepcionales. Pero la mayor parte de los viejos son pobres, enfermos, abandonados, sin recursos. Es terrible. La sociedad no está preparada para que la gente viva tan largo.

En el estribo de la vida, Isabel Allende volvió a enamorarse. No fue aquella locura de juventud de escaparse con un trovador argentino por el mundo y dejar a sus hijos, Paula y Nicolás, al cuidado de la abuela. Ni la turbulencia del final de su matrimonio de 27 años con William Gordon, en el 2015. El abogado Roger Cukras, viudo, de 74 años, se metió en su cama a fuerza de perseverancia. Durante cinco meses le escribió mails dos veces por día hasta que ella aceptó conocerlo. Y ahora probará la convivencia con esta mujer de creencias pasionales. Parece un amor más planificado, aunque no menos urgente. “A las 24 horas de conocernos le pregunté cuáles eran sus intenciones. Yo no tengo tiempo para perder”, se ríe ella.

Noticias: En el último reportaje que le dio a NOTICIAS usted acababa de separarse y dijo: “Estoy sola en una casa inmensa que tengo que vender. Me tienen que presentar a un príncipe azul” y ocurrió...

Allende: Lo estaba diciendo, seguramente, en broma porque no lo esperaba. Era ese momento en el que uno está con mucha inseguridad. Se vendió la casa, me deshice de todo lo que había dentro. A los tres meses no me acordaba ni dónde quedaba.

Noticias: Sin embargo, la memoria tiene un valor enorme en sus libros. Usted dice: escribir para no olvidar.

Allende: Sí, pero eso me pasa con la gente, no con las cosas. Por eso le escribo a mi madre todos los días porque es como un diario de vida. Y si tú me preguntas, qué pasó el 6 de julio del 2014, yo saco la caja, busco la fecha y te digo qué me pasó ese día. Esas cartas se las mando a ella y me las devuelve a fin de año (risas). Antes eran a mano, después a máquina y ahora por email.

Noticias: ¿Cuántas cartas tendrá?

Allende: Cada caja está por año, en orden cronológico, y contiene entre 600 y 800 cartas. ¡Sacá la cuenta durante 40 años! En el garaje hay una parte especial donde están climatizadas, como en un museo. Se estaban borrando las antiguas escritas con tinta y mi hijo dijo que había que preservarlas. Contratamos un servicio para digitalizarlas que costó una fortuna.

Noticias: Cuando su madre se separó de su padre, usted era pequeña y ella rompió todas las fotos. Después la llamaron a usted para que lo reconociera en la morgue...

Allende: Yo trabajaba en la televisión, encontraron a un señor Allende muerto en la calle y me llamaron. Yo pensé que se trataba de mi hermano que no veía porque se había metido en una secta. Me puse contenta cuando vi que era un desconocido. Detrás mío llegó mi tío Ramón y me dijo: “Es tu papá”.

Noticias: ¿Por qué nunca había buscado a su padre?

Allende: Le tenía rabia porque el tipo puso como condición, para darle la nulidad del matrimonio a mi mamá, no ver a sus hijos. Pensé que ese abandono no me había marcado. Pero en terapia me di cuenta de que tuve que haberlo sentido fuerte en la infancia. Lo noto en mi desconfianza con los hombres, que no me mantengan, no depender de nadie.

Noticias: Pese a ese padre abandónico tuvo parejas largas.

Allende: He tenido suerte. Pero en todas mis relaciones fui profundamente independiente. Siempre mantuve el hogar, nunca tuve que dar explicaciones respecto del dinero o lo que hago. Tomo mis decisiones y eso no es bueno para una pareja. Ahora que estoy vieja y con Roger voy a tratar de cambiar eso.

Noticias: ¿Cómo va a hacerlo? Anoche decía que una persona en la madurez es más de lo que fue siempre.

Allende: (risas) Cuando le conté a la mujer que cuida a mis padres que Roger se venía a vivir conmigo, me dijo: “Trate de no ser tan mandona”. Voy a tratar...

Noticias: ¿Y él está dispuesto?

Allende: ¡No se ha dado cuenta que va en serio! Yo me mudé a una casa más chica y vamos a tratar de arreglarnos ahí. El tipo no puede ser más amoroso. Tiene que dejar su casa en los próximos meses y deshacerse de todo. En mi casa no cabe nada. Tiene un servicio de cristal de Bacarat que lo quiere traer y no hay dónde ponerlo (risas). Por otra parte pienso que algo de él tiene que haber.

Noticias: Empiece a cambiar...

Allende: Sí, no puedo ser tan egoísta. Que traiga lo que quiera y ya veremos.

Noticias: En su último libro, el protagonista prepara un bizcochuelo de marihuana y Willie también lo hacía. ¿Probó drogas?

Allende: Todas... no, estoy exagerando (risas). Probé éxtasis dos veces por indicación de un psiquiatra en un tratamiento que hicimos con Willie. Estábamos trancados en nuestra relación matrimonial, yo con una tristeza tremenda por la muerte de Paula que me impedía comunicarme con él. Nos lo dieron para poder decirle al otro lo que nos pasaba, que me protegiera, me cuidara. Yo sería incapaz de decir eso sin la droga. Después, he usado marihuana y sigo usándola en ocasiones sociales, para relajar. Prefiero, igual, dos vasos de vino.

Nada pasa inadvertido en Isabel Allende. ¿Será ella el mejor de sus personajes?

*EDITORA de Información General

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