Fue la primera vez desde el año 2011. Y aunque varios millones de personas estuvieron frente a pantallas de televisores, tablets y celulares, la pandemia de Covid-19 y las protestas desatadas en contra de la violencia policíaca racial opacaron en parte la gran fiesta estadounidense. Una sonda con dos astronautas estadounidenses volvía a salir impulsada al espacio desde Cabo Cañaveral, en la Florida, el sábado 30 de mayo. Doug Hurley y Bob Behnken partieron rumbo a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) en el primer vuelo combinado que reunió las fuerzas de la agencia espacial estadounidense, la NASA, y la de la empresa privada SpaceX, fundada por el excéntrico Elon Musk.
¿Por qué tanto ruido por un simple vuelo a la órbita terrestre baja? Después de todo, y a partir del primero en su tipo el 20 de febrero de 1962, hubo 135 misiones voladas solo por la flota del transbordador espacial, la primera flota espacial reusable de la historia humana. Las misiones Columbia, Challenger, Discovery, Atlantis y Endeavour transportaron personas, lanzaron, recuperaron y repararon satélites, colaboraron en investigaciones científicas y finalmente colaboraron en la construcción de la estructura más grande que habitó el espacio, la Estación Espacial Internacional. Pero en el año 2011 el último trasbordador fue retirado, y la carrera espacial de los Estados Unidos cayó en el silencio.
Fueron un cohete SpaceX Falcon 9 y la nave espacial Crew Dragon los que le devolvieron a los Estados Unidos su brillo interestelar. El lanzamiento del 30 de mayo fue resultado de una década de trabajo bajo el programa de tripulaciones comerciales de la NASA, una iniciativa que comenzó en el 2010 para que la agencia espacial dejara los vuelos de órbita baja a empresas privadas. La NASA, así, podría concentrar sus fondos en el desarrollo de misiones tripuladas con las mentes puestas en la Luna y en Marte.
El punto es que la carrera espacial ya no es la misma de la Guerra Fría y los actores y participantes cambiaron mucho. Si antes fue territorio simbólico y físico de los Estados Unidos y la ex Unión Soviética, actualmente se han unido la Unión Europea, China, India y hasta Israel. Los éxitos son relativos, con idas y vueltas, con triunfos y con fallas de último momento, con lanzamientos fallidos y planes que incluyen estaciones humanas en la Luna para luego, finalmente, llegar a Marte con misiones tripuladas. En medio, vuelos comerciales llevados a cabo por empresas particulares, se disputan el dinero y las emociones de las y los potentados más ricos del planeta.
Los Estados Unidos necesitaban el éxito del 30 de mayo. Volver a formar parte, y probar que ese modelo de privatización del espacio interestelar (o al menos, de su sobrevuelo) puede funcionar. Sin embargo, tiene mucho por recorrer si pretender el brillo que alguna vez supo tener, allá por agosto de 1969, cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin pusieron sus pies sobre la superficie lunar. Los segundos actores en juego son los privados interesados en participar de la conquista espacial: el vuelo es el primero en colocar seres humanos en órbita y eleva a Musk y a SpaceX en la misma liga en la que solo tres países están jugando hoy por hoy: Rusia, los Estados Unidos y China, en ese orden. “Tal vez este sea el primer paso en el camino hacia el desarrollo de una civilización en Marte”, dijo Musk luego del lanzamiento.
Antecedentes y perlas
En 1989, el presidente George Bush padre anunció la Iniciativa de Exploración Espacial, cuyo objetivo era enviar a los astronautas de regreso a la Luna a fines de la década de 1990, y transportar personas al planeta Marte en la década de 2010. Su hijo, el presidente George W. Bush, también apuntó a un retorno lunar tripulado, con un programa llamado Constellation, cuyos contornos se describieron en 2004. La administración siguiente rechazó el programa. Así que la emoción vivida por muchos tiene bastante sentido.
Lo central en esta historia en particular es que la NASA le pagó a las empresas SpaceX y a Boeing 6.800 millones de dólares en total para investigación y desarrollo (2.600 fueron para la primera), contratando a las compañías como servicios de taxi, para transportar carga y tripulación a la estación espacial, una vez construidas las naves.
