Fue George W. Bush quien acuñó la expresión "Eje del mal" en su discurso del Estado de la Unión en 2002 para referirse al Irak, Irán y Corea del Norte, a los cuales posteriormente se agregaron Libia, Siria y Cuba.
En la misma línea, Donald Trump, tiene en su mira hoy a tres de esos seis (Irán, Corea del Norte y Cuba; se retiró el año pasado de Siria), y suma a los dos rivales de peso que suelen asociarse a los anteriores: China y Rusia.
Con el primero la puja se sinceró desde su campaña presidencial y tuvo el año pasado una guerra comercial declarada, que se frenó con el armisticio en Buenos Aires, en el marco del G20. Pero la furia del magnate revivió en la última semana anunciando nuevas trabas a las importaciones chinas.
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Con Rusia, supuesto socio en las sombras de su victoria electoral en 2016 (acaba de ser exonaerado en el Russia Gate), tiene diferencias por su apoyo a Cuba y Venezuela, el más reciente foco de conflicto.
China. La semana pasada el presidente estadounidense le puso más presión a la guerra con el gigante asiático al afirmar que quiere eliminar el déficit comercial entre ambos países. "Estados Unidos pierde cada año entre 600.000 y 800.000 millones de dólares al año en comercio", marcó desde su cuenta en Twitter. "Y Con China perdemos 500.000 millones de dólares. ¡Lo siento, pero eso ya no va a pasar más!", subrayó Trump. El presidente redondea para arriba: según el Censo de la Oficina de Análisis Económico, el país norteamericano tiene con China un déficit de 419.000 millones de dólares (374.140 millones de euros).
Y para revertirlo, amenaza con incrementar del 10% al 25% los aranceles aprobados sobre importaciones de productos chinos: acortaría la diferencia en 200.000 millones de dólares de un saque.
El secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin, aseguraba el último fin de semana que "las conversaciones comerciales entre China y Estados Unidos están entrando en la fase final". En ese marco, lo de Trump podría sonar a golpe de efecto para lograr algunos puntos más en el acuerdo que redactó el Secretario de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer, para tratar de resolver los problemas entre ambos países.
Pero no. El presidente Trump da pelea en todos los frentes: le reclamó esta semana a la Reserva Federal (Fed) una "expansión cuantitativa" y que "baje los tipos de interés" para crecer al mismo nivel que China.
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"Nuestra Reserva Federal ha subido los tipos de interés de manera incesante a pesar de que la inflación es muy baja y ha instaurado una gran dosis de contracción cuantitativa", criticó el presidente.
Actualmente, la autoridad monetaria tiene fijados los tipos de interés en un rango objetivo de entre el 2,25% y el 2,50%.
"Lo estamos haciendo bien con un crecimiento del PIB del 3,2%, pero con nuestra maravillosa baja inflación, podríamos estar estableciendo grandes récords y, al mismo tiempo, hacer que nuestra deuda empiece a parecer pequeña", remató Trump que ya sueña con la reelección y quiere hacer foco en la recuperación económica durante su mandato.
Cuba. El trasfondo del endurecimiento de la relación con Cuba está ligado al apoyo de la isla a los regímenes de Venezuela y Nicaragua.
Esta semana, el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, acusó directamente a agentes de Cuba y Rusia de apoyar al presidente venezolano, Nicolás Maduro. Miguel Díaz-Canel, presidente cubano, contestó vía Twitter acusando a Estados Unidos de propagar "mentiras y calumnias" para "justificar su descalabro en Venezuela".
La Unión Europea y Canadá consideraron que el endurecimiento de las sanciones a La Habana por parte de Estados Unidos fomenta el miedo de las empresas a invertir en la isla, en un momento en que la economía cubana pasa por malos momentos por la crisis venezolana: encuadraron su reclamos a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC). El bloque comunitario es el mayor inversor en la isla y el principal socio comercial, con un 35 por ciento del comercio de La Habana y con unas exportaciones a Cuba de unos 2.200 millones de euros frente a los 400 millones de importaciones de productos cubanos.
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Claro que esto a Trump lo tiene sin cuidado. Al único que respeta en esa puja es a Vladimir Putin, con quien se cruzó via telefónica en la última semana.
Washington acusó a Moscú de frenar la dimisión de Maduro y de frustrar la "Operación Libertad" alertando al presidente venezolano sobre las maniobras políticas de altos cargos chavistas y la oposición para derrocarle, lo que habría hecho que el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, entre otros, recularan.
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Y los cancilleres de ambas potencias se verán las caras la semana entrante. Mike Pompeo y Serguéi Lavrov acordaron esta semana durante un breve encuentro en Finlandia que tratarán el tema Venezuela. Estados Unidos presiona para que el Kremlin le suelte la mano al régimen chavista. "Maduro es un renegado, no un líder", lo lanzó Pompeo a Lavrov que insistió con que "una intervención militar en Venezuela sería catastrófica e injustificada".
El Secretario de Estado y el canciller ruso analizaron también la situación en Corea del Norte, tras los contactos de ambos países con el régimen comunista que lidera Kim Jong Un para avanzar hacia la desnuclearización y pacificación de la península coreana.
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