(TRES ESTRELLAS)
A esta altura del cine, y si tenemos en cuenta que la presencia de lo fantástico parece una obligación para atraer gente a las salas, deberíamos preguntarnos si es siempre pertinente. Lo fantástico, lo numinoso, lo aterrador, lo maravilloso, deberían tener un peso de descubrimiento, de conexión con “otro” mundo al que no podemos acceder.
El demonio... es en realidad un thriller de suspenso, una película de detectives y un melodrama familiar que da la impresión de apoyarse en lo sobrenatural para darle interés a lo que en realidad es la investigación de un posible crimen. Salvo que, como en la brillante El teléfono negro, las pistas las provee un fantasma.
Lo que nos lleva a otro problema: la ocurrencia del susto. Los golpes de efecto funcionan durante esos milisegundos del sobresalto espectacular. Pero nada tienen que aportar a la historia, que por momentos recuerda una subtrama ampliada de Sexto Sentido (repetimos: subtrama). Las actuaciones y el clima le otorgan al film un porte que permite disfrutarlo sin demasiado miedo ni memoria posterior.
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