**** (Cuatro estrellas)
Es cierto, Harrison Ford “está grande”. Pero no es novedad porque grande fue siempre. E Indiana Jones es un personaje que nació de la nostalgia, así que esta quinta aventura -y última- riza el rizo jugando un poco con nuestra propia nostalgia por aquel personaje que era divertido por ser anacrónico. ¿Es necesaria otra aventura de Indy? Nunca fueron necesarias, amigos: siempre fueron diversión a lo bestia, a veces de una gratuidad (El Templo de la Perdición) que las volvía geniales.
Aquí hay pareja despareja, un juego constante con el personaje fuera de época pero en su tiempo moral propio, momentos de acción y aventuras perfectos y un bello giro hacia el final. Pero lo más importante es que el director es James Mangold, y esta es tanto la película de Ford, como la de Spielberg, como la del propio realizador (que hizo algo similar con la poco valorada Encuentro explosivo, aquella de Tom Cruise y Cameron Díaz donde el primero se parodiaba a sí mismo como héroe de acción).
El verdadero tema de esta película es el paso del tiempo, y no está mal si tenemos en cuenta que Indy siempre estuvo a las corridas y ahora ya no es tan veloz. Comprender eso y divertir con nobleza alcanza para que la despedida sea satisfactoria.
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