“No volveremos, no podemos, volver a como eran las cosas. A lo largo de la historia, los brotes y las pandemias han cambiado las economías y las sociedades. Este no será diferente”, decía en agosto Thedros Adhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y si el planeta aparece como dado vuelta, y temas tanto cotidianos como de la más intrincada macroeconomía deben adaptarse a una realidad que tanto cambio en diez meses, las preguntas sobre cómo enfrentar ciertos aspectos básicos de esta pandemia desde la bioética son ahora clave.
Qué repercusiones sobre la salud (física, mental, emocional) tienen las decisiones que se tomen paso a paso en esta pandemia es parte del análisis sobre cómo desarrollar la investigación en tratamientos, el diseño, prueba y aprobación de posibles vacunas, la distribución de las mismas, y hasta cómo actuar si los elementos más básicos escasean.
“La distribución de recursos escasos como el uso del respirador, aunque en la Argentina no llegamos a esos niveles de urgencia, es uno de los temas que en algún momento fue más acuciante”, describe Florencia Luna, investigadora principal del CONICET y directora del programa de Bioética de Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), centro colaborador de bioética de la OMS y de su brazo latinoamericano, la OPS.
¿Cómo lograr una distribución inteligente y equitativa de las potenciales vacunas anticovid, una vez aprobadas? ¿Qué hacer cuando la política presiona a la ciencia en este contexto de aislamientos que van y vienen en modo acordeón, muertes y depresión económica?
Las vacunas
“La asignación de vacunas entre países plantea problemas complejos y controvertidos cuestiones relacionadas con la opinión pública, la diplomacia, la economía, la salud. Sin embargo, muchos líderes nacionales, organizaciones internacionales y productores de vacunas reconocen que un factor central en esta toma de decisiones es la ética”, resume un paper publicado en la prestigiosa revista científica Science, una de cuyas autoras es Florencia Luna, entre otros 18 expertos de diferentes instituciones del mundo.
Y agrega: “Hay dos propuestas sustantivas para la asignación internacional de una vacuna contra la Covid-19, pero tienen graves defectos. Ofrecemos una propuesta más ética y práctica para la distribución justa de la vacuna anticovid: el modelo de la prioridad justa”.
Noticias: En general pensamos que una vez aprobada una vacuna, o varias, ya tenemos el problema casi resuelto. Pero en realidad ese es solo un hito en el camino…
Florencia Luna: Supongamos que conseguimos una buena vacuna, llega la hora de distribuirla en un momento en el cual todo el planeta necesita esa vacuna y sabemos que no se puede estar en todos lados al mismo tiempo. Es muy difícil tener todas las dosis necesarias y ahí surgen dos caminos posibles. Uno es el del nacionalismo de las vacunas, que desde mi punto de vista no es el mejor. Esta veta nacionalista termina boicoteando los esfuerzos, en la lucha por conseguir la famosa vacuna en realidad lo que terminamos haciendo es pelear unos contra otros. Esta mirada puede instar al acaparamiento de insumos. Por otro lado, la falta de coordinación entre los distintos países y que cada uno empiece a comprar cada uno por su lado origina una competencia entre los diferentes oferentes que lleva a un muy fuerte aumento de precios.
Noticias: ¿Y qué opciones quedan?
Luna: Hay argumentos que muestran que la de ir cada uno por la suya no es la solución. Creo que este no es el modelo, y mucho menos en el caso de un país como la Argentina, que ni es rica ni tampoco de los más pobres del mundo como para conseguir donaciones. Nosotros estamos en el medio, y en ese sentido tendríamos que apostar a lo que propone la OMS: pensar que las vacunas son un bien público global. En ese caso tenemos la plataforma COVAX, cuyo objetivo es poder adquirir un portfolio diversificado de vacunas y después repartirlo equitativamente. Este es un mecanismo mucho más justo, aunque creo que no debería ser un reparto proporcional según la población, a la manera que lo están pensando.
Luna hace referencia a la coalición formada por 172 países en la que un grupo ya se han ofrecido como financiadores y aceptan compartir con otras naciones más pobres la o las vacunas que resulten ser aprobadas. De la alianza participa la OMS, además de la fundación Gavi y la Coalición para las Innovaciones en la Preparación ante Epidemias (CEPI). La Argentina se pronunció a favor de COVAX. Pero Estados Unidos, por ejemplo, no.
Noticias: ¿Y por qué la proporcionalidad en este caso no sería equitativa?
