Vengo a ver a la jefa.
-Yo recién salgo de verla. Qué se le va a hacer...
-Fuerza.
El diálogo parece salido del pasillo de la terapia intensiva de algún hospital, pero sucedió la semana pasada en el hall de entrada del edificio de Retiro donde María Eugenia Vidal tiene su oficina. Los protagonistas de la incómoda conversación fueron un ministro de su Gabinete y una dirigente del interior bonaerense que pasaba de visita por el búnker PRO de Avenida del Libertador, donde la gobernadora y su equipo empezaron a armar las valijas.
El clima de despedida es constante alrededor de Vidal. Hasta su equipo de campaña lo percibió en las últimas visitas a los municipios después de la aplastante derrota de las PASO. En Mar del Plata, por ejemplo, cuentan que tardó una hora y media en avanzar tres cuadras para atender cada pedido de selfie y responder a cada abrazo. Un testigo de esas emotivas recorridas lo cuenta a NOTICIAS: “Cuando sale a caminar junta más gente que nunca. La están velando en la calle”.
En el entorno de la gobernadora están convencidos de que es “casi imposible” revertir el resultado de agosto, que los dejó 17 puntos abajo de Axel Kicillof. Pero igual siguen la orden que Vidal les dio el lunes 12 a las 6 de la mañana: “Ni se les ocurra armar una campaña para perder por poco. Hay que trabajar como para ganar”.
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Esa estrategia incluye reducir al mínimo posible la cantidad de apariciones con Mauricio Macri, la mancha venenosa, y recorrer en profundidad los distritos en los que aún tienen chances de ganar. Pero también hay un plan B.
Mudanza. El 11 de diciembre, Vidal dejará la Base Aérea de Morón a la que se mudó por seguridad, recién comenzada la gestión, y volverá a la casa de sus padres. A la modesta vivienda de la localidad de Haedo donde viven Susana y José Luis Vidal irán también los tres hijos de la gobernadora, mientras consiguen un departamento en Capital o provincia en el que instalarse definitivamente.
“Va a tener que alquilar porque no tiene casa propia y los ahorros no le alcanzan para comprar”, cuenta una persona de su entorno. La única propiedad que tenía declarada a su nombre era la casa que compartía cuando estaba casada con el intendente de Morón, Ramiro Tagliaferro, padre de sus hijos. Pero al separarse, a comienzos de 2016, la vendieron y cada uno se quedó con la mitad del dinero de esa operación. Vidal guardó los dólares en una caja de ahorro.
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Los funcionarios más fieles de la gobernadora aseguran que el capital económico con que terminará su gestión es poco. “Se va con menos plata de la que llegó”, repiten en La Plata. Pero completan: “También se va con un gran apoyo en la calle y con ganas de tener su armado propio”.
Empoderada. Desgastada por los permanentes cruces con Marcos Peña y las negativas de Mauricio Macri a sus propuestas, Vidal sueña con liderar un espacio en el que pueda ser ella quien dicte las reglas. No quiere volver a ocupar un cargo ejecutivo en la Ciudad, donde comenzó su carrera, y coincide con Horacio Rodríguez Larreta en que el gobierno porteño no tiene que convertirse en un refugio amarillo para los dirigentes desempleados de provincia y nación, como lo fue La Matanza para los K en 2015, comparan.
“María Eugenia quiere armar un espacio que represente a ese 30% que la acompaña y con la gente que ella quiera. Un espacio chiquito, pero propio”, lanza a NOTICAS un dirigente de su confianza. Desde ese lugar, planea convertirse en una referente bonaerense de la oposición y trabajar para llegar al Congreso nacional en 2021 como senadora.
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Serán dos años en el llano, en los que tendrá que contener a la tropa propia que, aún con el peor resultado, mantendrá un relativo poder en la Legislatura provincial. “María Eugenia va a tener la llave del Senado bonaerense y unos 40 diputados que le pueden responder”, analiza un optimista dirigente provincial.
Las cuentas que hacen en el búnker vidalista son prometedoras porque ellos mismos se encargaron de ubicar a militantes aliados de toda la provincia en la cima de las listas. “Fue lo mejor que hicimos”, reflexionan.
Para complementar ese armado, a la dirigente con mayor imagen del país le propusieron otra idea: liderar una fundación que le permita recorrer el país y percibir un sueldo mensual, al estilo Carrió. Los promotores de esa idea lo argumentan así: “María Eugenia puede caminar por la calle y tiene el desafío de ser autónoma, pero no puede ir a trabajar al sector privado porque eso la condicionaría”.
Fue justamente en una fundación (el Grupo Sophia, creada por Larreta) donde una inexperta Vidal dio sus primeros pasos en la política. El espacio, que nació en los '90, creció al calor de los aportes privados y fue uno de los semilleros del PRO.
De Sophia surgió también Carolina Stanley, la actual ministra de Desarrollo Social de Macri y esposa del jefe de campaña y mano derecha de Vidal, Federico Salvai. La pareja, que mantiene una excelente relación personal con la gobernadora, será protagonista de una curiosa situación si los resultados de las PASO se mantienen: ambos quedarán desempleados y deberán reubicarse políticamente. Dentro del armado de Vidal es una alternativa más que posible.
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Preocupada. “Heidi”, “La Leona”, la estrella del PRO, todavía no termina de procesar la derrota sufrida un mes atrás. “Está enojada, no hace pie”, dice un intendente propio que la conoce desde hace años. “La Provincia está perdida y Vidal nos dejó solos”, reniega otro jefe comunal. La queja surge de uno de los distritos que todavía pelea voto a voto la elección de octubre. En ese grupo están Lanús, Tres de Febrero, Morón, La Plata, Bahía Blanca y Mar del Plata.
Un candidato de uno de esos distritos llevó el reclamo a Macri y Vidal. Y según contaron en su entorno, les planteó: “Yo siento que ustedes juegan para la oposición porque desde la Nación están financiando a las organizaciones sociales con bolsones de comida que después reparten en nuestro territorio, y la Provincia nos corta los fondos que nos había prometido para que María Eugenia cierre las cuentas de la mejor manera”.
En el equipo provincial aseguran que “se están girando todos los pagos” y que “no hay razones para que los intendentes se quejen”. Pero no desmienten la obsesión de Vidal por dejar la caja ordenada, con plata para pagar sueldos y aguinaldos, un tema de conflicto en cada transición bonaerense. “María Eugenia no va a dejar tres bolsas de arroz y dos colchones”, dicen en La Plata. “No va a hacer como Scioli, que aumentó los sueldos a los policías antes de irse. Si pierde, Kicillof va a encontrar una provincia ordenada”.
La razón de esa actitud tiene dos explicaciones posibles, según las respuestas que obtuvo NOTICIAS de distintos funcionarios. La primera y más maquillada es que María Eugenia “es ordenada y ama la provincia”. La segunda, que “teme el escarmiento público” y quiere evitar como sea que le endilguen una pesada herencia. Así podrá volver al llano tranquila y diseñar su propio futuro.
por Carlos Claá, Daniela Gian
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