Unas 20 mil personas lo esperaban bajo la lluvia en Plaza del Duomo. Matteo Salvini, el vicepremier y ministro del Interior italiano, cerró el sábado pasado la campaña de las próximas elecciones europeas en Milán, su ciudad natal. En el escenario lo acompañaban 11 líderes ultraderechistas de todo el continente, que conforman el partido Europa de las Naciones y las Libertades (ENL) y que lo tienen a él, como líder natural del movimiento.
Al ritmo de “Ganaré”, de Luciano Pavarotti, Salvini subió al escenario rodeado de los líderes ultraderechistas y golpeó duramente a los representantes del stablishment: “Acá no hay fascistas. No es verdad tampoco que yo sea de extrema derecha. Los extremistas están en Bruselas y han gobernado 20 años Europa en nombre de la precariedad y la pobreza. Acá está la Europa originaria”.
(Te puede interesar: La rebelión italiana)
“¿Quien ha traicionada la Europa?” - continúo Salvini - “La han traicionado la elite y los poderes fuertes que la han ocupado en nombre de las finanzas, de las multinacionales, del Dios dinero y de la inmigración fuera de control, los Merkel, Macron, Soros, Junkel”. Y el público acompañó con los abucheos de rigor. “Basta Islam”, “Nosotros somos los verdaderos europeos” o “Turquía no será nunca Europa”, fueron algunas de las frases que resonaron durante la lluviosa tarde milanesa.
Indecisos. La renovación del Europarlamento será una gran prueba para los Populistas que cierran filas tras Salvini, ya que aspiran a convertirse en la tercera fuerza de la Cámara, por detrás del Partido Popular Europeo (PPE) y los Socialdemócratas (S&D), en un recinto continental cada vez más fragmentado.
(Te puede interesar: La grieta en Europa)
Ni los Populares ni los Socialistas tendrán mayoría absoluta, ya se sabe, pero este frente de Populistas y euroescépticos podría obtener un tercio de los 751 escaños que están en juego, lo que provocaría grandes cambios en materia de comercio, seguridad, migración y sobre todo, el Brexit. Algunos consideran que éstas serán elecciones históricas. Por un lado, será el último comicio con la participación de Reino Unido. Por otro lado, el socialismo español, que luego del triunfo local, espera poder tener un mayor peso en el Parlamento europeo.
Con Emmanuel Macrón en caída y Alemania en el medio de un cambio de ciclo político, todo depende de quién suplantará a Jean Claude Juncker, el actual presidente de la Comisión Europea, para mantener el balance o torcer el rumbo. Y la clave estará en la baja participación del electorado; se espera que sólo vayan a votar el 43% de los 500 millones de ciudadanos habilitados, de los cuales la mitad se declaró indeciso. El futuro de Europa está en las manos de los que no saben qué hacer.
Por Carla Oller (Desde Milán)
por Carla Oller
Comentarios