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MUNDO | 18-11-2019 13:11

El Mercosur en riesgo: Bolsonaro rupturista

Las verdaderas razones comerciales tras los planes del brasilero para romper el bloque.

Después que Alberto Fernández afirmó que Lula debería ser liberado, opinando sin pudores sobre una determinación judicial brasilera, y Bolsonaro responder que los argentinos se habían equivocado en llevar al populismo nuevamente al poder, haciendo futurología sobre el resultado económico de ese resultado electoral, se hace oportuno analizar que el problema de fondo no es solo ideológico sino fuertemente comercial.
Los empresarios brasileños ven con preocupación que en la formula Fernández–Fernández, no sea Alberto y si Cristina, quien tenga las riendas del país.Durante la Presidencia de Cristina Fernández, Brasil no pudo importar trigo de Argentina (es el único producto que Brasil tiene dependencia de nuestro país) debiendo negociar a las corridas, acuerdo de provisión con USA y Canadá. 

Y las exportaciones brasileñas sufrieron barreras no tarifarias cuando un funcionario de la Secretaría de Comercio, arbitrariamente decidía qué producto podía ser importado (o no) por Argentina. 
Los exportadores brasileños llegaron a tener falta de pago de sus importadores en nuestro país por US$ 3.600 millones en la época del cepo, donde el Banco Central de Argentina no autorizaba la salida de dólares para el pago de deudas con el exterior

Bolsonaro. El Gobierno de Bolsonaro está impulsando una política económica liberal como pocas veces se ha visto en esta parte del mundo. Concluyendo las reformas estructurales iniciadas por el ex presidente  Michel Temer (con un congelamiento del gasto público por 20 años y la ley de Reforma Laboral), Bolsonaro consiguió que el Congreso apruebe la Reforma Previsional; la Ley de Libertad económica que desburocratiza el Estado; que esté en tratamiento la Reforma Tributaria que simplifica y reduce la carga de impuestos; y finalmente la Reforma Administrativa del Estado, que baja los sueldos del funcionalismo público y retira la estabilidad del empleado del Estado, entre muchas otras propuestas.

En 300 días de Gobierno, con su lamentable verborragia al margen, Bolsonaro ha logrado reactivar al país: consiguió reducir los índices de violencia;  entregó 980.000 casas populares: bajó la tasa de interés a su mínimo histórico (5%); potenció la Bolsa de Valores que está en su máximo histórico (108.000 puntos); la inflación del 2019 será menor al 3,50%; el riesgo país se coloca en 115 puntos (récord histórico para un país sin “grado de inversión”); y habrá creado 1.000.000 de nuevos puestos de trabajo en su primer año de mandato y solo en el mes de julio: el volumen de nuevas empresas brasileras en este período equivale al 35% del total de empresas existentes en la República Argentina (281.844). 

Esa cifras le dan otra espalda al polémico presidente a la hora de lanzar sus bravuconadas. Brasil no es uno más en el Mercosur. Es el cuarto país del mundo a la hora de recibir inversiones productivas del exterior (luego de EE.UU., China y Francia y por valor de US$ 70.000 millones). Además, posee US$ 400.000 millones de reservas internacionales, y un superávit comercial de US$ 55.000 millones. El superávit comercial le asegura una oferta de dólares en un año, equivalente a más del doble del total de reservas en nuestro Banco Central (en el momento en que las reservas locales también encienden algunas alarmas).

En ese marco, el Ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes, tiene como objetivo demostrar que abrir la economía será bueno para el país, para los consumidores (que podrán comprar productos de mejor calidad por menor precio), y que esto obligará a las empresas a invertir para no perder mercado (lo que posibilitará aumentar aún más las exportaciones). La receta neoliberal clásica a la que se opone enfáticamente otra parte de Latinoamérica. 

Jair Bolsonaro y Mauricio Macri

Mercosur. Con mira en este objetivo, Brasil propondrá en la reunión de Mercosur del 5 de diciembre en la que jugará de local en la ciudad de Bento Gonçalves (será la despedida internacional de Mauricio Macri como presidente), una reducción de la alícuota de importación de extra zona (Arancel Externo Común) para más de 10.000 productos, reduciendo de 14% al 6% en la mayoría de los casos, y los autos de 35% al 12%. Ese es el verdadero motivo de la pelea de Bolsonaro con Fernández. 

