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COSTUMBRES | 13-05-2019 12:34

Vuelve el gurú del movimiento "slow"

A 15 años de “Elogio de la lentitud”, Carl Honoré, nos explica por qué su filosofía del relax y la calma es más necesaria que nunca.

Quince años atrás, Carl Honoré descubrió que quería dejar de ser una liebre para convertirse en una tortuga. Según recuerda “estaba totalmente contagiado de la aceleración hasta los huesos”. A los 51 años, confiesa que hubo un antes y un después cuando descubrió que esa furiosa prisa había llegado a afectar sus momentos de interacción familiar. “Ahora tengo una vida interesante, hago muchas cosas, pero me he quitado de encima esa presión por hacerlo todo al instante”, reconoce el periodista y escritor canadiense, radicado en Londres, que además de su famoso bestseller disparador del movimiento “Slow”, “Elogio de la lentitud”, también ha publicado “Bajo presión” y “La lentitud como método” (RBA) y tiene en la gatera un nuevo libro sobre la vejez y la longevidad.

De paso por Buenos Aires (ciudad vertiginosa, agitada y hasta casi inspiradora de su movimiento, dónde Honoré vivió en plena avenida Córdoba en “la época menemista del deme dos”), este embajador del movimiento lento que recorre el mundo para ayudarlo a bajar un cambio, le cuenta a NOTICIAS sobre la virulencia y las repercusiones del virus de la prisa en un mundo tecnificado, alienado y furioso, y nos aconseja qué hacer para cambiar nuestra forma de vivir en “modo avión” y recuperar la “velocidad crucero” en el día a día.

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Rápidos y furiosos. En Francia hay un tren que viaja a 574.8 km/h. En Japón hay un McDonald’s que promete servir tu hamburguesa en menos de 60 segundos. Hay publicaciones que aseguran poder enseñarte a hacer el amor en 5 minutos, cuentos infantiles para contar en uno y hasta una versión compacta del mismísimo manuscrito de Honoré que puede leerse en apenas nueve. ¿Hay alguna posibilidad de que como sociedad levantemos el pie del acelerador?

Noticias: ¿Qué le pasó al mundo en estos quince años desde la publicación de su primer libro sobre el tema, “Elogio de la lentitud”?

Carl Honoré: Se ha acelerado. Cuando hablamos del tema por primera vez, las redes sociales y los celulares eran incipientes. La idea de que todo tiene que ocurrir en el acto, hoy es mayor. Pero, por otro lado, la noción de lentitud ha empezado a arraigar y va frenando la ola de la rapidez tecnológica, aunque está sea voraz y tremenda. Hoy ya no hay más opciones, porque como planeta y como seres humanos estamos llegando a un punto de inflexión. Tenemos que frenarnos, sí o sí.

Noticias: ¿Cuáles son los síntomas de una vida demasiado veloz?

Honoré: Infectarte del virus de la prisa tiene daños inmediatos en la salud. Cuerpo y mente dicen “basta”. Otra señal muy típica es la falta de memoria. Vivir acelerados nos quita la posibilidad de recordar, no lo inmediato, sino aquellos momentos fundamentales de nuestra vida: encuentros con amigos, fiestas, aniversarios. Gente que no sabe con quién habló el día anterior. Que no recuerda el nombre de alguien querido en su vida. Vivimos haciendo cosas, pero no somos capaces de tomar consciencia ni nos permitimos disfrutar de nada de lo que hacemos, porque siempre estamos pensando en lo que viene después. Por eso otra señal importante es perder la capacidad de gozo. Hacer sin disfrute. Una vida donde se sacrifica calidad por cantidad

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Noticias: ¿La prisa es una cuestión de edad?

Honoré: Hay algo de “ebullición de la juventud”, pero también se puede ser mayor y temerle al paso del tiempo y encontramos con seres súper acelerados.

Noticias: ¿Hay una lentitud buena y una mala?

Honoré: La mala lentitud es la que te aleja de las cosas sanas, de lo que te provoca placer. Buenos Aires es un ejemplo perfecto. El tránsito, los piquetes, los trámites burocráticos, te quitan muchísimo tiempo. Cuando perdés horas de tu vida en una cola, tenés que acelerarte en el resto de tus cosas. La esencia de la filosofía “slow” es hacer las cosas con calma y al propio ritmo para disfrutarlas. Sin exageraciones, porque que cuando vamos demasiado lento también nos sentimos frustrados e infelices.

Noticias: ¿Hay diferencias de género a la hora de desacelerarse? ¿Le cuesta más al hombre o a la mujer?

Honoré: El tabú principal contra la lentitud es que para muchos es sinónimo de pereza. Pero también es sinónimo de debilidad o vulnerabilidad, algo muy ligado a la noción de feminidad. Ser veloz y atrevido es marchar al frente de la manada. Entonces a los hombres les cuesta un poco más pisar el freno, porque eso significa perder la delantera, ser más débil y por ende, femenino. Por otro lado, las relaciones humanas suelen ocupar más espacio en la vida de la mujer, algo muy beneficioso que puede ser un arma de doble filo. Las mujeres hacen casi todo el trabajo emocional de la familia, lo que les quita tiempo para sí mismas.

Noticias: ¿Cómo responde el mundo laboral a esta tendencia a hacer todo más lento?

