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CIENCIA | 21-10-2020 12:10

Los focos de incendio que quedan: una crisis ambiental con sello humano

Aún hay focos activos en 5 provincias: Córdoba, San Luis, Salta, Jujuy y Neuquén. La pérdida de especies, el problema como una patología socio ecológica. La inacción de la Justicia.

“La situación es crítica”, resume Elena María Abraham. “Con la pandemia han arreciado los desmontes y la oportunidad para preparar negocios inmobiliarios. La mayor parte de estos incendios son intencionales para generar un cambio de uso del suelo”, afirma la investigadora del CONICET experta en ambiente, desertificación y desarrollo sustentable.

Mientras se esperan las lluvias, al 21 de octubre quedan focos de fuego activos en cinco provincias argentinas: Córdoba, San Luis, Salta, Jujuy y Neuquén. Y llegaron a abarcar, en su peor momento, a 14 provincias, tomando casi toda la zona seca del país. La superficie afectada desde enero de este año: 898.755,372 hectáreas, de acuerdo con el Reporte de incendios del Programa Nacional de manejo del fuego.

Solo para el caso de Córdoba ya hay 315.944 hectáreas quemadas, devastadas, yermas. 

Los incendios están allí desde hace meses, y de acuerdo con los informes del Servicio Nacional de Manejo del Fuego, el 95% de los mismos tienen un origen antrópico (humano). Esto implica desde fogatas en zonas no permitidas y colillas de cigarrillos mal apagadas hasta la preparación de áreas de pastoreo con fuego y la búsqueda de tierras para un futuro uso inmobiliario.

“Los factores climáticos como la falta de precipitaciones, las temperaturas elevadas, el bajo porcentaje de humedad, las heladas constantes y los vientos fuertes inciden en la propagación del fuego”, advierten desde el organismo nacional. 

Incendios

Según el experto en ecología del fuego Guillermo Defossé Turcato, investigador del CONICET y Director del Centro de Investigación Esquel de Montaña y Estepa Patagónica (CIEMEP) , “lo normal en la Argentina es que se quemen por distintas causas un millón de hectáreas por año. El tema es dónde, por qué y cómo. La mayoría ocurren en provincias como La Pampa, con igniciones incentivadas por los seres humanos o por razones naturales, los rayos, por ejemplo, en un 10 por ciento de los casos”.

Defossé Turcato puntualiza que “los incendios se dan durante todo el año: hay una línea desde Mendoza hasta Buenos Aires, exceptuando a la pampa húmeda, en la que ocurren durante el invierno. En Patagonia, donde hay un clima de tipo mediterráneo, ocurre lo contrario. Pero este año ha sido excepcional en lo que a sequía se refiere”. 

Como si fuera poco, a lo natural se le suma no solo la mano de los seres humanos y del clima, sino también la influencia que se da a través del calentamiento global que agudiza los extremos: hay más períodos de sequía y más lluvias que sobrepasan la media. 

Incendios

Abraham, desde el Centro Científico Tecnológico Conicet-Mendoza, enfatiza que los incendios no son nuevos. “En los años anteriores se sucedían también, pero no con esta intensidad -analiza-. Los desmontes y las quemas están siendo un problema muy serio porque no hay control. Hay en cartera varias leyes que son muy necesarias, como la Ley de humedales que pondría en protección a muchos ecosistemas y la Ley de bosques. Quienes quieren lucrar con esas tierras se están apurando, por las dudas”. 

Se calcula que en la Argentina hay 600.000 km2 de humedales, alrededor del 21,5% del territorio nacional. Actualmente suman 13 los proyectos de ley con estado parlamentario que buscan fijar presupuestos mínimos para la conservación, protección, restauración ecológica y sostenible de los humedades. 

¿Qué se entiende en la mayor parte de estos proyecto como humedal? “Ambientes en los cuales la presencia temporaria o permanente de agua superficial o subsuperficial causa flujos biogeoquímicos propios y diferentes a los ambientes terrestres y acuáticos. Rasgos distintivos son la presencia de biota adaptada a estas condiciones, comúnmente plantas hidrófitas y/o suelos hídricos o sustratos con rasgos de hidromorfismo”, dicen los documentos. Las quemas intencionales en el Delta del Paraná los destruyen.

Incendios Argentina cenizas

Justicia y Estado

Para la ingeniera forestal Brigitte Van den Hedde, del Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico (CIEFAP), el hecho de que el mayor porcentaje de los incendios sean por causas humanas “indica que hablar de falencias del manejo del fuego es solo ver el incendio en sí mismo, una fracción pequeña, sin evaluar el territorio en su conjunto y las actividades que allí se desarrollan o se pretenden desarrollar. Es necesario generar ordenamiento y planificación, con leyes, una política de Estado, que conduzca a un uso armónico de los espacios, que aseguren corredores biológicos y la permanencia del hábitat necesario para la convivencia sustentable del ser humano con su entorno”.

