Alberto Fernández sabía todo. Se lo habían avisado temprano, cuando seguía por televisión y celular las elecciones provinciales del “Superdomingo” del 9 de junio: para las últimas horas del día se iba a cruzar en un móvil en C5N con Sergio Massa.
Entonces le mandó un mensaje a su flamante aliado. “Te voy a decir de tomar un café en estos días”, le avisó el candidato de Cristina Kirchner. “Está perfecto”, se divirtió el líder del Frente Renovador. Fiel a su estilo picarón, Massa le adivirtió que le iba a hacer un chiste en clave futbolera, sacando chapa con Tigre, el último campeón del fútbol local. Terminaron de digitar el diálogo y se despidieron hasta la charla televisiva. No hubo ninguna sorpresa en esa conversación prenunciada, a pesar de que lució espontánea.
“Tomemos un café, terminemos con esto”, le dijo Fernández a Massa en vivo, a las 22.55 de esa misma noche. El tigrense aceptó y lo chicaneó: “Te quiero hacer un recordatorio, Argentinos no pudo en semifinales lo que Tigre pudo en la final. Pensalo en términos políticos”. El mensaje estaba dirigido a las chances que tendrían uno u otro en un eventual ballottage contra Mauricio Macri, referente y ex titular de Boca, el club al que el Tigre de Massa le ganó y el Argentinos de Alberto no.
Desde el kirchnerismo juran que la charla la arregló Alberto, y ponen esa anécdota como ejemplo de lo que va a ser la alianza electoral con Massa: una unión estratégica, con mucho recelo y desconfianza de por medio, donde el elegido por CFK y ella misma van a tener la voz cantante. Massa sólo va a ser el candidato que encabece la lista a diputados por Buenos Aires, aseguraban desde el bando de la líder de la oposición, lo cual finalmente se decidió el pasado 18 de junio, y aceptan, con molestia, que van a tener que entregar algunos lugares en las listas. El tigrense, por ahora, se rebela, y demanda un mejor trato.
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Mientras tanto, el Gobierno sigue las negociaciones con recelo: tienen fresco el recuerdo del propio Massa, tan sólo días atrás, exigiéndoles puestos como el del directorio de YPF para alejarse de los Fernández e ir con su propia fórmula a las elecciones. En política, sobre todo en Argentina, todo cambia. Muy rápido.
El café del que hablaron por televisión se concretó el miércoles 12. Massa fue hasta la oficina de Alberto Fernández, en el barrio porteño de Monserrat: hubo foto y oficialización del frente. “Todos” se llamará la coalición opositora que quiere destronar a Macri.
Acuerdo. El martes 11 faltaban 30 horas para el cierre de alianzas. En la vereda de las oficinas de Recoleta del Frente Renovador, donde los periodistas esperaban una definición que no iba a llegar, hacía frío. Pero adentro también. En el primer piso, donde Massa recibía a dirigentes peronistas filo K, que habían ido a negociar la coalición, había caras de preocupación. “Está todo tenso”, le revelaba un vocero del tigrense a NOTICIAS. Se notaba. La confusión en el edificio de Libertador 850 era tal que todavía colgaban de sus paredes cartelería de Alternativa Federal, ese intento de nuevo espacio que cayó en desgracia antes de nacer.
El de Tigre fue el primero en hablar, aunque no dio definiciones. Apenas un balbuceo de pocos minutos antes de retirarse. Tras bambalinas, el consultor español Antoni Gutiérrez Rubí, ex asesor de CFK y actual de Massa, daba órdenes como un director de orquesta, aunque sus músicos tenían más dudas que certezas. Fue un primer anuncio fallido.
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De a uno, los dirigentes que participaron de la reunión comenzaron a retirarse con gesto adusto, alrededor de las 19. El más descontracturado fue el presidente del PJ bonaerense, Gustavo Menéndez.
Noticias: ¿Se discutieron cómo van a repartir los cargos?
Gustavo Menéndez: No se habló de cargos, esto es más grande. Mirá si este acuerdo se va a caer por quién por una intendencia.
