En un texto breve, casi un prólogo del libro “Lacrónica”, Martín Caparrós repasa a grandes rasgos su vida como periodista, desde sus primeros pasos en el legendario diario “Noticias”, hasta sus textos para “Página/30”. El volumen, un verdadero manual sobre el género en el que el escritor más se ha destacado, forma parte de la Biblioteca Caparrós, una colección con sus libros más importantes, que el sello Random House acaba de reeditar y fue lanzada en la Feria del Libro. La vuelta a las librerías de su obra casi completa impone hacer balance de una carrera larga y destacada: la trayectoria de uno de los periodistas más admirados en lengua española. El mismo que hace dos meses recibió el premio Ortega y Gasset de periodismo por ser “uno de los mayores exponentes de la mejor crónica latinoamericana” y el que dicta, por estos días, la última edición de un famoso taller de la Fundación Gabo, una clínica de escritura de libros en la que participan algunos de los investigadores más interesantes del continente.
Instalado en España, escribe en el diario “El País” mientras suma volúmenes a una obra de ficción y no ficción, que ha merecido toda clase de premios literarios y periodísticos.
En los últimos tiempos, su salud ha generado gran preocupación entre amigos y colegas. Pero, cuando se le pregunta por el tema, bromea sobre su necesidad utilizar una silla de ruedas y explica que sus médicos no han desentrañado todavía cuál es el mal que le impide, por ahora, movilizarse. Su fuerza sigue intacta y su capacidad de trabajo también. Viaja casi como siempre y da clases y conferencias, aunque confiesa, “extraño salir a caminar, yo caminé muchísimo, por todo tipo de lugares”.
En la charla con NOTICIAS, Caparrós repasó los momentos fundamentales de su carrera, su visión del periodismo hoy y su análisis, con la distancia que le da vivir en España, de la Argentina.
NOTICIAS: En los versos gauchescos que usted leyó cuando recibió el premio Ortega y Gasset se refirió a la importancia de que los periodistas escriban sin presiones, aunque sus textos no generen mayor tráfico en las páginas web.
Martín Caparrós: Si resignamos nuestra experiencia en favor de los “clicks”, ahí sí que nos va a reemplazar fácilmente la inteligencia artificial. Lo que pasa es que hemos recibido un golpe muy grande a nuestra hegemonía sobre la actualidad. Durante muchas décadas, los que te contaban lo inmediato eran los periodistas. Ahora de eso se ocupan las redes sociales. Entonces, no sabemos bien qué nos queda a nosotros. Yo creo que lo que nos queda, básicamente, son dos opciones: contar y analizar, contar y pensar. Se supone que nosotros podemos contar mejor las cosas, porque estamos entrenados para eso. Y también para averiguarlas de otra manera y ponerlas en contexto. Eso es lo que nos puede dar la diferencia y un lugar particular que en otros aspectos vamos perdiendo.
NOTICIAS: Cómo fue empezar a trabajar con Miguel Bonasso, Juan Gelman y Rodolfo Walsh.
Caparrós: Tenía 16 años. Recién terminaba el secundario y quería ser fotógrafo. Un amigo de mi padre, que a la vez era amigo de Bonasso, me consiguió una cita con él, que era el director de un diario nuevo que acababa de salir y se llamaba “Noticias”. Fui a ver si me tomaba como aprendiz fotógrafo. Y me tomó. Era diciembre del '73. Me dijo que si quería empezar ya, podía quedarme como cadete. Y me pusieron a llevar café, cortar cables, etc. Recién en febrero, un día, alguien que tenía que cerrar tres páginas de información general, con la redacción vacía, me dijo: “¿vos podrías redactar algo a partir de un cable?”. Dije que sí. El cable daba la noticia de que se había encontrado el pie de un andinista perdido en el Aconcagua desde hacía 10 años. Un disparate. Y lo redacté. Y al día siguiente me lo pidieron de nuevo. Ahí empecé a escribir en Información General y Policía, que era la sección de Rodolfo Walsh. Éramos seis. Y para mí era increíble que Rodolfo fuera mi jefe. Yo lo admiraba muchísimo. Era un diario con gente muy potente. Me impresionaba mucho que el jefe de redacción fuera Juan Gelman. Yo leía sus poemas con devoción. También estaba Paco Urondo. Pero duró muy poco. En agosto de ese mismo año vino el jefe de la Policía Federal, que se llamaba Alberto Villar, y lo cerró. Duró ocho meses.
