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CIENCIA | 21-06-2021 11:48

El primer centro de protonterapia de América del Sur está en la Argentina

El país recibió equipos para aplicar esta tecnología, la más moderna de las radioterapias, en pacientes locales y de países vecinos. Formarán parte de un Polo Oncológico.

Hay un tratamiento contra ciertos tipos de cánceres que no se está aplicando en ningún país de América Latina. Uno que demanda disponer de entre 18.000 y 40.000 euros (excluyendo viaje, alojamiento y subsistencia) si la persona busca viajar a Europa para tenerlo, y hasta 100.000 dólares en los Estados Unidos. En un breve tiempo ese tratamiento estará disponible para pacientes argentinos que lo precisen. Sin moverse de su país. Sin preocuparse por reunir semejante cantidad de dinero. 

Y es que acaban de llegar al país los equipos necesarios para instalar un Centro de Protonterapia (CeArp), el primer edificio para el tratamiento del cáncer con protones de Latinoamérica. Se trata de un proyecto ideado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en el año 2015, en el marco del Plan Nacional de Medicina Nuclear, del que participan la Universidad de Buenos Aires (UBA)  y el Instituto Nacional de Investigaciones Aplicadas (INVAP). A nivel mundial, solo 20 países disponen de centros de protonterapia. Hay en total 107 espacios de estas características y 37 en construcción, entre los que se cuenta el que desarrolla ahora en la Argentina.

El centro, que tendrá una superficie de 8 mil metros cuadrados, funcionará en un predio cedido por la UBA, será operado por científicos y profesionales de esa institución y reforzará el polo oncológico del Hospital Ángel H. Roffo y el Centro de Diagnóstico Nuclear

Por su precisión, la protonterapia es considerada la forma más avanzada de radioterapia: utiliza la energía de partículas cargadas positivamente (protones) para tratar los tumores. Los protones son partes de los átomos que causan poco daño a los tejidos que atraviesan, pero que son muy efectivos el eliminar a las células que se encuentran al final de su trayectoria. 

Así es como los haces que se emplean en la protonterapia dejan la mayor parte de su energía en el tumor y preservan los tejidos sanos cercanos, evitando los efectos secundarios de la radioterapia tradicional.

El impacto positivo del CeArp será, al menos, triple. En el área de salud permitirá ofrecer un tratamiento que no está disponible ni en el país ni en América del Sur. Además, implica la oportunidad de hacer investigación científica, formar y capacitar recursos humanos y, también, potenciar el sector científico con la posibilidad de exportar servicios y saberes. 

Cómo funciona como la protonterapia

“En general, la protonterapia está orientada a casos muy difíciles de irradiar, donde es necesario reducir la dosis en los tejidos sanos que rodean al tumor mas allá de lo posible con los equipos estándar”, explica Pablo Menéndez, director del Área Terapia Radiante y Medicina Nuclear del Instituto Roffo. Y agrega: “Las indicaciones abarcan a los tratamientos de tumores en población pediátrica (cuyos tejidos sanos son más sensibles a la radiación); tumores del sistema nervioso central (incluyendo a los que estén cercanos a la médula espinal); lesiones oculares; tumores de base de cráneo; tumores de cabeza y cuello; carcinoma hepatocelular; sarcomas abdominales”. 

De acuerdo con Menéndez, la protonterapia es especialmente aplicable en personas con síndromes genéticos que aumentan la sensibilidad a la radiación y en pacientes que requieren una segunda irradiación sobre tejidos que ya han recibido un tratamiento previo. 

¿Por qué es más precisa que la radioterapia? “Cuando intentamos tratar un tumor con radioterapia estándar, debemos dirigirle haces hacia desde distintos ángulos. Durante todo el trayecto del haz de fotones (partículas portadoras de la luz visible, la luz ultravioleta, la luz infrarroja, los rayos X, los rayos gamma y el resto de las formas de radiación electromagnética), el organismo recibe dosis de radiación”, explica el especialista. 

La ventaja del haz de protones es que modulando su energía se puede decidir a qué profundidad dentro del organismo del paciente se va a depositar la dosis requerida, con un muy bajo nivel en el camino de entrada y ausencia de dosis en el trayecto posterior de salida. 

“Esta zona de alto depósito de dosis se llama pico de Bragg. Combinando varios de estos picos, uno al lado de otro en el volumen que ocupa el tumor en el espacio interior del paciente, podemos alcanzar la dosis terapéutica requerida, presentando dosis mucho más bajas en los tejidos sanos circundantes. Además de esta ventaja en la distribución de dosis se postula que podría existir una ventaja de mayor efectividad biológica”, detalla Menéndez. 
Más de la mitad de las personas con cáncer reciben tratamiento de radiación. A veces, la radioterapia es el único tratamiento contra el cáncer que precisa el enfermo, y en otras ocasiones se emplea junto con otros tipos de tratamiento. 