El punto es que, además, los sistemas de vigilancia pero sobre todo los vinculados con las acciones que penalicen las quemas intencionales y el funcionamiento del sistema judicial en estos casos está fallando. Y mucho. 
“Para llegar la planificación a la que me refiero y llevarla adelante se requiere de un alto consenso y una coordinación interinstitucional e interjurisdiccional activa, y la creación de mecanismos de gestión y manejo de información que consolide las acciones de monitoreo, alerta temprana y control de los incendios”, describe Van del Hedde.

Consecuencias a distancia

¿En qué estado queda la tierra arrasada por los incendios? Devastada, se pierden la vegetación natural y la fauna. “El suelo queda expuesto a todos los agentes atmosféricos: la erosión del agua y del viento. Quienes causan los incendios someten luego al territorio a un cambio artificial para convertirlo en algo que no era. Perdemos recursos, biota, biodiversidad y a una velocidad tremenda”, resume Abraham.

El punto es que los incendios que desde las regiones del país no directamente afectadas se ven como algo espeluznante pero lejano, afecta a todos los ecosistemas, de uno u otro modo. La vegetación natural retiene carbono en el suelo, los humedades brindan protección contra crecidas del agua y son refugio para la fauna, los ecosistemas en su conjunto quedan con un sistema empobrecido. 

Eso tiene consecuencia sobre lugares más lejanos, porque todo está relacionado con la circulación atmosférica general, con la presencia de las lluvias, el aumento de los terrenos expuestos a la degradación que ya no cumplen para las funciones ecosistémicas para las que están diseñados. Resultado: menos protección contra los efectos de la crisis climática y el calentamiento global, y una retroalimentación de ambos. 

Debido a la baja adopción tecnológica de los sistemas de prevención y lucha contra riesgos geo-ambientales, el CIEFAP se propuso en el año 2015 comenzar a probar y desarrollar tecnologías de monitoreo y alerta temprana de los eventos que impactan en mayor medida la conservación de los bosques de la región: incendios forestales, erupciones volcánicas, inundaciones y nevadas extremas.

Así es como el proyecto estratégico "Desarrollo e Innovación tecnológica para el monitoreo de catástrofes", cuya parte vinculada a incendios contempló el desarrollo de una plataforma de información virtual de acceso abierto (GeoFuego) que permite tener información actualizada de los territorios y predecir riesgo de incendios forestales.

“En estas situaciones el sistema consta de tres fases. Una es la previa al incendio, por medio de un sistema de pronóstico del grado de peligro de ocurrencia, detección de incendios forestales y monitoreo preventivo”, señala Van del Heele.

Para esta fase, en el CIEFAP se desarrolló y puso a prueba un dron específico no tripulado (VANT FENIX 3d) diseñado exclusivamente para monitorear incendios forestales en la Patagonia. Al dron se le suman torres con cámaras térmicas y ópticas con inteligencia artificial (que detectan y alertan en forma inmediata si detectan un punto de calor), y un sistema de información en tiempo real.

Actualmente hay tres de estos drones: en Neuquén, en Río Negro y en Tierra del Fuego. 

Finalmente, un proyecto de ley presentado por casi todo el arco político en la Cámara de Diputados de la Nación (excepto Juntos por el Cambio) busca proteger los ecosistemas víctimas de incendios provocados o intencionales. El proyecto reforma la ley 26.815 del Manejo del Fuego, y prohíbe modificar el uso que tenían los territorios antes de los incendios. La idea es desalentar la especulación financiera e inmobiliaria.  

Incendios descontrolados en Córdoba

Patología socio ecológica

Algo a tener en cuenta y que empeora tanto las causas como los efectos de los incendios forestales, para el investigador del CONICET Guillermo Defossé Turcato, es que cada vez hay más personas que van a vivir a las áreas de interfase urbana/rural.

“Nosotros, como seres humanos, nos estamos metiendo con la naturaleza. Estamos yendo a lugares donde los fuegos son naturalmente frecuentes”, resume. Por eso, hay una línea de trabajo que ve al riesgo de incendio como una patología socio ecológica

Por otro lado, Defossé apunta a una idea contra intuitiva: no todo incendio es siempre malo.

“El fuego no siempre es un enemigo a vencer. Suprimir los incendios de origen natural no es necesariamente bueno. Si hacemos esto contribuimos a que las plantas dominantes de ese ecosistema predominen, tapen a las otras y en vez de tener cien o mil de distintas especies tendrás muchas plantas de diez especies y nada más. Es tan nocivo el quemar por quemar como el limitar cuando el fuego tiene un origen natural”, argumenta.

Hay una posición intermedia, que es la del fuego prescripto, fuegos chiquitos que impiden que otros fuegos más grandes se extiendan, actúan como controles para reducir la cantidad de biomasa

 

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Andrea Gentil

Andrea Gentil

Editora de Ciencia, Medicina y Tecnología. Coordinadora carrera de Comunicación Digital, UNaB.

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