Adaptar el desarrollo a una economía del conocimiento es el desafío y consigna en la era de la digitalización, la biotecnología y el internet de las cosas. También encontrar el equilibrio entre explotación y exploración resulta una búsqueda ineludible en ese contexto.
Podemos resumir la explotación como la implementación, producción y ejecución de productos o ideas prexistentes, que ya han sido probados y aceptados en el mercado, por ejemplo: la fabricación de automotores, de ladrillos para la construcción, el uso de semillas híbridas para el cultivo de la soja o la provisión de servicios informáticos. En la explotación se puede prever razonablemente el resultado.
La exploración es la búsqueda de nuevas alternativas, su resultado es incierto. Es una persecución mediante la experimentación, mediante prueba y error, un aprendizaje que puede llevar a propuestas para procesos, productos o servicios muy diferentes a los que se encuentran actualmente en la etapa de explotación.
Pero la de exploración, cuando exitosa, trae aparejado un premio, el descubrimiento de nuevas y mejores propuestas. Contiene la posibilidad de desarrollo de nuevas economías y la captura de un mayor valor económico para sus operadores en la producción. Así, por ejemplo, acontece con la industria del litio y su potencial en la producción de baterías para automotores eléctricos, o el desarrollo de nuevas formas de diagnóstico del cáncer mediante inteligencia artificial capaz de detectar en imágenes indicios de la enfermedad invisibles al ojo humano.
En la Argentina una y otra vez se ha hecho hincapié en la necesidad de promover la investigación y el desarrollo como forma de capturar parte del valor y beneficios que estas nuevas tecnologías generan.
En ese sentido la reciente reglamentación de la Ley N° 26.270 que prevé beneficios impositivos para la biotecnología indica el camino a seguir.
La biotecnología emplea la biología, la química y aprovecha el uso de la capacidad de procesamiento de datos con los cuales hoy contamos. Se centra en la investigación y desarrollo de sustancias bioactivas y alimentos funcionales para bienestar de organismos, diagnóstico celular y molecular, incluye el manejo de enfermedades asociadas a la agricultura, toxicología, genómica ambiental y el manejo ambiental.
Su campo de acción va desde nuevas formas de producir queso a la formulación de vacunas y tratamientos médicos.
El objetivo de esta ley recientemente reglamentada es el impulso de las actividades de investigación y desarrollo, la ejecución de proyectos de investigación científica y tecnológica orientados al desarrollo productivo de la biotecnología moderna. Apunta a incentivar el desarrollo de nuevas tecnologías, productos, servicios, procesos y mejoras productivas dentro del sector de biotecnología moderna.
Las ventajas impositivas que se habilitan son la deducción por amortización acelerada en ganancias por bienes de capital nuevos destinados al proyecto, la devolución anticipada del IVA originado en esos mismos bienes de uso pudiendo utilizarse para cancelar otras obligaciones impositivas. Un requisito en el caso de realizar la empresa otras actividades será el prever en su contabilidad poder evaluar por separado los resultados. Otro beneficio de trascendencia para los beneficiarios que cuenten con proyectos de investigación y/o desarrollo aprobado será el poder gozar de un Bono de Crédito Fiscal equivalente al 50 % de los gastos efectivamente pagados, con destinado a las contrataciones de servicios de investigación y desarrollo, en el marco de los proyectos presentados, con Instituciones pertenecientes al pertenecientes al Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, y un Bono de Crédito Fiscal del 50% del monto de las contribuciones a la seguridad social que hayan efectivamente pagado con destino a los sistemas y subsistemas de seguridad social sobre la nómina salarial afectada al proyecto.
Estos beneficios no son excluyentes entre sí y podrán ser otorgados en forma concurrente.
Son este tipo de medidas, la promoción de la interacción e integración entre sectores privados y públicos, el apuntalar en forma consecuente y como política de estado la creación de clústeres de investigación y desarrollo las que permitirán pensar en una inserción sistémica de nuestro país en áreas del desarrollo del conocimiento en las cuales tiene ventajas competitivas a nivel internacional. Sembrar en mentes centradas en la investigación y un sistema que le de soporte luego a la implementación de sus hallazgos es pensar en un país próspero y tecnológicamente soberano.
*Gonzalo Fuentes y Arballo.
por Gonzalo Fuentes y Arballo
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