Saturday 20 de December, 2025

ESPACIO NO EDITORIAL | 11-09-2025 12:27

Empatía que cura: habilidades blandas que mejoran la salud en la vejez

Más allá de diagnósticos y fármacos, la calidad del vínculo entre el equipo de salud y la persona mayor tiene efectos medibles: menos dolor y ansiedad, mejor adherencia y menos reingresos. Comunicar mejor también es tratar mejor. En Argentina también.

En el consultorio, escuchar con atención, mirar a los ojos y validar emociones no es cortesía: es parte del tratamiento. La investigación muestra que la empatía y el lenguaje claro favorecen la comprensión, reducen el estrés y facilitan decisiones alineadas con valores. En la vejez, donde conviven comorbilidades y trayectorias vitales distintas, estas habilidades son tanto o más críticas que la técnica.

¿Qué esperamos de un profesional que atiende a personas mayores? Primero, paciencia activa: permitir silencios, ajustar el ritmo y preguntar sin apuro. Segundo, comunicación clara: una idea por vez, evitar jerga, usar ejemplos cotidianos y confirmar entendimiento con teach-back (“cuénteme con sus palabras cómo tomará el medicamento”). Tercero, decisión compartida: explicar opciones, riesgos y beneficios, y acordar metas realistas según lo que más importa para esa persona. Cuarto, continuidad: cerrar cada encuentro con un próximo paso, un referente claro de contacto y una fecha de seguimiento para sostener el vínculo y evitar escaladas clínicas.

También es medicina combatir el edadismo. Las palabras importan: infantilizar, usar diminutivos o decidir por edad cronológica deteriora la confianza y la seguridad del paciente. Cambiar esa narrativa habilita participación, autocuidado y mejores resultados.

El entorno familiar y comunitario es decisivo. Incorporar a cuidadores en la explicación, detallar señales de alarma y dejar un plan escrito con letra legible favorece el seguimiento y reduce consultas evitables. Materiales de lectura fácil y apoyos visuales nivelan barreras de escolaridad y numeracia.

Medir sirve para mejorar sin perder calidez. Instrumentos breves como CARE permiten recibir retroalimentación sobre la experiencia del vínculo; los equipos pueden monitorear adherencia, llamadas posalta y reingresos a 30 días para ajustar procesos. La formación continua en comunicación clínica y simulaciones con casos reales consolida estas competencias y las vuelve parte del estándar.

La medicina centrada en la persona mayor no romantiza el buen trato: lo profesionaliza. Empatía, escucha y lenguaje claro reducen la fisiología del estrés y hacen posible que un plan terapéutico sea comprendido, recordado y sostenido. En un sistema saturado, estas habilidades son una inversión de alto retorno: mejor salud, más autonomía y relaciones de cuidado que dignifican.

Dra Andrea Viviana Rodriguez-Esp en Geriatria.

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