Imagine el lector un cocinero a quien le regalan un kilo de chocolate belga y que lo único que se le ocurra sea derretirlo para bañar galletas de arroz. El equivalente de tal horror repostero es, para el cine, “Los dos papas”, de Fernando Meirelles, uno de los peores directores contemporáneos.
El film narra el encuentro ficticio entre un Bergoglio que quiere renunciar al cardenalato y un Ratzinger a punto de hacer lo propio con el papado. Hay un gran tema allí: el diálogo irresuelto entre la religión como necesidad metafísica y la religión como herramienta política, lo que representan Benedicto XVI y Francisco, respectivamente.
Pero Meirelles carece de la menor idea al respecto y hace una película tramposa sobre dos tipos que se hacen amigos y se confiesan pecados. Por cierto, es propaganda “bergogliana” ciento por ciento (esto, en la Argentina, puede hacer aplaudir o insultar, pero acá hablamos de cine). Rutinaria, centrada en “las grandes actuaciones” y de una ceguera estética (y temática) feroz.
Calificación: **1/2
Mirá el tráiler:
(Estados Unidos, 2019) Drama. Dirección: Fernando Meirelles. Con Anthony Hopkins. Netflix.
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