En el marco de la 11ª edición del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA), Philippe Sands (59) visitó la Argentina, país con el que tiene una relación especial. El autor nacido en Londres trabajó durante años (aún inédita) sobre apropiación de niños y representó al país ante la Corte de La Haya por el juicio de las papeleras. En 1986, formó parte del primer grupo de intercambio tras las guerra de las Malvinas.
Sands, además de integrar la lista de escritores de no ficción que más interés despertó en los últimos años, es considerado uno de los expertos en derechos humanos más importantes de Inglaterra. Su tiempo lo reparte entre su carrera como profesor universitario, consultor de las cortes internacionales más importantes y colaborar para distintos medios. Como si fuera poco, publicó más de una docena de libros de investigación, entre los que se encuentra Torture Team, en el que se avoca al uso de la tortura por parte del gobierno de George W. Bush en Estados Unidos.
Obra. En los juicios de Nüremberg se habló de “genocidio” y “crimen contra la humanidad” por primera vez en la historia, términos que hoy resultan claves para pensar los derechos humanos a nivel nacional y mundial. Sands se encarga de retratar ese momento clave del siglo XX en Calle Este - Oeste (Anagrama, 2017) desde una óptica particular: la historia del abuelo materno del autor inglés (León) se entrevera con la de los dos abogados judíos (Hersch Lauterpach y Raphael Lemkin) que acuñaron los términos que marcarían un antes y un después, y la de un funcionario nazi y asesor jurídico de Hitler (Hans Frank). Todo tiene como escenario la ciudad de Leópolis pertenece a Ucrania. Pero en el pasado fue también Lemberg, Lviv, Lvov y Lwów, y perteneció a Rusia, Alemania y Polonia. En total, cambió 8 veces de mando en 30 años.
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La reconstrucción del camino transitado por los cuatro personajes durante la Segunda Guerra mundial, lograda por la tarea investigativa de Sands y su prosa fluida, tiene su desembarco final en el juicio de Nüremberg. A pesar de su extensión (casi 600 páginas), Calle Este - Oeste se lee como un thriller apasionante repleto de datos históricos y emotividad, como cualquier buena novela debería hacerlo. Sin ir más lejos, el temerario Hans Frank vuelve a la historia a través del testimonio de su hijo, Níklas Frank, quien se vuelve amigo del autor y considera a su padre un criminal.
Traducida a más de 20 idiomas, y con un gran recibimiento de la crítica internacional, Calle Este - Oeste es sin dudas uno de los grandes libros de la década: además de su aporte histórico, la narrativa de Sands se encarga de entrelazar lo universal con lo íntimo, lo personal con lo jurídico y la emotividad con lo político.
Según el propio Sands, en diálogo con NOTICIAS, el libro apunta a "lectores inteligentes", pero no en términos elitistas: su búsqueda es que las personas del otro lado de las 600 hojas de este libro logren interesarse en el derecho internacional en momentos de turbulencia con respecto a los derechos civiles y humanos en gran parte del mundo. "Para mí el Brexit forma parte de un proyecto para desmantelar las estructuras obtenidas en 1945 y regresar al pasado, donde soberanía significaba soberanía, incluyendo el derecho de matar miles de personas", afirma.
Noticias: ¿Le sorprende el éxito que tuvo el libro?
Sands: Completamente (risas). Lo escribí como una suerte de viaje personal, mi idea no era escribir un libro. Cuando el editor vio el material, le pareció interesante y me motivó a hacerlo. Originalmente era solo de tres hombres y luego me encontré con el fascinante Hans Frank, y tuve la suerte de encontrar a su hijo Níklas Frank y se transformó en mi amigo. Escribí el libro y allí fue cuando se desataron todos los demonios: desató mucho interés, ganó premios y estoy feliz por ello porque lo principal es que los lectores inteligentes, que no son abogados, lean acerca de cuestiones del derecho internacional que son importantes. Además, yo quería mucho a mi bueno y me gusta que la gente vea que era un hombre digno. Estar sentado en Buenos Aires, cuatro años más tarde, es una enorme sorpresa.
Noticias: Después de seis años de trabajo, ¿qué recuerdo le queda de la realización de este libro?