Noticias: ¿Los sorprendió la decisión de Pichetto de ir de candidato a vice con Macri?
Menéndez: Era la crónica de una decisión anunciada. Todos la veíamos venir. Ahora, ¿cuántos votos suma Pichetto?
El intendente de Merlo levantó la voz para que lo escuchen: “¿Alguien sabe donde están los votos de Pichetto?”, repetía entre risas.
Para los peronistas K, la decisión de Pichetto de acompañar a Macri puso sobre tablas la revisión del pasado. Porque el senador fue tan crítico de su flamante compañero de fórmula como Alberto y Massa lo fueron de Cristina después de abandonar la jefatura de Gabinete K cada uno a su turno (y sin embargo, los dos volvieron con ella, su madre política). El revoleo de archivos quedó neutralizado.
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Después de tanto coqueteo, Massa visitó a Alberto Fernández. el miércoles 12. “Es una demanda que nace en las calles”, dijeron en un escueto comunicado, en el que oficializaban la alianza. Fue apenas el comienzo: ahora empieza la batalla por los lugares en las listas.
Cortocircuitos. Hace cuatro meses un operador importante del kirchnerismo se juntó con NOTICIAS. Aseguraba que sólo restaban detalles para que se cierre la llegada del tigrense al kirchnerismo. “Máximo Kirchner y 'Wado' de Pedro están hablando con Sebastián Galmarini (hermano de Malena y fundador del Frente Renovador) y con Massa”, dijo el hombre del círculo cristinista. Este medio se comunicó con Galmarini y con voceros autorizados del Instituto Patria. Ambos desmintieron con intensidad la novedad. “Cada uno tiene su espacio y su proyecto político”, aseguraban, mientras que Massa sacaba pecho de “no hablar” con CFK desde que se fue del gobierno K.
Ahora, al momento del cierre de las alianzas, Massa se muestra sonriente junto a todo el aparato del kirchnerismo. Volvió, como había jurado no hacer, obligado por el laberinto electoral que lo había marginado. La presión de su base política, que se juega el puesto en las elecciones, la presión del propio Alberto y de los emisarios K, y el naufragio de Alternativa Federal lo obligaron a tragarse sus propias palabras y abrazar otra vez al cristinismo del que proviene. Sin embargo, por abajo de las firmas y las alianzas no todo es color de rosas. “Estos días, hasta la presentación de las candidaturas, van a ser una guerra”, cuenta un operador del Instituto Patria. Hay varios en ese espacio que están exhaustos y hasta enojados con las pretensiones del líder del Frente Renovador.
“Viene con un 6 o 7% de votos y nos quiere imponer la mitad de las candidaturas”, cuentan, y aseguraron que la idea de una PASO entre él y Fernández es inviable, y que la pose de Massa en ese sentido era sólo una postura mediática. “Los intendentes van a querer imponer su lista, Sergio tiene la suya y nosotros la nuestra. Va a estar difícil la negociación”.
Pasado. El día del cierre de alianzas, Massa llegó a las oficinas de Alberto Fernández cerca de las 18. Entró sonriendo a tomar el prometido café. Pero la relación, que lleva décadas, no siempre fue la mejor.
Fernández y Massa son viejos conocidos. Cuando Néstor Kirchner llegó al Gobierno, con Fernández como jefe de campaña y luego de Gabinete, Massa ya estaba en la gestión nacional. Había sido designado en 2002 como titular de la ANSES por el entonces presidente Duhalde, y en ese cargo se quedó durante la primera presidencia pingüina.
Fueron cuatro años de una exposición creciente para ambos dirigentes, con roles de peso dentro del Gobierno: el manejo de la caja previsional para uno y la coordinación de todos los ministerios y el trato con la prensa para el otro. Sin embargo, los dos terminaron igual: enfrentados con Néstor y Cristina, y dando un portazo. Fernández fue el primero en hacerlo. Desgastado por la crisis con el campo, en la que Néstor lo veía como el principal culpable, con críticas a la gestión de la entonces presidenta y cansado de las formas de la pareja K, el jefe de Gabinete presentó su renuncia en julio de 2008 y provocó la furia en Olivos. CFK lo llamó ese mismo día. “Tengo a tu reemplazo”, le dijo para molestarlo, “es Sergio”.
