Maestro de la acuarela, brillante en el manejo de la luz y el color, el perceptivo artista inglés Joseph Mallord William Turner (1775-1851) fue un gran dibujante y pintor que tuvo el atrevimiento de experimentar y de ejercitar otra manera de mirar. Cultivó, y luego, se alejó de la tradición académica, adelantándose a su tiempo con una obra que prefiguró el impresionismo y la abstracción, movimientos artísticos de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Aún cuando fue estimado artísticamente y tuvo éxito comercial este atrevimiento fue incomprendido; algunos pensaron que se encaminaba hacia la demencia, como la de su madre que terminó en un hospicio. Considerado el mejor artista inglés de todos los tiempos, el autor es homenajeado a través del prestigioso y promocionado Premio Turner concedido anualmente a un artista británico.
La maravillosa exhibición “J. M. W. Turner. Acuarelas”, en Museo Nacional de Bellas Artes, presenta por primera vez en la Argentina un conjunto de 85 magníficas acuarelas sobre papel, pertenecientes a Tate Collection de Londres. Esta es una oportunidad excepcional de conocer su trabajo de primera mano; sólo existe una única y bella pintura del artista exhibida al público en el país, que pertenece a Colección Amalita (Colección Fortabat) en Puerto Madero.
Curada por el inglés David Blayney Brown, uno de los mayores expertos en Turner, la exposición está organizada en seis núcleos. Ofrece una perspectiva general de la producción de Turner, que suma más de las 30.000 obras en papel, 300 pinturas al óleo y 280 cuadernos de bocetos que posee Tate (legado donado a Inglaterra en 1856, cinco años después de la muerte del artista). El número de acuarelas exhibidas da como resultado una muestra amigable, para ser saboreada con detenimiento. ¿Después de todo, cuántas imágenes pueden ser asimiladas por una persona?
Quiebre. “Testigo privilegiado de la Revolución Industrial inglesa, las locomotoras, los barcos, los puentes, las ciudades y las multitudes están presentes en sus telas y en sus acuarelas, donde las aguas, la niebla, la luz se transforman en protagonistas activos. Con su obra, de un realismo onírico y técnica brumosa, Turner dio inicio a una ruptura en la historia de la percepción visual en Occidente”, apunta el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Duprat.
Cronológica y temática, “William Turner. Acuarelas” no sólo da cuenta de su talento, del delicado arte de la acuarela y de la importancia de ésta en su vida y obra -utilizó la técnica de la acuarela en sus óleos- sino que descubre para el espectador, también a través de algunos dibujos que fueron boceto de otras obras, un arco de intereses que va más allá de su admirable interpretación del paisaje y del poder de la naturaleza. Incluso se aproximó a temas históricos y políticos, como “Funeral de Sir Thomas Lawrence: Boceto de memoria”, exhibido en 1930, o “La elección de Northampton, 6 de diciembre de 1830”, c. 1830-1831. El curador explica que, en esta acuarela, gouache y tinta sobre papel -con gente con banderas celebrando en la calle la elección del progresista Lord Althorp, como miembro del parlamento de Northamptonshire-, Turner demuestra sus simpatías políticas.
El recorrido conduce al espectador a través de diferentes etapas de más de medio siglo de labor continua: “Obra temprana, de la arquitectura al paisaje”, “Los años en Inglaterra (1805-1815)”, “Dentro y fuera de Inglaterra (1815-1830)”, “Luz y color”, “El turista británico”, “Obra tardía: mago y maestro”. Así se pasa de las piezas realizadas a fines del siglo XVIII -cuando ejecutaba por encargo estudios topográficos y motivos arquitectónicos- a los paisajes de Inglaterra y Gales. Dos piezas realizadas con 36 años de distancia permiten percibir claramente las diferentes etapas de su producción artística: “Vista en el río Avon Gorge”, 1791, y “El artista y sus admiradoras”, 1827. Tras el fin de la guerra con Francia, se abren las fronteras y la posibilidad del artista de viajar al exterior. Incansable artista viajero, visitará repetidamente parajes de su país, Francia, Suiza, Italia. “Venecia: vista a través de la laguna en el crepúsculo”, 1840, fue pintada en su tercera visita a la mágica ciudad.
“Turner dibujó y pintó el cielo, las nubes, y el tiempo toda su vida, Cuando era chico le gustaba ir hasta Hampstead Heath, en el norte de Londres, y acostarse para pintar el cielo; al regresar a la ciudad vendía el trabajo del día”, dice David Blayney Brown. Su interés por las condiciones climáticos atmosféricos dio como resultado sublimes imágenes de arcoris, reflejos de la luz del sol y la luna, tormentas y naufragios, como éste de 1834 (ver foto) probablemente relacionado con El Faro “Longship, Land’s End”.
La entrada, 100 pesos; gratuita para jubilados, menores de 12 años, personas discapacitadas y grupos educativos. Martes, ingreso gratuito para todo público, también de miércoles a domingos a partir de las 19. Con catálogo profusamente ilustrado; al 17/2.
por Victoria Verlichak
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