El polo oncológico 

El Centro de Medicina Nuclear está ubicado en avenida San Martín y Nazca, en el barrio porteño de Agronomía, frente al Instituto Roffo.  Y conformará en ese lugar un Polo Oncológico, con la inclusión de los centros de la Fundación Centro Diagnóstico Nuclear (FCDN), creada por la CNEA; y el de la Fundación Escuela Medicina Nuclear (Fuesmen), instituciones con las que el CeArP estará vinculado para la atención pública y abordaje integral de pacientes con cáncer

“Con la llegada del equipo de protonterapia ya están todos los equipos del CeArp -explica Alberto Lamagna, Gerente del Área de Investigación y Aplicaciones No Nucleares de la CNEA-. En una primera etapa se instalarán equipos de diagnóstico y de tratamiento de avanzada con fotones mediante un acelerador lineal (Versa HD) y un equipo de radiocirugía robótica o CyberKnife. Esta primera etapa estará terminada a fines del 2022. El equipo de protonterapia se terminará de instalar hacia fines del 2023 y la puesta en marcha demandará unos tres meses más.”

En resumen, el Polo Oncológico estará operativo desde finales del 2022, salvo el equipo de protonterapia con sus dos salas para tratamiento, que funcionarán a inicios del 2024. El otro componente del Polo es el área de investigación, desarrollo y formación de recursos humanos en terapias para el cáncer basadas en partículas. 

Para la puesta en marcha del proyecto, un equipo de médicos e investigadores de la UBA debió viajar a capacitarse a Bélgica. Trabajan en coordinación y con un permanente intercambio con los mejores centros en la materia a nivel mundial, como el Hospital General de Massachusetts, el Centro Médico Loma Linda de California, el Instituto Curie de Francia y el Centro de Protonterapia de Suiza.

“La Argentina cuenta con alrededor de 80 centros de radioterapia al 2019, que podrían tratar a unos 65.000 pacientes al año con haces de fotones o electrones externos (radioterapia estándar), contabilizando unos 109 aceleradores lineales y 21 máquinas de cobalto, según reporta la Autoridad Regulatoria Nuclear en el mismo año. En comparación con el hemisferio norte, los centros argentinos son pequeños o medianos en términos de la cantidad de máquinas por centro”, detalla Lamagna. 

Y puntualiza: “Son muy pocos los casos en los que un paciente argentino con indicaciones claras para la protonterapia fue tratado en el extranjero, a través de prepagas de alto nivel de cobertura. Es decir que hablamos de una terapia básicamente inaccesible, en términos económicos, para la inmensa mayoría de los pacientes argentinos y de América del Sur. Solo en la Argentina, el número de personas con enfermedades oncológicas potencialmente beneficiadas por año asciende a 5.200 . Esa misma estimación resulta en más de 25.000 pacientes para Brasil. Considerando nuevamente toda Sudamérica, el total de pacientes por año candidatos es de más de 50.000. Este número es equivalente a al menos 156 salas de protonterapia”.

Según estadísticas del Hospital Garrahan, la principal institución pública en Argentina dedicada a la atención pediátrica, los principales tipos de cáncer en niños de 0 a 19 años son las enfermedades hematológicas (leucemias, por ejemplo), cáncer del sistema nervioso central y una variedad de tumores sólidos. De acuerdo con Lamagna, si se considera solamente a los pacientes pediátricos con patologías del sistema nervioso central en la Argentina “se totalizan alrededor de 300 pacientes por año. Esto significa que una sola sala puede dedicarse por completo a estos pacientes”, estima. 

Además, enfatiza: “Es importante destacar el hecho de que existe una diferencia notable en cuanto a los resultados clínicos y la supervivencia general para los pacientes con cáncer pediátrico, en términos del acceso a terapias avanzadas en países emergentes. En los de altos ingresos, la disponibilidad y la asequibilidad de los tratamientos hacen que los niños tengan una mejor supervivencia que en las naciones con bajos ingresos”. 

Pero además, la existencia del Polo Oncológico y la capacidad de ofrecer tratamientos de protonterapia abren una oportunidad a la empresa INVAP y a la misma CNEA: la exportación del know-how de la instalación de futuros centros en Latinoamérica, como sucedió recientemente con la venta, instalación y puesta en marcha de tres centros de medicina nuclear avanzados en Bolivia con su formación de recursos humanos en la red de centros que posee CNEA.

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Andrea Gentil

Andrea Gentil

Editora de Ciencia, Medicina y Tecnología. Coordinadora carrera de Comunicación Digital, UNaB.

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