¿Cuántas veces soñamos ese proyecto que tanto deseamos hacer?
¿Cuántas veces lo armamos en nuestra mente, lo organizamos, lo validamos y hasta le ponemos nombre! y simplemente lo seguimos soñando…
¿Qué pasa en nosotras/os que impide que no podamos hacerlo realidad?
¿Qué nos contamos? ¿Cuánto permiso nos damos para equivocarnos si fuera necesario y comenzar?
Soñarlo no es suficiente. Porque al soñarlo solo logramos eso… que quede en sueños, en deseos y a la larga ese estado provoca una enorme frustración.
Llevarlo a la realidad es la mejor opción, con lo que tengamos, dejando a un lado todo lo que creemos que necesitamos para comenzar y que lo único que nos aporta son excusas para nunca empezar.
Comenzar, siempre es la mejor decisión…
¿Y si nos equivocamos? Entonces aprenderemos…
¿Y si no funciona? En ese caso habremos podido vivir la posibilidad de haberlo intentado.
¿Y si no soy capaz de desarrollarlo? Solo comenzando lo sabremos…
Y si…
Y si…
¿Y si por fin nos animamos y funciona?
¿Y si te das la posibilidad de creer en vos… de quererte aprendiendo… de avanzar permitiéndote conocerte en un contexto nuevo?
Y si por fin nos damos cuenta de que la vida es una sola y que todos los “y si” pueden ser creencias limitantes y falta de confianza…
Soñarlo no es suficiente.
Dar el primer paso no te lleva a donde queres ir, pero te saca de donde estas.
La respuesta y la decisión la tenes vos.
Todo está en vos.
Siempre.
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