Philippe Sands: La sorpresa. Porque nunca hubiera esperado haber abierto la puerta para entrar a los lugares a los que finalmente llegué. Me sigue pareciendo misterioso el hecho de que el libro que empezó como una invitación a dar una conferencia terminara revelando una serie de coincidencias realmente notables. ¿Es una coincidencia o hay algo más detrás? Así que podría resumirlo realmente como una feliz sorpresa.
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Noticias: Esa referencia al azar que usted acaba de hacer aparece en todo el libro mediante la historia de sus antepasados.
Sands: En cierta forma la coincidencia central es el hecho de que yo me hubiera convertido en abogado de derecho internacional. Luego, otra coincidencia es que yo estudiara con este hombre que se llama Hersch Lauterpach , trabajé con su hijo durante más de 30 años. Y recién entonces descubrí que su padre y mi bisabuela venían de la misma calle. Eso fue una sorpresa increíble. Entonces me pregunto con frecuenta, ¿es una coincidencia? ¿O Lauterpach hijo, cuando eramos estudiantes, sintió que había una especie de conección? Él me dijo que no, pero cómo explicarlo entonces... Cómo explicar que el hombre que inventó el concepto de crimen contra la humanidad, el hombre que inventó el concepto de genocidio por otro lado, y el hombre que recibió una invitación para dar una presentación sobre ambos conceptos, estuvieran conectados con la misma ciudad. Es realmente algo de locos.
Noticias: ¿Qué desafíos le representó esta historia?
Sands: Hay que recordar que soy un Profesor de Derecho y especialista en litigación en juicios, por lo que dedico mucho de mi tiempo a estar frente a Tribunales tratando de probar hechos. Los abogados no sirven para mucho que digamos (risas), pero sí hay una cosa que sí sabemos hacer es encontrar hechos y probarlos, como un periodista. Ese no fue el mayor desafío: se aprende a ser un cazador, hacer que la gente hable y luego arreglárselas con eso. El verdadero reto fue cuando tenía que volcarme sobre lo más personal, como por ejemplo la paternidad de mi madre. ¿Era mi abuelo su padre biológico? Cuando descubrí lo que sucedió en Viena en 1939, en donde mi abuela tenía un amante y probablemente mi abuelo tenía una amante también, y conocí a la nieta del amante de mi madre y me sugirió que nos hagamos un test de ADN, ese fue el momento difícil. No por mí, sino porque me planteó la pregunta si yo, como hijo, tenía el derecho de imponerle a mi madre, que está viva, el conocimiento de que su padre puede no ser su padre biológico. Sin embargo, he visto muchas cosas, muchos muertos, por lo que se necesita mucho para shockearme.
Noticias: En ese sentido, el desafío de encarar una historia que es universal y objetiva, con su propia historia personal, ¿cómo pudo resolver esa dicotomía?
Sands: Gracias por mencionar el tema de la universalidad. Mientras escribía el libro, no me daba cuenta de que era una historia universal. Pensaba que era un libro sobre polacos, judíos, alemanes y ucranianos. Pero ahora, con todas las traducciones que se han hecho del libro, me he dado cuenta de que hay una cuestión central que tiene que ver con la relación entre el individuo y el grupo, y eso es universal. Argentina lo entiende tan bien como cualquier país del mundo. En lo que hace al tono de escritura, está conectado con el factor de que en las cortes, como abogado litigante, se nos entrena para estar desprovistos de pasión. Se nos capacita por tener nuestra voz por separado de la temática de la que se está escribiendo. Yo tomé una decisión consciente de no imponer mis emociones al lector, iba a contar una historia y quizás empujarlo hacia algunas direcciones, pero no revelar mis propias emociones. De esa manera, se deja al lector inteligente -los hay, y muchos- que arribe a sus propias conclusiones y experimente sus propias emociones.
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Noticias: Al respecto, ¿qué recursos utiliza de su experiencia como abogado en la literatura y viceversa?
Sands: Es una pregunta muy interesante. Todos tenemos múltiples personales y es apasionante ver cómo se influyen entre sí. También soy juez, y al dictar algunas de mis sentencias, he adoptado un estilo más literario. Hace poco desayuné con un amigo argentino experto en derecho internacional, Raúl Vinuesa, y al leer mis últimos fallos me señaló que mi estilo era diferente. "Abriste una puerta", me señaló. A la vez, a la inversa, sucede algo similar: al escribir libros de no ficción, tomo el cuidado de no inventar nada. Eso proviene de mi personalidad como abogado. Hay una fertilización cruzada de estilos que influye en Calle Este-Oeste, pero estoy contento porque muchas personas me dijeron que este libro era fácil de entender para alguien que no es especialista. Eso era algo muy importante.
