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POLíTICA | 01-05-2019 12:58

Quién es Claudine Marechal: la mujer que más influye sobre Roberto Lavagna

La esposa belga del candidato no aparece, pero es pieza clave en la intimidad. Acento francés y campo. Por qué lo “saca de quicio”.

La última vez que Sergio Massa visitó a Roberto Lavagna en su casa del barrio porteño de Saavedra, Claudine Marechal levantó el smartphone y congeló el momento en una foto para calmar la tensión. La esposa belga del ex ministro de Economía se oculta de los flashes y los micrófonos, pero está siempre cerca: fue quien le avisó que Miguel Ángel Pichetto estaba en la puerta de la casa de Cariló de la que su esposo salió en medias y sandalias; es quien recorre los remates para vender los animales de la cabaña familiar; y atiende el teléfono de línea que aún conservan.

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Claudine Marechal: Voy a seguir de esa manera.

Noticias: En la campaña de 2007 lo acompañó públicamente.

Marechal: En este momento no me parece correcto, así que no voy a contestar preguntas. Quizás en otro momento.

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“Clo”, como le dice Lavagna, es amable y se ríe. Su acento es francés, aunque hace más de 40 años que vive en Argentina, el país donde más tiempo lleva radicada. Nació en Bélgica, se mudó a los seis meses a África, volvió a los 15 años a Bruselas, donde vivió una década, y volvió a saltar de continente.

“Con mi marido llevamos 49 años de casados”, dice Marechal a NOTICIAS. Es la única pregunta que acepta contestar. Se conocieron mientras él hacía un posgrado de Econometría y Política Económica en la Universidad de Bruselas. Y desde entonces no se separaron.

Marechal estudió Terapia Ocupacional en la Universidad de Quilmes y desde 1995 trabaja en el Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas “Norberto Quirno” (CEMIC). Se especializa en lesiones graves de manos y bebés.

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Padres. Claudine y Roberto tienen tres hijos: Sergio (47), Marco (44) y Nicolás (37). El mayor es ingeniero industrial, ingresó a Siderca en 1997 y actualmente es director de procesos comerciales en Tenaris, una de las empresas del grupo Techint de Paolo Rocca, con quien su padre tiene una buena relación.

Marco es el único que siguió los pasos del patriarca: estudió Economía en la UCA, es diputado nacional, jefe de campaña de Roberto y precandidato a jefe de Gobierno porteño (ver recuadro). Y el más chico eligió seguir a su madre: es médico del CEMIC, especializado en medicina familiar.

“Cada vez que alguien se enteraba de quién era yo me pedía subsidios, plata o algún préstamo”, contó Nicolás Lavagna al diario La Gaceta en 2005, antes de que su padre saliera eyectado del Ministerio de Economía de Néstor Kirchner, por denunciar la cartelización de la obra pública. El Lavagna menor tenía entonces 23 años, recorría Tucumán como residente y se ilusionaba con ser un médico de montaña: “Me gusta la medicina rural porque son comunidades muy descuidadas. Sólo son tenidas en cuenta cuando llegan las elecciones”.

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Padres e hijos comparten un negocio: la cabaña La Clo, de la firma Burg SA, creada en 2008. La empresa comenzó en un campo de Máximo Paz, en Cañuelas, con 26 vacas y hoy participa en remates de renombre.

Fue “Clo” la impulsora, para ayudar a una nieta que temía a los animales. “Yo dije ‘no puede ser que mi nieta no se pueda asociar con un animal’ y de ahí empecé. Justo Roberto empezó su carrera política dentro del gobierno de Duhalde y yo tenía que hacer algo porque no tener un marido, tenerlo y no tenerlo era algo bastante complicado”, contó Marechal en uno de los remates.

Oculta. En 2007, cuando Lavagna recorría los canales de TV como candidato a Presidente, “Clo” lo acompañó al living de Jorge Guinzburg en “Mañanas informales”, donde contó que era ella quien “manda en la casa”. Después fueron juntos a la mesa de Mirtha Legrand. “¿Vino con su mujer porque lo favorece?”, sorprendió “La Chiqui” al candidato con acertada puntería.

El equipo de campaña de Lavagna la había pensado como una carta para relajar la imagen dura del economista. La señora de Lavagna habló del precio del tomate, de su esposo como abuelo y se animó a meterse en la política: “No entiendo cómo Scioli deja que lo basureen”.

Quienes conocen a Marechal la definen por la buena mano para la cocina y su intensidad. “Hay momentos en que me saca de quicio”, contó Lavagna a La Nación, también en 2007. “Claudine no se sale de quicio. Siempre actúa como el oráculo de Delfos: me dice que haga lo que yo siento, por lo cual uno puede interpretar lo que guste”. ¿Qué interpretará esta vez?

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El otro Lavagna. Desde un escenario de 360 grados, Marco Lavagna se lanzó el martes 23 de abril como precandidato a jefe de Gobierno porteño. En primera fila hubo varios dirigentes del Frente Renovador, como Aldo Pignanelli, Julio Piumato y las diputadas Mirta Tundis y Carla Pitiot. "Es una muestra de que se le están yendo", lanzaron desde el "lavagnismo". “Le consultaron a Sergio si podían ir”, aseguraron en el massismo.

Por lo bajo, Massa no termina de digerir que Lavagna, el economista estrella del equipo, se haya cortado solo. En su entorno, le adjudican un grado de “soberbia” al presentarse a sí mismo como el candidato surgido de la “aclamación”. Marco, como jefe de campaña de su padre, hace equilibrio entre los dos bandos.

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