El consultor Martín Polo admite que el tipo de cambio aún es competitivo, más allá que algunos analistas recomienden ahora comprar productos importados o con piezas del exterior como autos y electrónicos, o reservar viajes para la pospademia. “Si bien dolieron, los saltos devaluatorios de Macri dejaron un colchón competitivo”, opina quien fue funcionario entre 2017 y 2019.
Polo disiente de sus colegas que creen que los importadores recurrirán en masa al contado con liqui para sus compras externas ante los nuevos controles. "Quizá la demanda en el contado con liqui quede contenida porque los importadores solo comprarán cuando lo necesiten en un país en recesión. Hay que ver si les cierra el negocio importando a 114", opina el economista.
El experto vaticina que la divisa terminará el año en la plaza oficial a $ 88 o 90 porque el Banco Central controlará vía cepo que no suba más. Descarta una relajación de restricciones: "Una vez que arrancás, es difícil sacarlas. Quizá habiliten más importaciones". Y desestima que se acorte la brecha cambiaria: "Siempre se amplía cuando hay control de cambios. Es imposible determinar en cuánto estará a fin de año, pero calculá entre 50 y 80%, como ahora".
En bancos como Citi y HSBC ven el dólar oficial en diciembre a $ 100. Los analistas que esperan semejantes salto se basan en la hipótesis de que el Central no podrá seguir aguantando la presión devaluatoria que azota a Brasil y otros países sudamericanos. Al menos señalan que si se devalúa el peso oficial, se podrá relajar un poco el cepo y se acortará la brecha con las cotizaciones paralelas. Eso sí, dibujan este escenario en caso de un acuerdo por la deuda. Si no hay pacto, "a los botes" con el dólar, advierten.
La consultora Ecolatina prevé que la moneda norteamericana en la plaza oficial suba a $ 94,55 a fin de año. Su director Lorenzo Sigaut Gravina lo analiza así: "Hay tantos parches en el mercado cambiario que hay dos alternativas. Por un lado, puede que el Banco Central convalide un salto cambiario después del acuerdo por la deuda y el dólar llegue a cerca de 95 pesos a fin de año. Sería un momento en que las expectativas comenzarían a mejorar, se empezarían a flexibilizar las restricciones y se haría más competitivo el peso respecto de Brasil. Si bien en la Argentina el dólar siguió al ritmo del resto de los precios, no subió tanto como en los mercados emergentes que se depreciaron fuerte. Así se descomprimiría un poco la tensión, se cerraría desde abajo la brecha con el dólar paralelo y se oxigenaría al sector exportador. Por otro lado, para evitar tantos parches, se podría desdoblar formalmente el mercado cambiario: se dejaría un dólar comercial bajo para alimentos y medicamentos a costa de penalizar las exportaciones y un dólar financiero con menos restricciones, más libre, pero más alto, más parecido a lo que hoy es el paralelo. Esos serían los dos caminos porque seguir poniendo trabas hace que el MULC (Mercado Único Libre de Cambios, el oficial) sea cada vez más difícil de acceder y menos relevante".
Sigaut Gravina considera que con los nuevos límites a la importación al dólar oficial los que compran en el exterior recurrirán al contado con liqui y eso impactará en los precios. Hasta ahora, la suba de la divisa en el mercado paralelo no impactaba prácticamente en la inflación porque las importaciones se regían solo por el MULC. El director de Ecolatina teme que las restricciones también impacten en una menor actividad económica por el menor ingreso de insumos y bienes terminados.
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