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ECONOMíA | 23-06-2021 14:24

Salarios y precios: recuperación en espera

Con inflación más alta, los salarios reales dependerán más de las paritarias sectoriales y de las mejoras impositivas y sociales.

La carrera por el salario parecía perdida de antemano. Sería una promesa más que la pandemia, la fortuna o la mala praxis impediría cumplir: que este año, los salarios recuperarían lo que habían perdido durante 2020. No hubo una cifra: de antemano el 29% de inflación proyectada en el Presupuesto 2021 ya fue quedando como una utopía. Aún antes de conocerse la medición oficial del IPC de mayo, los analistas privados la situaban entre 3,2% y 3,8%, por lo que, para cumplir con la meta oficial, durante los siete meses restantes los precios deberían subir menos del 1% cada 30 días. Una utopía en un año en que, por ejemplo, en el último semestre el promedio fue del 4% mensual.

La primera víctima de esta aceleración inflacionaria será también la recomposición del salario, muy afectado por el primer año de cuarentenas y cierres de actividades. Jorge Colina, economista de IDESA, calcula que el salario real cayó 10% en el primer trimestre de 2021 en forma interanual. Estima que la mientras siga alta la inflación, será imposible que el salario real le gane, “porque el salario se acomoda a la inflación pasada, por lo que en inflación creciente su valor va a quedar retrasado”.

A juicio de Juan Luis Bour, Economista Jefe de FIEL, “nunca estuvo disponible esa mejora de salarios reales mencionada desde el Gobierno por la sencilla razón que la inflación no iba a ser del 29% sino mucho más alta”. Estima que se puede esperar que el RIPTE (salarios formales privados) en términos reales en promedio se ubique 5% por debajo de 2020 dado el sendero de inflación. Sin embargo, para el economista, “la cuestión de fondo que no se discute públicamente es que, tras la pandemia y las medidas represivas en los mercados, la productividad media de la economía cayó fuertemente”, por lo que los salarios se terminarían ajustando a este nuevo piso de la economía. Para romper este condicionamiento, a su juicio deberían generarse condiciones para que “la demanda de trabajadores aumente desde las empresas y ello requiere en primer lugar cesar con medidas represivas sobre exportaciones, ahorro e inversión”.

Paritarias. Además de la inflación, el otro elemento de importancia en la definición del salario real es la fijación a través de las paritarias para el segmento formal del mercado laboral. Hasta el mes pasado, la intención de Economía fue siempre la de alinear los aumentos con la pauta inflacionaria del presupuesto, o sea que no ajusten más allá del 30%. Los sindicalistas, con más horas de vuelo en este campo, desconfiaron desde el principio del realismo de la cifra oficial, por lo que apareció el comodín de las cláusulas gatillo, vital para no desfasarse y al mismo tiempo, no poner una cifra que evidencie su escepticismo.

Las paritarias afectan en alrededor del 28% de la población ocupada total, otra parte corresponde al sector público y la mayoría de la población ocupada es informal o trabajadores por cuenta propia. “Las paritaria al 40% o más dan la señal que la inflación se acelera. Probablemente eso va a poner un piso a la inflación bien por arriba del 2% mensual en los meses cercanos a la elección, a pesar del freno al dólar, tarifas y precios regulados privados”, concluye Bour.

Además, los gremios con salarios más altos, frutos de una productividad sectorial más elevada pero también de un mayor poder de negociación, pusieron en la agenda el componente tributario: elevar el piso del impuesto a las Ganancias, quitar las horas extras de la base imponible y demás componentes de la letra chica del beneficio votado por el Congreso y que beneficiará, este año, a más de 1,2 millón de trabajadores, casi las dos terceras partes que tributaban a fin del año pasado. Como la ley no actualizó los valores de las exenciones, sino que estableció un piso ($150 mil) queda la incógnita de cómo impactará el año próximo, cuando no haya un anzuelo electoral.

Empleos. Otro elemento que define el nivel salarial, más allá de los efectos de corto plazo, es la evolución del empleo. La otra asignatura pendiente del sistema económico argentino. Al respecto, Colina señala una paradoja: luego de la crisis laboral producto de la inactividad por la pandemia, aumentó la tasa de formalidad de la economía “porque lo que cayó (1 millón) es el empleo no registrado y todavía quedan más de 700 mil que aún no volvieron al mercado de trabajo. Están en la inactividad, seguramente sostenidos por la red asistencial”, subraya.

Por su parte, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, destaca que, si bien existe esta etapa de recuperación del empleo, se realiza a una tasa mucho más baja que la de destrucción del pico de la pandemia. “Este año, con niveles de recuperación en sectores claves no se logrará que crezca la demanda de empleo, de hecho, hay una cesantía oculta por la imposibilidad de despidos, que también debería liberarse porque los costos de muchas empresas deberían acomodarse para ser viables”, explica. En un estudio reciente del Observatorio, la desocupación del 13% que midió el INDEC treparía a más del doble de no haberse implementado el “cepo” laboral mediante la prohibición de despidos y el encarecimiento de las desvinculaciones permitidas. Un freno que no es sostenible en el tiempo para las Pymes.

En el sector informal la recuperación depende mucho de los niveles de salarios de clases media y baja formales, que son las que generan la demanda de su producción. “Más allá que les aumente la remuneración, seguramente estarán por debajo de la inflación. Será mejor que en lo peor de la crisis, pero insuficiente para recuperarse totalmente. Las mejoras impositivas, salariales y en los programas sociales, hacen que pueda mantenerse un nivel de consumo en los sectores populares para garantizar su subsistencia, pero no para crear nuevas formas de trabajo”, aclara.

Los niveles salariales todavía están por debajo de 2011-12, que mostró las mejores cifras. Pero la recuperación del empleo podría llegar con un menor nivel de actividad y un estándar más precario, lo cual conduce a un empobrecimiento general de la economía. Por lo tanto, el escenario que se visualiza está marcado por una leve tendencia a la baja del desempleo, recuperación paulatina de la actividad y poca demanda hacia la creación de trabajo formal, circunscripto a las ramas que se flexibilicen (gastronomía, construcción, comercio y servicios). Un desafío más que la economía argentina deberá responder con los resultados electorales definidos.

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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