Noticias: En el libro, a pesar de ser un libro de no ficción en el que se entrecruza el derecho y la historia, hay muchos recursos poéticos para hablar de datos duros y momentos cruciales.
Sands: Muchas gracias por esa apreciación: yo leo poesía, muchas novelas y escucho mucha música. De hecho, tres veces al año realizamos una performance musical de este libro. He aprendido que a veces es mejor alejarse de la propia esfera y tomar de otras disciplinas a la hora de explicar un concepto. Un claro ejemplo de ello es el último párrafo del libro: intelectualmente estoy del lado de Lauterpach, poniendo el énfasis en el individuo y no tanto en el grupo. Pero, al final, expreso mi entendimiento de la idea planteada por Lemkin y el lugar que ocupa el grupo. Yo, conscientemente, busqué explicar eso de manera poética, porque quería que se entendiera. No se puede hablar de algo emocional de una manera técnica.
Noticias: Ese es el impacto que genera ese final, en donde afirma: "Mi cabeza está con los individuos, mi corazón late con el grupo".
Sands: He recibido miles de mails de lectores preguntándome qué quería decir con eso. Fue un momento de reflexión, una epifanía: cada individuo tiene un valor simplemente por ser un ser humano. Esa verdad debe estar reflejada en el Derecho, para darle a todos los humanos derechos mínimos y fundamentales, que es la idea de Lauterpach. Él se preocupaba porque al darle derechos y protecciones especiales a un grupo, podría generar los problemas que busca evitar. Sin embargo, cuando estuve frente a una fosa común, fue imposible para mí evitar el lado emocional y entender lo que pensaba Lemkin. Ese es un conflicto interno que de alguna manera no es lógico, y está bien que así sea.
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Noticias: ¿Qué importancia considera que tuvo el juicio de Nüremberg y qué cree que la humanidad aún no aprendió de sus resultados?
Sands: Fue un momento fundamental para la historia, el mundo cambió en su eje. Por primera vez en la historia de la humanidad se tomó una posición según la cual se estableció que el poder del Estado no es ilimitado y que los individuos que actúan en nombre del Estado pueden estar sujetos a penas del Derecho Internacional. Eso nunca había pasado antes. El recorrido desde Nüremberg ha sido lento: tuvimos que esperar 50 años para que se instituyeran otros tribunales internacionales. Ahora tenemos la Corte Penal Internacional, pero luego de 70 años, las personas que tienen experiencia sobre lo que Europa se puede hacer a sí mismo, están desapareciendo. Eso está dejando un vacío y allí ingresan personas como Boris Johnson, Víktor Orban, Jair Bolsonaro, Rodrigo Duterte y Donald Trump también. Eso es peligroso. Aunque en el largo plazo soy optimista, en el intermedio va a haber más problemas y más horror.
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Noticias: Al respecto, ¿qué impresión le genera que en Europa vayan ganando lugar movimientos políticos con discursos cercanos al nazismo?
Sands: Es un momento muy peligroso y no sabemos qué rumbo va a tomar. Puede ser algo transitorio o puede colapsar por completo la Unión Europea y eso significaría volver a los años 30'. Para mí el Brexit forma parte de un proyecto para desmantelar las estructuras obtenidas en 1945 y regresar al pasado, donde soberanía significaba soberanía, incluyendo el derecho de matar miles de personas. Pero quizás eso no suceda, y lo que se creó en 1945 genere un mecanismo de seguridad para evitarlo.
Noticias: Por último, usted suele decir que el derecho internacional se encuentra en "la temprana edad media". ¿Por qué?
Sands: A mis alumnos siempre les digo que el Derecho Internacional es un juego a largo plazo. Si uno se retrotrae a través de milenios, ese momento de 1945 se coloca dentro de un contexto y está a un segundo atrás. Uno no puede escribir nuevas reglas en una hoja y hacer que los países lo firmen e imaginar que las conductas terribles van a terminar por arte de magia. El proyecto que surge con los Juicios de Nüremberg es largo que eventualmente dará sus frutos, pero llevará tiempo e irá más allá de la generación de mis nietos. Es un juego con partidas realmente largas.
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