Massa llevaba apenas seis meses como intendente de Tigre cuando pidió licencia para suceder a Alberto. CFK obligó al hombre del bigote a ir a la jura de su reemplazo, y Massa abrazó a su antecesor durante varios segundos para las cámaras. “Alberto es un hombre de bien, sé que me va a ayudar”, dijo entonces Massa. “Es mi obligación”, respondió, con cortesía impostada, Fernández.
Sin embargo, en la intimidad la relación era mala, y de hecho, algunos creen que Cristina eligió a Massa para molestar a Alberto.
Un ex funcionario K que entonces ocupaba la primera línea del Gobierno y que hoy se mantiene alejado del espacio recuerda los cruces políticos: “Alberto siempre cuidaba las cuentas públicas y la sustentabilidad del sistema previsional, y creía que Sergio, con las acciones que hacía para que todos se pasen al sistema estatal de ANSES, los ponían en riesgo”. Tampoco había un feeling personal: “No se daban bola. En un momento armamos un ‘Sub 40’ de dirigentes y cuando le contamos a Alberto que estaba Sergio, no le gustó nada”, asegura el hombre.
Un año después del recambio, Massa repetía los pasos de Fernández, y se retiraba de Balcarce 50 en un pésimo clima. ¿El motivo? Néstor lo acusaba de haber militado más en Tigre por su esposa, la candidata a concejala Malena Galmarini, que por el ex presidente, que encabezaba la boleta de diputados nacionales en las legislativas de 2009. La relación con Kirchner nunca había sido buena y los resultados de esa elección terminando por exponer las fracturas: Galmarini sacó 14 puntos más que el ex presidente. Cuando vio los resultados, Néstor entró hecho una furia al despacho de Massa. “Me cagaste”, le espetó.
Lejos de Cristina, los dos dieron la vuelta por todo el peronismo antes de volver a casa con mamá CFK. Hasta trabajaron juntos contra ella en las elecciones de 2013, Sergio como candidato en las legislativas bonaerenses y Alberto como su armador. Le ganaron a Martín Insaurrralde y así le dieron un duro golpe a la jefa.
Negociaciones cruzadas. El llamado de Pichetto en la tarde del martes 11 descolocó a Massa. “Acepté ser candidato de Macri”, lo alertó. “Te deseo suerte”, le respondió el de Tigre, según revela un testigo. Horas después recibiría al peronismo en sus oficinas, y por eso la noticia le produjo un cimbronazo. “Nos dejó en un lugar de debilidad”, confiesa un dirigente del Frente Renovador a NOTICIAS. Es que el tigrense se quedó sin alternativas para negociar: no hay plan b.
Massa, sin otro camino, se mantuvo firme ante sus exigencias al kirchnerismo: mantener las diez bancas de diputados provinciales en Buenos Aires y meter cuatro diputados nacionales entre los primeros 15 de la lista. “Cinco, si Sergio va de primer candidato”, avisaba un ex intendente del Frente Renovador.
En el armado provincial, Massa pide que cada intendente decida si le abre o no la PASO a su contrincante. Y en el caso de los “sin tierra”, el derecho lo tiene quien mejor mida. Parece poco, pero no lo es: más de un cacique local no quiere abrir esa posibilidad. También hay un ruido por la intendencia de Tigre. Desde el kirchnerismo aseguran que Massa les pidió el lugar que hoy ocupa su otrora delfín, Julio Zamora, a quien piensa reemplazar con su esposa. De todas maneras, eso será parte de la negociación picante que cerrará en la medianoche del 22.