Honore: Están cada vez más abiertos. Por ejemplo, Amazon arranca sus reuniones con un pedido de silencio de 20 minutos para reflexionar o meditar, y luego la reunión es más eficiente y creativa. Porque la paradoja de la lentitud es que después hace que todo sea más rápido y mejor. En las empresas se están creando pequeños momentos para parar la vorágine del ahora. Que cada uno pueda ser autónomo a la hora de diseñar su cronograma y su agenda es la utopía que se quiere lograr.

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Noticias: ¿Qué grado de culpa tiene el sistema capitalista?

Honoré: Mucha. Yo no soy anticapitalista, pero ha surgido un modelo de “turbo capitalismo” letal. Estamos atrapados en un carrusel de consumo, de producción y búsqueda compulsiva de recursos financieros como fin en sí mismo. Debemos discutir qué tipo de sociedad queremos dejarles a nuestros hijos y nietos.

Noticias: ¿La aceleración provoca violencia?

Honoré: La rabia flota en la atmósfera. Todo objeto inanimado o ser viviente que se interpone en nuestro camino, que nos impide hacer exactamente lo que queremos hacer cuando lo queremos hacer, se convierte en nuestro enemigo. Hemos perdido la capacidad de esperar. La cultura de la gratificación instantánea es muy peligrosa. Trump es un ejemplo de esa aceleración vital que provoca falta de conexión, de escuchar al otro.

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Noticias: Usted conoce bien a los argentinos. ¿Cómo nos ve?

Honoré: La cultura argentina tiene a la familia como su eje principal. Esto sirve como un freno para ralentizar. La familia lleva tiempo. Es algo que los anglosajones hemos perdido, y creo que es algo que los argentinos no deben menospreciar, sino por el contrario, cultivar. Nadie en su lecho de muerte piensa: “¡Ojalá hubiera pasado más tiempo en la oficina!" Lo que uno siempre recuerda son los momentos de estar con los afectos. Pero también es real que muchas veces la familia te atrapa o te ahoga. Pero eso es la vida, los claroscuros.

Noticias: La tecnología nos conecta más pero también nos ha aislado más.

Honoré: Me da miedo, pero no por esta generación sino por todos. Si uno mira las cifras de horas dedicadas a las redes sociales (hay estudios que dicen que llegamos a tener más de 1000 interacciones con los artefactos tecnológicos por día), se da cuenta que la gente se está encerrando en burbujas. Pero nos estamos dando cuenta de esta alienación y estamos buscando una relación más equilibrada con ella.

Noticias: Los millennials y la Generación Z buscan aprovechar el momento sin inmolarse en la oficina.

Honoré: Esta generación a pesar de sus fallas me da mucha esperanza: los jóvenes llegan al mercado laboral con una visión distinta, no quieren sacrificar su salud o su vida como sus padres por correr tras la zanahoria o por una empresa que te tira a la basura a los 45 años. Quieren trabajar para empresas que no destrocen el medio ambiente, que tengan responsabilidad social, que devuelvan algo a la comunidad. Pero es real que por otro lado hay algo de inmadurez. Algo que quizás no sea tan malo, porque tenemos vidas más largas y entonces hay menos apuro por madurar.

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Noticias: ¿Qué pasa con estos nuevos padres más cercanos, pero a la vez más vigilantes y más competitivos?

Honoré: La crianza moderna es una cruza entre un deporte de alta competencia y el desarrollo de un producto. Lo único que prima es la búsqueda de la perfección. Para poder tener esta infancia perfecta, como padres sentimos la inmensa presión de tener que darles a nuestros hijos lo mejor de todo y hacer que ellos logren ser los mejores en todo. Es tremendo creer que el carril del éxito sea uno solo y que uno no puede desviarse ni un milímetro porque sino es un desastre total. En este momento tan sofocante de la híper parentalidad hay un estado de pánico tan profundo que solo parece que es todo o nada. O mi hijo está en el carril correcto o es un perdedor. Y es algo muy malsano porque hay todo un abanico de posibilidades.

Noticias: ¿Hay beneficios reales al adherir al movimiento “slow”?

Honoré: ¡Por supuesto! Primero se tiene una mejor salud. También hay un aumento de la creatividad y la eficiencia. Esto es importante a nivel macro global, ya que si vivimos a un ritmo acompasado vamos a tener un sistema económico capitalista más sostenible que no destroce el planeta. Un beneficio central es que nos permite recuperar la conexión con los demás. Lo que se sacrifica en el altar de la velocidad son esas relaciones que no se pueden acelerar. Uno no se puede enamorar más rápido porque junio es un buen mes para casarse. Cuando nos ralentizamos también ganamos una mayor profundidad a nivel personal, porque nos damos el tiempo para enfrentar las grandes preguntas, como quién soy, cuál es mi rol en este mundo.

CINCO ACTITUDES 'SLOW'

1. Dormir: Un mínimo de siete horas, para recuperar fuerzas.

2. Trabajar: Producir con calma, calidad y horarios adecuados.

3. Pensar: Cocer las ideas a fuego lento para asegurarnos de su éxito

4. Hijos: Tratarlos como personas en lugar de productos o proyectos

5. Esperar: La paciencia es clave para gozar las cosas en su momento.

por Gabriela Picasso

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