Luna: Porque se queda en lo abstracto. Tomemos el ejemplo de Perú, que al final de septiembre tenía 800.714 casos de Covid-19 con 32.124 muertes registradas y una población de alrededor de 32 millones de personas. Por otro lado, Polonia tenía solo 89.962 casos de Covid y menos de 2.500 muertes sobre una población de casi 38 millones de personas. Si siguiéramos el modelo de reparto proporcional habría que darle mucho más a Polonia que a Perú, pero en este momento Perú está siendo devastado, con lo cual ese método no resulta equitativo. Y tenemos casos de países como Nueva Zelanda, que hasta ahora no ha superado las muertes.
Noticias: ¿Qué proponen ustedes desde la bioética entonces?
Luna: Lo que tenemos en cuenta es, en primer lugar, reducir las muertes prematuras y los impactos directos que puede haber en la salud de las personas, para poder salir de la emergencia. En una segunda fase proponemos seguir reduciendo los daños a la salud, pero sumando también aquellos que se están dando debido a las privaciones económicas que causa la pandemia: al restaurar actividades no esenciales disminuirán el desempleo y la pobreza y también mejoraría la salud. Finalmente, la tercera fase es bajar la transmisión comunitaria del virus, lo que realmente permitiría volver a tener las libertades y la actividad económica y social de la prepandemia.
Noticias: ¿Cómo se puede hacer esto en un mundo en el que hay patentes y derechos de propiedad intelectual?
Luna: Estamos en un momento de crisis y de emergencia de salud global tan fuertes que hay ciertos parámetros que debemos revisar desde una la perspectiva ética. No estamos en una situación normal, estamos viviendo una situación de rescate, en una situación totalmente extrema.
Noticias: ¿Cree que el proceso de aceleramiento que está habiendo con el desarrollo de las vacunas es problemático?
Luna: No está mal intentar desarrollar una vacuna de manera más rápida, ahora todo depende de cuáles sean los elementos que se tengan en cuenta. En la modificación de los diseños de los ensayos clínicos hay que tener muchísimo cuidado porque esto implica que tenemos menos datos, entonces sólo se puede hacer si desde el punto de vista metodológico están diseñados de manera tal que efectivamente permitan ver y analizar si hay efectos secundarios y adversos. Porque al acortar la duración de las fases esos detalles pueden llegar a no verse. Lo otro que puede ser problemático es el aceleramiento de lo que se llama la evaluación expedita, es decir apurar el proceso de evaluación: en este caso hay que mantener los mismos estándares éticos que protejan de manera acabada a las personas que participan de estas investigaciones.
Noticias: Pero hay cuestionamientos, más que nada acerca de la injerencia de la política por sobre la ciencia...
Luna: Es mucho más problemático el proceso de autorización que el de desarrollo de las vacunas. Ha habido cartas de investigadores pidiendo que se tengan muy en cuenta los tiempos científicos, que no son los políticos. Es imprescindible respetar los criterios científicos y éticos, porque si no se corre el riesgo de aprobar cualquier cosa. Y eso toca a todos los países, no solo a los Estados Unidos. Porque la mayoría de las naciones, una vez que tienen la aprobación de la FDA, aceptan de manera casi automática los medicamentos y vacunas, porque normalmente ha sido un organismo con muy altos niveles de aprobación. Entonces habría un riesgo si se llega a una aprobación llevada por fines políticos.
Noticias: Hay encuestas que muestran que hasta un tercio de la población de los Estados Unidos y Europa no se aplicarían la vacuna…
Luna: Es que si no se cumplen todas las pautas y los recaudos éticos y científicos que es imprescindible tener se corre el riesgo de minar la confianza pública.
Tratamientos con costo excesivo
Si de acceso equitativo a una potencial vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2 hablamos, también está el tema del costo de ciertos tratamientos que están en investigación.
Como el que recibió el presidente Donald Trump, que supera los 100 mil dólares en los EE.UU.: tres días de internación, traslados en helicóptero, testeos diversos, provisión de oxígeno, dexametasona, vitamina D, el antiviral Remdesivir y un cóctel de dos anticuerpos monoclonales desarrollado por la biotecnológica Regeneron.
Este último está en plena etapa de testeo clínico, por lo cual no está incluido en el costo. Sin embargo el Remdesivir se paga hasta U$S3.100, y aún así ni se acerca a lo que cuestan los anticuerpos monoclonales: son difíciles de producir y están entre los más caros del mundo.
El precio promedio de un tratamiento puede ir de los US$15.000 a los US$200.000 al año. ¿Cuántas personas podrían acceder a un tratamiento tan costoso, aún cuando fuera exitoso? ¿Dónde quedaría la bioética en estos casos?
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