Bolsonaro sabe que Argentina con Alberto, al implementar una economía “hacia adentro”, no querrá ni podrá, acompañar su proyecto de un Brasil al mundo. 

Y sabe también que por los tratados del Mercosur, o los cuatro socios van juntos, o Brasil no podrá abrir su mercado como desea. Ante lo cual se le plantean tres opciones para resolver el desafío: 
1. Brasil pide la salida de Argentina del Mercosur. Esta opción no es fácil de implementar porque aspectos económicos no son considerados motivos suficientes para esta solicitud, y por tratarse de un resultado electoral, no sería posible accionar la Carta Democrática del Tratado de Ushuaia. 
2. Brasil abandona el Mercosur. El camino mas simple para Brasil pero que complicaría el tan esperado acuerdo con la Unión Europea. Brasil debería iniciar un acuerdo bilateral con el continente europeo y este tipo de negociación puede llevar una década. 
3. El Mercosur puede dejar de ser una Unión Aduanera (todos juntos o ninguno) para ser una Zona de Libre Comercio en que se mantienen las ventajas en el comercio bilateral pero cada uno puede seguir su carrera solista. 

Aunque esta opción sería la más sencilla desde lo político, es la más difícil de instrumentar, porque para cambiar cualquier cosa de los Acuerdos del Mercosur, es necesaria la aprobación de los Congresos respectivos-

Balance. El resultado de las elecciones en Uruguay (el 24 de noviembre se definirá si Daniel Martínez del Frente Amplio o el centroderechista Luis Lacalle Pou conducen al país los próximos cuatro años), puede facilitar o complicar los planes de Bolsonaro. 

Si gana la opción política de derecha, el Mercosur tendrá tres países hacia la “derecha económica” (con el Paraguay de Mario Abdo Benítez), y Argentina quedará aislada como único país de izquierda a representar al Foro de San Pablo.

Si gana la opción de izquierda en Uruguay, Argentina tendrá un socio ideológico del otro lado del Rio de la Plata, y Bolsonaro sentirá un balance aunque continuará teniendo como principal atractivo el tamaño de su mercado potencial. 

Para Brasil, una Argentina “populista” representa un ancla, y parece que Bolsonaro no esta dispuesto a empujar su proyecto económico y político con un vecino, que además de ser ideológicamente antagónico (Alberto ha marcado su apoyo a Lula y su oposición a las políticas bolsonaristas) represente un lastre. 

Un dato no menor es que el hasta aquí demostrado éxito económico de Bolsonaro y Guedes (su poderoso y eficiente Ministro de Economía) refuerzan la prédica del brasilero de que sin populismo, y con una economía de corte liberal, los países pueden generar empleo, inversiones, crecimiento económico y del PBI per cápita, en su afán de desterrar (como Macri no pudo y/o no supo hacer) a la izquierda de la política brasileña. Y Bolsonaro siente como nunca antes, que ese objetivo es perfectamente posible.

Eduardo Bolsonaro y Estanislao Fernández

Hijos en guerra. Eduardo Bolsonaro, diputado e hijo del presidente de Brasil, se burló en Twitter de Estanislao Fernández, hijo del presidente electo. "El hijo del presidente de la Argentina/El hijo del presidente de Brasil", publicó acompañando con una foto suya y otra del cosplayer y drag queen y disfrazado del personaje principal de la serie de animé Pokémon.

La cancillería argentina manifestó sus disgusto a la embajada local de Brasil por el comentario discriminatorio, pero Eduardo no pidió disculpas. El hijo de Jair Bolsonaro tuvo una semana de duras críticas en Barsil también por inclinarse a favor de una posible implementación de la dictadura en el país si "la situación llega a ser igual que a finales de los años 60". 

"Pido disculpas a quien por ventura haya entendido que estoy estudiando el retorno del AI-5", sostuvo el diputado.Pero insistió que si la izquierda se "radicaliza en Brasil tal y como está haciéndolo en Chile, el Gobierno tendrá que tomar medidas".

por Gustavo Segré

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