¿Amamos desde la plenitud o simplemente estamos sobreviviendo a la pareja?
En un mundo donde las relaciones de pareja enfrentan desafíos cada vez más complejos, es urgente replantearnos qué significa para nosotros realmente el amor y cómo construir vínculos conscientes que nos enriquezcan. Durante mucho tiempo, el amor fue percibido como sacrificio, como un eterno "sobrevivir" a la relación, tolerando desbalances emocionales y dejando de lado nuestra autenticidad. Pero ¿y si el amor pudiera ser sinónimo de felicidad compartida?
El amor consciente nos invita a diferenciar entre amar a alguien y estar en una relación con esa persona. Amar a otro es algo que nos sucede, un acto unilateral, sin embargo, para que una relación sea saludable, debe existir reciprocidad, crecimiento mutuo y respeto por el amor propio de cada uno. Una relación no puede sustentarse únicamente en el sentimiento de amor; requiere la suma de momentos felices, donde cada uno pueda ser su mejor versión al lado del otro.
Con el tiempo y el crecimiento personal, lo que entendemos por amor también evoluciona. Lo que alguna vez valoramos como señales de amor, hoy puede transformarse en señales de dependencia o falta de límites, lo que alguna vez consideramos aceptable puede tornarse insostenible. Las perspectivas cambian, las prioridades se redefinen. El secreto reside en cómo nuestra visión evoluciona a medida que maduramos y profundizamos en nuestro autoconocimiento y en nuestra capacidad para integrar esta evolución en nuestra relación de pareja.
El amor consciente prioriza el equilibrio: dar sin perderse a uno mismo, recibir sin tomar nada por sentado. Pero, ¿qué sucede cuando esa reciprocidad no existe? Es ahí donde entra en juego el amor propio, una fuerza que nos permite tomar decisiones desde la plenitud y no desde la carencia.
El cambio de paradigma que propone el amor consciente no es fácil, pero sí transformador. Nos invita a cuestionarnos si estamos sobreviviendo en nuestras relaciones o si realmente somos felices. Nos recuerda que las distintas formas de entender el amor son válidas, pero es esencial que ambas partes caminen juntas hacia una misma dirección, con una misma visión y que exista un compromiso, no entendido este en sentido literal; sino en la intención de asumir con el otro una responsabilidad emocional y una disponibilidad afectiva genuina.
La verdadera revolución del amor no está en buscar al "otro perfecto", sino en construir un espacio donde ambos puedan evolucionar, apoyándose mutuamente, con la libertad de elegir cada día estar juntos desde el corazón y no desde el deber.
El amor NO es sacrificio, sino la celebración de una vida en común, ese encuentro genuino entre dos almas que eligen crecer juntas, respetando su individualidad y alimentando el fuego de su conexión. Es el acto valiente de abrir el corazón sin temor a perderse, de construir puentes en lugar de muros, y de entender que la felicidad en pareja no es un destino, sino un viaje compartido donde ambos eligen amarse cada día, con sus luces y sombras.
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por CEDOC
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