Desde hace tres meses Massa convive con presiones en el interior del Frente Renovador. “Nos quedamos sin escenario”, aseguraban varias de sus figuras, que le repetían al tigrense que la polarización se estaba comiendo a la avenida del medio. Entonces fue cuando empezó a bucear en otras opciones, mientras intentaban hacer crecer infructuosamente a Alternativa Federal. Máximo Kirchner y “Wado” de Pedro arrancaron con el coqueteo y luego se les sumó Alberto Fernández. Con la que no hubo ni siquiera un mensaje fue con Cristina Kirchner. La bronca hacia su ex jefe de Gabinete continúa.
La ex presidenta considera al tigrense uno de los principales responsables de la judicialización de su figura. El bloque de Massa aprobó junto al oficialismo por unanimidad la ley del arrepentido, por lo que muchos funcionarios K terminaron detenidos. Además, es íntimo amigo de los enemigos de ella: los fiscales Guillermo Marijuan y Carlos Stornelli, y el juez Claudio Bonadio. Por eso, si ganan, será una alianza difícil de digerir para todas las partes. Sólo los une la necesidad, como a Macri y Pichetto.
Gobierno. Juan Manuel Urtubey le soltó la frase a un influyente funcionario del Gobierno. “¿Sabés lo difícil que es hablar y trabajar con alguien que te mira a los ojos y sabés que te está mintiendo?”, le dijo. “Es que lo que genera Sergio es impresionante: la gente no le cree nada”, remataba la escena, con su acento inconfundible. El entorno de Lavagna siguió el cierre de la alianza con una sensación similar. Todavía no se olvidan del día en que, a fines del año pasado, el tigrense fue a visitar a Lavagna a su hogar y, agarrándolo del brazo, le juró: “Si vos querés ir de presidente, yo me bajo”. Hay heridas que todavía no terminan de cerrar.
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En este sentido, en las últimas semanas el macrismo terminó de convencerse de que el apodo “Ventajita” lo define bien a Massa. Durante las negociaciones por el frustrado intento de rehabilitar las colectoras en la provincia, el entorno de Massa se comunicó con el equipo de Vidal para hacerle llegar sus exigencias. Para aceptar llevar como candidata a gobernadora a la mujer del PRO, el tigrense, aseguran desde el bando oficialista, hizo llegar insólitos pedidos. “Llenamos páginas y páginas con todo lo que nos pidió”, dicen. Y cuentan un pedido llamativo. “Quería, entre otras cosas, la presidencia de YPF”, contaban, y asociaban ese dato a la pública amistad que Massa mantiene con los empresarios Daniel Vila y José Luis Manzano, los socios que buscan expandirse por Mendoza. Las tratativas, finalmente, fracasaron. Desde entonces, los cerebros del oficialismo exageran tranquilidad: “Es una buena fórmula para que gane Mauricio. Cristina, Massa y Alberto Fernández son el pasado, y la gente no va a querer volver a eso”.
La noticia del cierre entre Alberto y Massa el mismo día que Macri confirmó a Pichetto como su vice preocupó a la gobernadora Vidal. Entendió que sin la boleta de Alternativa Federal en el cuarto oscuro para que le reste votos a Axel Kicillof, está más cerca de perder. En la provincia no hay ballottage: un voto más a favor del kirchnerismo sería catastrófico para su carrera política. De ser el mejor cuadro político de Cambiemos al llano, sin escalas.
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Algunos dirigentes oficialistas proponían una estrategia inmoral pero que podría ser muy efectiva: alentar a un opositor para que se suba al ring del peronismo en Buenos Aires y de esa manera le reste votos al ex ministro de Economía K. Con un par de puntos que rescate, podría darle la victoria a Vidal. Hasta vislumbraban que Pichetto podría dar una mano en el contacto con el justicialismo. Por ahora, eran sólo ideas para luchar contra la flamante coalición entre Unidad Ciudadana y el Frente Renovador.
Massa y Alberto volvieron con CFK, su primer amor. Con ella ambos tuvieron chispazos y estuvieron muchos años alejados. Pero hoy, sentada sobre sus votos, la ex presidenta los vuelve a cobijar.
En menos de una década se amaron, se odiaron y, por necesidad, se volvieron a juntar.
por Carlos Claá, Juan Luis González
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