Mientras las constructoras tratan de hacer control de daños por el escándalo de los cuadernos, la industria cementera se prepara para afrontar la crisis más fuerte de la década. Los números más recientes indican un fuerte desplome en la producción, pero los empresarios aseguran que el empuje de los primeros meses de 2018, sumado a las cifras récord de las cuales se partían, les permitirán llegar bien a fin de año.
De acuerdo con la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland, entre enero y marzo las cifras de despacho de cemento batieron una marca histórica.
Pero en abril comenzó a observarse una caída que ya en mayo -con la primera corrida cambiaria- se colocaba por debajo de los valores de 2017. Los últimos números disponibles, los de julio, hablan de 952.000 toneladas, una caída interanual de 5,9% y la cifra más baja desde aquel frío 2016.
“Si bien en los últimos tres meses la industria registró una caída, hay que contemplar que tuvimos una época de muchas lluvias y esto afecta directamente a nuestra actividad”, explica Sergio Faifman, CEO de Loma Negra.
El titular de la cementera más grande del país, que el último año facturó 13.800 millones de pesos, cree que, de mantenerse el nivel de despachos en los próximos meses, la industria estaría terminando el año de manera similar a los despachos de 2017.
“Nuestra flexibilidad operativa nos permite poder superar estas variaciones con un mínimo impacto en nuestros costos y mantener una estructura fija muy eficiente”, se jacta el ejecutivo de Loma Negra, propiedad de la brasileña Camargo Corrêa.
Marcelo Ramírez, presidente de la Asociación Argentina de Carreteras, también cree que la reciente inversión en equipos y tecnología le está permitiendo a las cementeras, las constructoras y el sector de rutas en general afrontar mejor los cambios en los niveles de actividad. También destaca el estímulo adicional del Plan Vial Federal puesto en marcha por el gobierno. La asociación se dedica a la capacitación y la difusión de la actividad caminera. “Dicho esto, nuestro sector no es ajeno a la evolución de la economía”, dice Ramírez, y agrega: “En el corto plazo, la caída de la actividad económica puede traer aparejado aumento de los costos de financiación, atrasos en la cadena de pagos e inestabilidad de los precios, factores claves que impactan en forma directa en el desarrollo de una obra”.
A esto se le suman consecuencias indirectas, pero igualmente importantes, en caso de darse una prolongada falta de actividad, lo que terminará afectando la renovación de equipamiento y el desarrollo de nuevos proveedores, y hasta causar la pérdida de profesionales especializados.
Ante este riesgo, el gobierno de Mauricio Macri anunció esta semana la creación de un fideicomiso para financiar las obras licitadas bajo el esquema de participación pública-privada (PPP), una manera de compensar las dificultades que están encontrando las constructoras salpicadas por el escándalo de corrupción en la obra pública a la hora de conseguir el financiamiento para iniciar sus proyectos.
Nivel de empleo. La otra gran pregunta que trae la crisis es qué pasará con el nivel de empleo en el sector.Ramírez espera una leve caída en los niveles de actividad hasta septiembre por un menor ritmo de obras. “Entendemos que no está en discusión el nivel de inversiones planteadas en infraestructura vial en el mediano plazo: los planes viales existen y muchos proyectos se están desarrollando. Pero esto no quita que la realidad económica del país haga que se reprogramen las obras no iniciadas para adecuarlas a los fondos disponibles”, asegura.
Faifman es más optimista: dice que el año pasado Loma Negra puso en marcha una nueva línea de producción en la planta L’Amalí, en Olavarría. Con esta inversión de 350 millones de dólares, la cementera espera aumentar su capacidad de producción en un 40%, por lo que los planes son de expansión y no de ajuste.
“La puesta en marcha se espera para los primeros meses de 2020 y tenemos previstos 200 puestos de trabajo para operar esta nueva línea”, afirma.
Holcim, la cementera suiza liderada en la Argentina por Carlos Espina, había hecho lo propio en diciembre al anunciar una inversión de 120 millones de dólares para la ampliación de su planta de Malagueño, en la provincia de Córdoba.
En una reunión con Macri en Casa de Gobierno, los ejecutivos de la segunda cementera más importante del país -que en 2017 facturó más de 7.300 millones de pesos- dijeron que la medida permitiría crear 100 puestos de trabajo “directos e indirectos”.
Oligopolios bajo la lupa. Loma Negra y Holcim dominan un negocio concentrado en muy pocas manos.Detrás de ellos se ubican Cementos Avellaneda (propiedad de la española Cementos Molins, con una facturación de 5.940 millones de pesos en 2017), Petroquímica Comodoro Rivadavia (PCR, de las familias Brandi y Cavallo, con 5.730 millones) y no mucho más.
En mayo pasado, tras un fuerte aumento de precios, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), que depende del Ministerio de la Producción, abrió una investigación contra estas empresas por presunta colusión y supuesto comportamiento oligopólico.
“Lo que se abrió no es un expediente sino una investigación de mercado”, explicaron fuentes del organismo.
Si bien declinaron dar detalles, aseguraron que es posible que la pesquisa derive en una serie de recomendaciones de cambios normativos o regulatorios que alienten la competencia en el mercado cementero.
“Si se encuentran indicios de comportamientos anticompetitivos, podremos recomendar abrir una investigación contra una empresa o contra varias empresa”, advierten en la CNDC.
Desde Loma Negra aún esperan novedades. “A la fecha no hemos tenido actualizaciones respecto de las investigaciones. Nosotros estamos respondiendo en tiempo y forma todos los requerimientos de información que nos han solicitado”, concluye Faifman.
por Federico Poore
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