Si toda crisis es una oportunidad, la industria textil es otro ejemplo claro de resiliencia. Según un estudio de CLAVES Información Competitiva, el sector en la Argentina transita este año “una recuperación de la producción” a niveles prepandemia, con una inversión anual proyectada de US$200 millones en bienes de capital, al tiempo que enfrenta aumentos de costos (como consecuencia de que gran parte de los insumos son importados y de los precios de los fletes por los combustibles) y una caída en el consumo de indumentaria.
El crack se produjo, por lógica, en marzo de 2020. “El mayor descenso de la producción se registró́ a comienzos del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Tras dos años de baja, la industria textil se encuentra trabajando por encima del 47% de su capacidad. Para recuperar niveles de producción, el sector fue trabajando en el abastecimiento de materias primas, acondicionamiento de maquinaria, y protocolos por coronavirus”, sostiene el relevamiento. El diagnóstico es compartido por otros referentes de la industria. Por ejemplo, para Luciano Galfione, presidente de la Fundación Pro Tejer, una organización que promueve el interés de la cadena agro industrial textil, “el sector fue capaz de reaccionar y reconvertirse con rapidez, readecuando las fábricas, reformulando procesos e incorporando máquinas para la producción de artículos de primera necesidad y calidad a precios inferiores que los importados y en un contexto de escasez mundial y restricciones productivas”.
Renacer. El impacto de la pandemia parece haber quedado atrás. “Nos dejó una enseñanza importante en términos de reconstrucción de capacidades productivas y tecnológicas. Fuimos uno de los pocos países que, gracias a contar con una fuerte tradición textil, pudimos reorientar la producción hacia insumos médicos y de cuidado sanitario de la población logrando un proceso virtuoso de articulación entre el Estado, el sistema científico y tecnológico y el sector productivo privado”, subraya Galfione.
Según Luciano Ferrari, director Textil de Carrefour Argentina, durante la pandemia hubo dos momentos bisagra respecto de los hábitos de consumo: “Por un lado, la moda fue hacia el hogar: las personas pasaban más tiempo en sus casas y eso hizo que prefieran ropa más cómoda y de calidad. Prendas como buzos, enteritos, pijamas, joggings y pantuflas o mantas en el sector de TEX Hogar comenzaron a ser las más elegidas”. Por otro, recuerda que se produjo “un cambio de hábito de compra donde la búsqueda se volcó a las tiendas online, haciendo que las compras y la ropa convergieran en un mismo destino: el hogar”, agrega.
Si se realiza una radiografía del mercado interno local, se observa que la industria cuenta con 5.600 empresas y emplea a más de 300.000 trabajadores de manera directa. “En los últimos dos años, el sector viene recomponiendo cierto nivel de empleo perdido por el efecto de la apertura de las importaciones. Sin embargo, todavía no se muestra un fuerte rebote”, señala CLAVES.
El diagnóstico es coincidente con el de Galfione: “La producción se encuentra creciendo. El eslabón textil ya recuperó los niveles de 2019, mientras que la indumentaria aún no ha logrado revertir la caída de 2020, pero está mostrando un fuerte dinamismo en los últimos meses, claro indicio de su recuperación”, señala. En el sector observan que, si bien hay un cuello de botella en la confección, “se espera que la oferta siga creciendo al calor de las importantes inversiones que está llevando adelante la cadena textil.”, agrega Galfione. Y amplía: “Por el lado del consumo, también se está recuperando, aunque más tímidamente. En términos de volumen de ventas de prendas de vestir en supermercados y centros de compra, todavía estamos por debajo del 2019. La suba del poder adquisitivo de los ingresos será una de las claves para poder dinamizar las ventas, así como también las políticas como el Ahora 12”.
Dólares. La realidad muestra que entre un 50/60% de los costos de producción están dolarizados, lo que, por lógica, tiene efectos sobre los precios y en el mercado interno, lo que llevó al Gobierno y a las cámaras a implementar una especie de “precios cuidados” en algunos canales de venta, agrega el relevamiento de CLAVES. ¿Cuáles son las perspectivas para el futuro inmediato? “El sector proyecta un buen año, sosteniendo la recuperación de 2021. Dada la baja base de partida en valores importados anuales y la escasez de divisas que enfrenta la economía argentina, se espera que 2022 cierre con valores similares a los de los últimos dos años, indica CLAVES. Las empresas tomaron nota de esta restricción. “Hoy, la mayor parte de nuestra producción es de origen nacional y, de ese porcentaje, el 85% son PyMEs. Un dato que nos impulsa a ir por más, ya que nos permite fortalecer la industria y acercar productos locales a los más de 500.000 clientes y clientas que nos visitan a diario en nuestras sucursales”, explica Ferrari. Esto se refleja en el volumen de ventas de Carrefour que, en lo que va del año, se incrementó en un 12%.
Otro caso es el de Bowen, empresa que anunció una inversión de más de $100 millones para potenciar el volumen de su producción nacional y modernizar su gestión. El 95% de su colección se fabrica en Argentina y digitalizó su operación de cara a una nueva etapa. Emplea de manera directa a 120 colaboradores y genera aproximadamente 1.300 empleos indirectos en todo el país, incluyendo comercio, servicios e insumos. “Tuvimos un crecimiento de un 45% del volumen de prendas, para satisfacer una demanda en aumento: hoy la marca fabrica más de medio millón de prendas por año y las perspectivas para este 2023 son de un alza similar”, cierra Pedro Chirou, uno de los fundadores de Bowen. Proyecciones de uno de los jugadores de un negocio que quiere volver a vestirse de optimismo.
por Marcelo Alfano
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