El interés de los inversores por el oro viene principalmente por tres grandes creencias:
- El oro es una buena cobertura contra la inflación.
- El oro sirve de refugio de valor contra la depreciación de monedas.
- El oro es el activo de refugio por excelencia (Safe Heaven Asset).
Respecto de esto, cabe aclarar que existe más de una prueba que refuta los primeros dos puntos (si bien muchos muestran que, en el muy largo plazo, el oro funciona como cobertura ante la inflación). Sin embargo, el punto más relevante parece ser el “Safe Heaven Asset”. Esto quiere decir que el metal suele funcionar como cobertura antes las caídas fuertes de mercado (aproximadamente el 80% de las caídas fuertes de mercado fueron bien sobrellevadas por el oro).
Dicho esto, con el reciente rally que tuvo el metal nos encontramos con un mix de los tres puntos. Cuando se desencadenó la pandemia de coronavirus a nivel global, en marzo de este año, los inversores huyeron rápidamente de los activos de riesgo, dada la gran incertidumbre que la pandemia significaba (y significa) en lo que a la economía respecta. Podríamos decir que este fue el punto de partida de la fuerte suba en el precio del metal. En segundo lugar, nos encontramos con las fuertes medidas que las distintas potencias mundiales fueron tomando para contrarrestar los efectos de la crisis económica actual. Tanto Estados Unidos como Europa implementaron políticas monetarias y fiscales expansivas sin precedentes: aumentaron considerablemente la cantidad de dinero en circulación (muy por encima de las medidas tomadas para contrarrestar la crisis del 2008); bajaron las tasas de interés hasta prácticamente 0% (y dijeron que se mantendrían en ese nivel el tiempo que sea necesario); lanzaron programas de recompra de instrumentos de deuda para facilitar la refinanciación de las empresas más golpeadas por la crisis; impulsaron numerosos planes fiscales de índole expansiva (el Cares Act en EE UU es el mayor ejemplo). Por su parte, la FED de Estados Unidos, modificó su meta de inflación de 2% anual, para dejarla en un promedio del 2% anual (es decir, no tendrían problemas en ver la inflación por encima del 2% en el corto plazo). Todas estas medidas, si bien fueron vistas con buenos ojos por el mercado, contribuyeron a incrementar las expectativas de inflación y depreciación de las monedas en el mediano plazo, generando una preferencia en el metal precioso por parte de los inversores para cubrirse de cualquier retroceso que pueda haber en lo que a la lucha contra el virus respecta y para contrarrestar las presiones inflacionarias que el mercado está viendo actualmente.
Existen dos formas principales de que un inversor esté atado a los precios del oro: invertir en oro físico; e invertir en empresas mineras de oro. Para invertir en oro físico, tenemos la opción clásica de comprar lingotes u oro por onzas, pero también contamos con diversos ETF (Exchange-Traded Fund) que invierten en oro físico, y son una excelente manera de estar atados al precio del metal. El más grande y líquido de estos ETFs es el GLD. En cuanto a la inversión en mineras de oro respecta, la misma puede realizarse invirtiendo en compañías particulares que se dediquen a la minería de oro, o también podemos apuntar a ETFs que inviertan en numerosas compañías de este tipo. El más conocido y líquido de estos ETFs es el GDX (Gold Miners), que cotiza en Estados Unidos. Sin embargo, una buena alternativa para el inversor local que no puede operar en el exterior es intentar replicar el ETF mediante algunas de las empresas que cotizan en BYMA via CEDEARs. Con las acciones que cotizan en BYMA nos es posible replicar el ETF GDX con una correlación del 97%.
*Analista de research de Allaria Ledesma & Cía.
por Ignacio Murua*
Comentarios