NOTICIAS: Después se fue a estudiar a Francia.
Caparrós: No, todavía estuve en el '75 en Argentina. Trabajé un poco en la revista “Goles” y también en “El cronista comercial”. Me fui a principios del '76, antes del golpe. Yo había militado en la Juventud Peronista. Me convencieron de que era mejor que no estuviera por ahí dando vueltas. Me fui por unos meses a ver qué pasaba y sucedió el golpe de Videla. En algún momento, fueron a buscarme a mi casa. Entonces, ya me quedé afuera.
NOTICIAS: Un libro fundamental en su carrera es “La voluntad”, ese gran panorama de la militancia en la Argentina que escribió junto a Eduardo Anguita. ¿Cómo ve hoy ese trabajo?
Caparrós: Hasta ese momento no había un libro parecido. Después, salieron bastantes sobre ese asunto. Pero ninguno tiene esa especie de vocación totalizadora, con muchas historias de personas. No es historia árida. Son vidas, las que están ahí. Yo había escrito antes sobre el tema, en mi primera novela, “No velas a tus muertos”. Tenía 21 o 22 años y lo único que me había sucedido era eso.
NOTICIAS: ¿Nunca quiso volver sobre esa época con una mirada más actual?
Caparrós: Unos años después de terminar “La voluntad”, en el 2000, me irritó el uso que estaba haciendo el kirchnerismo de la historia de los '70. Esa especie de falsa adscripción a una supuesta gloria y cómo lo usaban para borrar de algún modo su pasado neoliberal y transformarse en otra cosa más acorde a la demanda del mercado de los tiempos. Y entonces, para mi sorpresa, escribí otra novela, “A quien corresponda”, que se reeditó ahora.
NOTICIAS: En relación a su profesión, ¿el cronista en usted no se tragó al escritor de ficción?
Caparrós: Yo me siento un escritor que a veces escribe ficción y, a veces, no ficción. En cuanto a la percepción ajena, no puedo hacer nada. A mí me importan mucho mis novelas. Me importa una novela que se llama “La historia”, que tiene mil páginas y sé que no puede leerla casi nadie. No hay en este momento el tipo de apetito cultural que hace que un joven se siente con un libro de mil páginas. En cambio, las 800 palabras de una columna se pueden leer en el teléfono mientras estás en el colectivo. En todo caso eso no condiciona lo que hago. Acabo de terminar una novela sobre Buenos Aires que seguramente no va a leer nadie. Es muy compleja, muy ambigua, no es un relato al uso. Pero a mí me importa escribirla.
NOTICIAS: Usted pasó mucho tiempo fuera del país. Escribió libros sobre lugares lejanos, se formó en Europa y ahora vive en España. Sin embargo, siempre tiene la mirada puesta sobre Argentina.
Caparrós: Sucede que soy argentino. Aunque a veces digo que soy hispano-argentino. Sigo hablando como un argentino, escribo como un argentino. Lo que me importa más es la Argentina. ¿Qué voy a hacer?
NOTICIAS: ¿Qué le preocupa de nuestro páis hoy?
Caparrós: Me preocupa algo que sucede en casi todos lados, pero que aquí sucede de una manera más aguda: la falta de futuro. En general, vivimos una época que no consigue imaginar un futuro que le guste, entonces, lo piensa más como amenaza que como promesa. Eso que pasa en todos lados, en Argentina sucede de una manera más extrema. Primero, porque Argentina funcionó durante muchísimo tiempo como la tierra del futuro. Se construyó en función del “futuro prometido”. “Mi hijo el dotor”, es eso. Por eso vinieron los migrantes, para ver si sus hijos eran mejores de ellos. Pero eso se rompió hace 45 años y nunca fue reemplazado por nada. No sabemos qué hacemos, adónde vamos, qué queremos y a eso se agrega que, durante los últimos 20 o 30 años, los gobiernos fracasaron en tantas cosas y no aparecen recambios interesantes, razonables, deseables. Entonces, estamos como enredados en esto que yo llamaba hace tiempo, el “país calesita”. Parece que se mueve, pero está siempre en el mismo lugar. Y ese lugar donde está es muy cruel.
Comentarios