Desde el año 2014 hubo algunas dificultades que retrasaron el lanzamiento. Boeing iba a ser la primera en lograr el objetivo, pero fallas en el software provocaron que la nave tuviera que usar demasiado combustible y entonces quedó fuera de lograr el objetivo de alcanzar a la ISS. Ahora, la firma tiene que repetir su vuelo no tripulado para luego analizar si está lista para lanzar una misión con astronautas a bordo. No hay demasiadas expectativas de que la nave de Boeing pueda transportar astronautas al espacio hasta el año 2021.
Así fue como SpaceX llegó a ocupar el primer lugar. La compañía fundada por Elon Musk ya llevó a cabo 83 lanzamientos con su cohete Falcon 9 desde junio del año 2010: en algunos casos transportó satélites, en otros impulsó provisiones para la Estación Espacial.
Los astronautas Robert Behnken y Douglas Hurley son veteranos de dos misiones del transbordador espacial. Cuando lleguen a la EEI serán solo dos miembros más de la tripulación, y se unirán al astronauta de la NASA Chris Cassidy y a los rusos Anatoly Ivanishin e Ivan Vagner. Ambos estarán a bordo por al menos un mes, pero no más de 110 días, porque el Crew Dragon no está diseñada para permanecer por más tiempo en el ambiente espacial. A partir del éxito de esta misión, los Estados Unidos dejarán de depender de las cápsulas Soyuz rusas para colocar a sus astronautas en el espacio.
Más jugadores
Mientras tanto, otros actores privados van haciendo lo suyo. Virgin Galactic de Richard Branson, por ejemplo, ya ha volado dos misiones de prueba piloto al espacio suborbital en los últimos 18 meses, con su nuevo vehículo SpaceShipTwo, VSS Unity. La compañía se encuentra en las fases finales de su campaña de prueba y parece lista para comenzar a transportar pronto turistas espaciales a bordo de la unidad de seis pasajeros. Por su parte, Blue Origin, la empresa de vuelos espaciales dirigida por Jeff Bezos (sí, el mismo de Amazon) llegó al espacio en numerosas ocasiones con su vehículo suborbital, bautizado como New Shepard. Hasta ahora han sido vuelos de prueba y los expertos creen que no pasará mucho tiempo hasta que comience a transportar personas.
Y los gobiernos vuelven a jugar sus respectivas pulseadas en el espacio. A finales del año pasado el presidente de los Estados Unidos Donald Trump ordenó a la NASA adelantar para el año 2024 la próxima misión a la Luna: los vehículos de SpaceX tendrán un rol esencial en este programa. La idea es “hacer pie” en el satélite natural de la Tierra, construir una base para, desde allí, lanzarse hasta Marte. Elon Musk dijo alguna vez que quería lograrlo en el año 2025, lo cual parece al menos un poco aventurado y presuroso.
Pero aquí sí que tiene una ardua competencia. Ningún ser humano ha ido a la Luna desde 1972. Solamente 12 lo han logrado. Esto, de hecho, ha despertado las más variadas y fantásticas suspicacias y teorías conspirativas. India, China, Rusia, Japón y la Unión Europea tienen planes concretos para llevar misiones humanas y de otro tipo a la Luna (algunos de ellos con pruebas ya exitosas, como la India) mientras que Corea del Sur y Corea del Norte también advirtieron ya que tienen interés en el tema.
La pulseada está al rojo vivo. Y no parece haber pandemia que la detenga.
Precauciones Covid
La NASA suele poner en cuarentena a los astronautas con destino a la ISS poco antes del despegue para reducir la posibilidad de que los recién llegados infecten a sus compañeros de tripulación con cualquier tipo de enfermedad. Pero la agencia aumentó sus procedimientos de salud y seguridad en respuesta a la amenaza del coronavirus. Muchos eventos de capacitación se realizaron de manera virtual y las personas que, por razones de fuerza mayor, entraron en contacto con los astronautas usaron máscaras y guantes en todo momento.
Para el día del lanzamiento la NASA reorganizó el diseño de las salas de control en el sitio de lanzamiento, el Centro Espacial Kennedy de la agencia (KSC) en Florida, para garantizar que los trabajadores allí puedan mantener una distancia de al menos 1,8 metro entre sí. Todos los trabajadores llevaron tapabocas.
Más de la mitad del personal de ingeniería SpaceX trabaja desde su casa, y los que todavía entran a la oficina tienen equipo de protección. Además, la NASA le pidió a los espectadores que no se acercaran a presenciar el lanzamiento, sino que lo hicieran desde sus casas.
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