Sunday 28 de April, 2024

ECONOMíA | 23-01-2024 15:07

Estética presidencial: un viaje a la insólita obsesión de Milei

Acomplejado con su cuerpo, Milei difunde fotos retocadas para lucir más flaco y más joven. El riesgo de que la alteración de su imagen exprese también una distorsión de la realidad.

El video dura 46 segundos. El Presidente está en el pasillo del avión que lo va a llevar a la ciudad suiza de Davos. Pero ahora tiene preocupaciones más terrenales. O tiene lo que se podría calificar como una obsesión: que su papada no se entrometa en las fotos.

Durante casi un minuto Javier Milei va a repetir la pose para las selfies que le pide un grupo de curiosos. Es una forma de pararse frente a la cámara que copian miles de jovenes del país e incluso Kristalina Georgieva, la jefa del FMI, que en Davos repetirá la fórmula junto al presidente argentino: los dos pulgares apuntando al cielo, a la estratégica altura del estómago, la cabeza inclinada hacia el suelo, y la boca apretada y en punta hacia afuera. Milei es capaz de saludar a los fans que tiene en el avión durante todo el lapso que dura el video sin bajar nunca los brazos. Lo repite como un robot, y aún sin verificar cada una de las selfies se podría afirmar con precisicón quirúrgica que en todas sale igual.

Es que, a pesar de que está yendo a una cita clave en el Foro Económico Mundial -en el que luego dará un insólito discurso fustigando al socialismo- o de que deja atrás al país que comanda y que en un mes de gobierno ya alcanzó una inflación récord, Milei no se puede sacar nunca de su cabeza la preocupación por su estética. A pesar de que tiene una papada perfectamente natural para un hombre de 53 años, que aparezca en una foto para él es un pecado mortal. Y, sin embargo, no es para nada un hecho secundario. Toda papada, incluso la photoshopeada, es política.

Las fuerzas del cielo.

Corría el año 2016 y Milei hacía muy poco que había debutado en la televisión. Sin embargo, parecía ya tener la fórmula del éxito en sus manos. Y a un amigo, con el que solía compartir panel, se la explicaba. “Vos tenés que salir así, con la cara para abajo, para que no se vea la papada”, le decía.

Los años, pero sobre todo la exposición mediática y política, incrementaron esta manía, que algún psicólogo podría decir que arrastra desde los años de bullying escolar y de violencia intrafamiliar. Lo que es cierto es que el poder la llevó a lugares insospechados.

El anécdotario es largo y casi interminable. Del “countouring”, la técnica con la que Lilia Lemoine, asistente, ex pareja y diputada, le maquillaba la papada, pasó al photoshop liso y llano, que manejaba la influencer Eugenia Rolón hasta caer en desgracia hace dos semanas. Las fotos se volvieron virales en las redes: un Milei que parece de 25 años en el día de la jura con la banda, o con unos cuantos kilos menos en la presentación del Gabinete, por sólo nombrar algunas de las decenas de imágenes retocadas. Es una búsqueda que no sólo se da a través de una computadora: el día de la asunción prohibió la entrada de fotógrafos al Congreso no por su pésima relación con la prensa -como se leyó el hecho- sino porque, por el ángulo en el que quedan los reporteros gráficos, sólo le pueden sacar imágenes desde abajo.

También hay toda una liturgia acerca de las camperas que usa para evitar que su cuerpo se vea, la misma lógica por la cual las manos en las selfies y los libros con los que anda van siempre a la altura del estómago. Así se lo pudo ver en la tragedia de Bahía Blanca, en pleno verano, usando dos camperas, o saliendo a saludar al balcón de la Casa Rosada también con esa prenda, a pesar del asfixiante calor porteño. Ornela Panniza, una influencer que se hace llamar “Lady Market” en las redes, mantuvo a principios de año una reunión de una hora con el libertario en el despacho presidencial. Luego contó que el aire acondicionado está puesto a todo lo que da y en un frío extremo.

