Las últimas dos décadas están marcadas por un continuo trabajo en el sector científico en pos de alargar la vida y de que los seres humanos vivian no solo más, sino con mejor salud. Para eso es que se investigan desde cuáles son los genes que intervienen en la longevidad hasta qué elementos del medio ambiente contribuyen a alargar vida en salud.
Las investigaciones se han hecho sobre moscas de la fruta y sobre cierto tipo de lombrices que se usan en los experimentos de laboratorio, y hasta ahora se les había logrado alargar la vida en incluso un 30%. También se siguen probando los efectos de reducir la cantidad de calorías que un mamífero debería ingerir para vivir más, porque los científicos comprobaron que comer menos contribuye a una mayor longevidad, al menos entre ratones, cobayos y monos.
Pero ahora un grupo de investigadores publicó en la revista especializada “Cell” un trabajo de investigación que demuestra cómo consiguieron no ya frenar el envejecimiento, sino revertirlo. Lograr que las agujas del reloj vuelvan hacia atrás. Nada menos.
Aquella discutida película en la que una de las más bellas versiones de Brad Pitt nace anciano y va rejuveneciendo al compás de los años, exactamente al revés de cómo sucede en la vida real, “El extraño caso de Benjamin Button” podría ser el fondo de escenario de este trabajo científico. Los investigadores, liderados por Juan Carlos Izpisúa, que trabajan en el Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk, pudieron, mediante reprogramación celular, revertir el envejecimiento y prolongar la vida de animales vivos: ratones.
"El envejecimiento es un gran problema social y el principal factor de riesgo para todas las enfermedades que sufrimos. Mejorando la forma de envejecer, reduciremos el riesgo de padecer muchas enfermedades. Nuestro objetivo no es sólo lograr que vivamos más años, sino que vivamos más años sanos, que los años sean saludables y que no tengamos que sufrir los síntomas y enfermedades del envejecimiento", explica Izpisúa, que trabajó en conjunto con especialistas de la Universidad Católica de San Antonio de Murcia, la Clínica Cemtro de Madrid, la Fundación Pedro Guillén, el Hospital Clínic de Barcelona y la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan (Estados Unidos).
Forzar las agujas del reloj. El proceso de reprogramación celular fue descubierto por un médico investigador japonés, Shinya Yamanaka, en el año 2006, y consiste en introducir una combinación de cuatro genes (conocida como OSKM) que permite a una célula adulta convertirse en una célula madre pluripotente, similar a la embrionaria. Las células madre pluripotentes son aquellas con capacidad de dividirse indefinidamente y convertirse en cualquier tipo de célula del organismo . De hecho, Yamanaka, junto con el biólogo británico John Gurdon, recibió en el año 2012 el Premio Nobel de Medicina y Fisiología que otorga la Academia Sueca de Ciencia, “por haber descubierto cómo hacer que células adultas puedan reprogramarse para convertirse en pluripotentes”.
Para lograrlo, los factores de Yamanaka deben expresarse de dos a tres semanas. En el desarrollo embrionario es fundamental una rápida división celular, pero cuando se trata de organismos adultos ese crecimiento acelerado puede llegar a promover el desarrollo de tumores. Además, tener un gran número de células que vuelvan a un estado embrionario en un organismo adulto podría producir un fallo orgánico que lleve a la muerte.
Estos eran los problemas a los que se enfrentaban Izpisúa y equipo, con lo cual buscaron que el cóctel genético de Yamanaka actuara durante un periodo de tiempo más corto que el empleado para convertir una célula adulta en pluripotente.
Para lograrlo, se tomó como base de trabajo a la progeria, una enfermedad muy rara que empuja al organismo a envejecer prematuramente, provocando daños en el ADN, disfunción orgánica y una vida muy corta.
Dieta, ejercicio y más. Los investigadores primero aplicaron la reprogramación parcial de manera rápida, induciendo el trabajo de los factores de Yamanaka sólo de dos a cuatro días en células de la piel de ratones con progeria. Esas células rejuvenecieron, pero no tanto como para alcanzar la pluripotencia y perder su identidad como células de la piel.
Posteriormente, los científicos utilizaron el mismo método en ratones vivos con progeria y hallaron que los roedores reprogramados parecían más jóvenes. Su función cardiovascular, así como la de otros órganos, había mejorado, y los animales vivieron un 30% más de tiempo y sin desarrollar cáncer, comparados con los no tratados mediante reprogramación celular.
"Lo que hicimos no fue corregir la mutación que causa el envejecimiento prematuro en estos ratones, sino que alteramos el envejecimiento cambiando el epigenoma, lo que sugiere que el envejecimiento es un proceso plástico, que se puede manipular", explica Izpisúa. El epigenoma es resultado de cómo se expresan las proteínas de los genes, según su interacción con el ambiente. Si hasta hace unos años se creía que todo estaba escrito en los genes de un animal o de una persona, ahora la ciencia ha comprobado que pequeñas modificaciones químicas son capaces de regular (de modificar) la expresión de multitud de genes. En la epigenética el ambiente puede cambiar la herencia. Y es lo que los investigadores españoles hicieron sobre los ratones con progeria: no les quitaron los genes causan la progeria, sino que le introdujeron modificaciones a la herencia original.
"Sabemos que ciertas marcas epigenéticas aumentan con la edad, otras disminuyen y otras cambian de lugar en el genoma o se modifican. Aunque conocemos muchos de estos cambios, todavía desconocemos cuáles son causa o consecuencia del envejecimiento. Lo que sí sabemos es que la reprogramación celular es un proceso que actúa a través de cambios epigenéticos y que rejuvenece las células. Sabemos que los animales y células en nuestro estudio rejuvenecen por cambios epigenéticos, pero desconocemos exactamente cuáles son las marcas y los cambios responsables de este proceso", admite el investigador español.
Los cambios epigenéticos a lo largo de la vida son consecuencia de la interacción de los seres vivos con el medio ambiente. Y parte de eso está dado por lo que se come, lo que se bebe, la actividad física que ponga en juego un ser humano, si se expone o no al sol, al frío extremo.
Viejitos saludables. Después de trabajar sobre ratones con progeria, los investigadores siguieron experimentando con roedores envejecidos normalmente. En esos casos, la reprogramación celular tuvo como efecto una mejora sistémica en la capacidad de regeneración del páncreas y del tejido muscular. Con eso, los animales obtuvieron una cicatrización más rápida de las lesiones y una fuerte mejora en su calidad de vida.
La vida de un ratón normal va de los dos años y medio a los tres años y en estos momentos los investigadores trabajan en comprobar si logran alargar ese tiempo. En principio, el hecho de que la reprogramación celular rejuvenezca en cultivo células de ratones normales e incluso células humanas indica que sería posible lograrlo.
"Mi opinión es que nuestro trabajo indica y demuestra que esto será posible algún día, que el envejecimiento no es rígido y unidireccional, es plástico y puede frenarse o revertirse".
Otra duda es cuánto podría rejuvenecer una persona, si podría revertirse completamente el envejecimiento y si sería una especie de vida eterna. "Cuanto más conozcamos sobre las marcas epigenéticas que provocan el envejecimiento, mejores métodos podemos establecer para revertir estos cambios y mayor será la magnitud del rejuvenecimiento -especula Izpisúa- Tal vez podríamos emplear este proceso de manera cíclica: rejuvenecer, envejecer y rejuvenecer nuevamente. No sé si eternamente, pero sí durante algunos años".
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