En medio del escándalo que sacude a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en torno a las polémicas vinculaciones de Claudio “Chiqui” Tapia y la distribución de pautas publicitarias oficiales, se desató una verdadera batalla mediática entre voces destacadas de la comunicación. Lo que comenzó como una crítica a la gestión de la AFA escaló rápidamente hacia una confrontación directa entre periodistas, con posiciones que van desde la defensa abierta de Tapia hasta ataques furibundos a colegas acusados de operar con intereses personales o mediáticos.
Uno de los defensores más visibles de Tapia en esta disputa fue Alejandro Fantino, conductor con fuerte presencia en el canal de streaming Carnaval. Frente a los embates de Jonatan Viale, quien había cuestionado con dureza a figuras políticas y deportivas vinculadas al fútbol nacional, Fantino respondió con tono beligerante. Lo acusó de no ser independiente y de trabajar condicionado por quienes, según él, financian su espacio mediático, sugiriendo que Viale estaría más atento a sus vínculos económicos que a la “verdad periodística”. En ese contexto, Fantino llegó a apuntar indirectamente hacia los sectores cercanos a Tapia, defendiendo la postura de su propio medio frente a las críticas externas.
Por su parte, Jorge Rial también se ubicó del lado de quienes cuestionan a Viale y avalan la defensa de Tapia. Desde su plataforma de radio y televisión, Rial transformó la discusión sobre la pauta publicitaria de la AFA en una crítica frontal hacia su colega de TN y Radio Rivadavia, acusándolo de falta de coherencia y de actuar de manera ambigua, con contradicciones entre lo que dice al aire y lo que ocurre detrás de escena. El conductor planteó que mientras algunos periodistas se presentan como figuras “cristalinas”, también formarían parte, en su visión, de los comportamientos que dicen combatir mediáticamente.
La guerra de palabras no se limitó a descalificaciones mutuas: también expuso el trasfondo político y económico que rodea a la publicidad oficial, la gestión de recursos y la influencia de poderes fácticos en los medios. Esta pulseada entre figuras influyentes del periodismo argentino pone en evidencia cómo la crisis en la AFA y las sospechas sobre la pauta del CEAMSE se han convertido en un terreno fértil para disputas personales y corporativas entre quienes deberían, al menos en teoría, ser árbitros neutrales de la realidad pública.
Más allá de las chicanas y las referencias cruzadas, la batalla mediática por Tapia muestra que las rivalidades en la prensa ya no son solo sobre qué se dice, sino sobre quién tiene la legitimidad para decirlo, qué intereses defienden y hasta qué punto las relaciones entre política, deporte y comunicaciones terminan cruzando líneas que antes se consideraban como códigos no escritos del periodismo.













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