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El cine catástrofe noruego (ya tuvimos un par de ejemplos notables como La Ola en 2015) es bueno y combina el realismo en personajes y ambientes con la fantasía catastrófica de un modo muy eficaz.
Aquí hay una plataforma petrolera que se hunde, un rescate casi imposible y un colapso que lleva al evento del título. Y todo porque los humanos hacemos cosas que no deberíamos. Pero la parte “moralina” es lo de menos: suspenso y aventuras bien dosificadas, y el espectáculo justo.
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