Otro tema que ocupa la cabeza de Milei es todo lo que rodea su supuesta condición de hombre sexual. Es algo que viene construyendo desde su etapa de mediático -le gustaba contar que practicaba por horas sexo tántrico- pero que ahora escaló. El apasionado beso con su novia Fátima Flórez en un escenario en Mar del Plata ante las cámaras -ante las que siempre quiere aclarar que su pareja “está muy buena”-, o la foto podológica que subió la actriz para desmentir las versiones -que arrancó un tuitero llamado @marianherrrera en formato de chiste- de que el mandatario calzaba 37, con las obvias implicancias que eso se supone que tiene. También los coletazos de su visita a Davos: las imágenes que compartió en su cuenta de X donde se ve a una mujer casi desnuda mirando su discurso, otra de una pareja teniendo sexo mientras lo escuchan (que subió el propio Elon Musk) o la de cuatro mujeres que llevan un pene gigante a cuestas en alusión al libertario. “Es que el mantenimiento de una supuesta virilidad es central en la nueva derecha”, agrega el escritor e intelectual liberal José Benegas, idea que hace juego en cómo muchos seguidores del Presidente comparten fotos en las redes donde muestran a un Milei hipermusculoso y hegemónico, o el hecho de que a él le gusta presentarse como un león, el rey de la selva.

 

La lista de realidades artificiales podría seguir varios párrafos más. Pero, aunque también se podría formular un interesante análisis del cruce de la nueva derecha con la posverdad -distorsión deliberada de la realidad que no sólo alcanza a la papada presidencial sino también a los datos falsos que suele repetir el Presidente, como que Argentina a principios del siglo XX era la “primer potencia mundial”-, el gran tema de fondo es otro. La pregunta es en qué anda la cabeza del Presidente.

Laberinto.

Es que está claro que los grandes problemas de Argentina pasan por otro lado, no por la apariencia física del mandatario. Que justamente sea él quien le dedique tanto tiempo es lo que plantea preguntas.

Es un espejo del incidente que tuvo con la periodista Silvia Mercado, que contó que los perros clonados del libertario ya se habían mudado a Olivos, algo que ocasionó una furiosa desmentida de su parte. “Sería bueno que el periodismo le dedique un poco más de tiempo a los graves problemas del país y menos a cuestiones de índole privada”, le espetó... mientras él mismo gastaba tiempo en “cuestiones de índole privada”.

Por eso es que la duda que alimenta la obsesión estética del Presidente es otra. Se la puede observar también en los insólitos cruces que viene teniendo. Uno es el mencionado con Mercado, pero hubo otros: una rabiosa pelea con Hugo Arana en las redes -a pesar de que el actor lleva varios años muerto- o las críticas que le lanzó a una cuenta fake de Axel Kicillof. Cuando se dio cuenta del error lo quiso subsanar de una manera bastante llamativa: “Lo dicho en la cuenta fake es una tontería que bien podría haber dicho el verdadero sin duda”.

Si a estos episodios se le suma su raid en Davos -habló de la pelea contra el “neomarxismo”, del “peligro del socialismo” y luego subió una foto de un león rompiendo una bandera de la Unión Soviética, que se extinguió hace más de tres décadas-, el centro de la cuestión es otro. Es uno que NOTICIAS viene relatando desde que Milei se lanzó a la política, que reflejó con la realidad sobre su perro muerto y la conexión mística que se supone que este le abrió con el mismísimo Dios: ¿hasta dónde está centrado el Presidente? ¿Distingue la realidad de lo que pasa en su cabeza? ¿O cuando se ve al espejo el reflejo le devuelve lo mismo que el Photoshop? ¿O piensa que si agacha la cabeza nadie notará su papada? ¿O realmente cree que los sucesores de Lenin y Trotsky están a la vuelta de la esquina acechando para volver al poder? ¿O cree que el problema del mundo es la amenaza del “neomarxismo”?

Por dudas como estas es que el filósofo y periodista Tomás Balmaceda se pregunta “¿qué esconde una papada?”, mientras que Guillermo Moreno, que trató muchísimo a Milei, llega a sostener que “el Presidente no está ubicado en tiempo y espacio”.

Es que, detrás de lo que en las redes aparece como memes para reírse del libertario para unos o adoraciones y elogios al físico de Milei para otros, la incógnita que plantean las dificultad del Presidente para lidiar con la realidad abre cientos de preguntas. ¿Cómo reaccionaría si el Congreso no le aprobara la Ley Ómnibus o si le rechazara el DNU? ¿Con quién se la agarrará si la inflación no baja? ¿Qué hará si sucediera un conflicto en la región?

Con algunas cosas el Photoshop o el maquillaje pueden hacer magia. Pero con otras, lamentablemente, no.

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Juan Luis González

Juan Luis González

Periodista de política.

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