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ECONOMíA | 11-08-2019 18:00

A dónde irá el dólar en los próximos 4 años, con Macri o Alberto Fernández

Más allá del efecto PASO en el peso, queda por dilucidar qué tipo de cambio querrá, tendrá y necesitará el futuro presidente.

Cuando se escribe esta nota, aún no se conocen los resultados de las primarias y su impacto en el dólar, pero, más allá del corto plazo, la pregunta de qué tipo de cambio querrá, tendrá y necesitará el próximo gobierno para sacar a la Argentina del pozo sigue vigente. Son tiempos en que nadie quiere arriesgarse demasiado en definiciones públicas. Los economistas de Juntos por el Cambio de Mauricio Macri y los del Frente de Todos de Alberto Fernández prefieren evitar pronunciar palabras que alejen votos.

El principal candidato opositor ha abogado por un dólar más alto para alentar la producción, y le contestaron por varios frentes. El postulante a senador Martín Lousteau le respondió que una mayor devaluación empobrecería más a todos, mientras el periodista y economista Alfredo Zaiat escribió en Página/12 que “dólar alto es salarios bajos”. Los académicos tampoco esquivan pontificaciones que agreguen incertidumbre. Pero unos y otros se confiesan en la intimidad acerca de hacia dónde irá el dólar, no el 12 de agosto, sino en los próximos cuatro años.

“Estamos con un nivel de tipo de cambio muy similar al que existía cuando empezamos (en el cargo de presidente del Banco Central), a fines de septiembre del año pasado”, expuso Guido Sandleris en julio. Hablaba del dólar que en septiembre saltó por los aires y se llevó su puesto a su antecesor, Luis Caputo. No si se refería al tipo de cambio real (ajustado por inflación) multilateral (no solo en relación al dólar sino también al euro, el yuan y el real), que era el mes pasado de 108 puntos (la base 100 es del 17 de diciembre de 2015, cuando se eliminó el cepo cambiario), frente a los 135 de septiembre o los 125 de octubre.

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Ahora, por el contagio de la devaluación de la moneda china, subió a 111. Se trata de un tipo de más adelantado que el que en general -salvo los saltos de 2014, 2015 y 2018- rigió en el segundo gobierno de Cristina Kirchner, cepo mediante, y en el de Macri. Pero está más atrasado que en los tiempos de Néstor Kirchner y que en la primera administración de su viuda. Es lo que añora Fernández, que cuando renunció a la jefatura de Gabinete en 2008 tenía un tipo de cambio de 146 puntos. En aquel entonces había tantos pobres como ahora, un 35%, según las proyecciones de los expertos Daniel Schteingart, Federico Favata y Guido Zack, de la Universidad de San Martín.

Pero Sandleris defiende el dólar actual, frente a las críticas de quienes consideran que se ha abaratado al estabilizarse pese a la inflación persistente: “Sigue siendo competitivo”. En cambio, antes de la veda, uno de los asesores económicos de Fernández, el ex secretario de Finanzas Guillermo Nielsen, opinó: “Desde la gran metida de pata de Lorenzo Sigaut con el valor del dólar (el ministro de Economía de la dictadura en 1981 boqueó ‘el que apuesta al dólar pierde’), yo me llamo a silencio sobre este tema. El Gobierno está empeñado en hacer populismo cambiario sostenido por los dólares del FMI, que vamos a tener que pagar todos, como si todos tuviésemos la culpa de los desmanejos económicos del gobierno de Macri”.

También antes de la veda, otra consejera de Fernández, Cecilia Todesca Bocco, ex jefa de Gabinete del Banco Central, planteó su visión: “En una economía en desarrollo, muy heterogénea, con sectores que se acercan a la frontera tecnológica y otros que presentan grandes brechas, con un nivel de bimonetarismo tan exacerbado, el tipo de cambio solo puede pensarse en conjunto con otros precios e instrumentos clave, como la tasa de interés, las retenciones, la política comercial, la política industrial y ciertas reglas de funcionamiento para el mercado cambiario”. Autocrítica del cepo cambiario, Todesca continuó: “Pensar que un tipo de cambio alto aisladamente puede resolver la situación de falta de crecimiento, baja productividad y baja inversión de la Argentina es un error. Hay que diseñar una política económica integral con eje en la producción y el empleo nacional”. Consultada sobre por qué Fernández promueve un dólar alto, la ex funcionaria sostuvo: “Lo que quiso decir es que esta paridad es artificial porque es el resultado de una súper tasa de interés que torna inviable la economía real”.

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Pronóstico sincero. Otro integrante de los equipos técnicos del Frente de Todos también elabora la hermenéutica de su jefe político, pero desde el anonimato: “El tipo de cambio real multilateral está ligeramente atrasado. Subiendo un poquito más, te harías más competitivo, si además eliminás las retenciones a las economías regionales, das financiamiento, desdolarizás tarifas y bajás la tasa de interés. Tampoco debería ser muy alto porque va a impactar en la inflación, pero necesitás dólares de la exportación para pagar la deuda. Alberto compró el esquema de 2003”. En las huestes de Fernández cuentan que los fondos de inversión “se han aferrado mucho a que Alberto ganará por poco y si llega a ganar por mucho, va a haber un desajuste importante, el dólar proyectado para fin de año de 50 pesos lo podemos tener ya mismo”.

La economista que dirige la consultora Eco Go, Marina Dal Poggetto, prevé que si triunfa Macri, el dólar será de $ 51 el cuando vuelva a jurar el 10 de diciembre, pero si vence Fernández, llegaría a 70 para esa fecha. “El sector privado está apostando a eso -comentan en las filas del Frente de Todos-. A mí 70 me parece mucho. Es verdad que el Gobierno va a liquidar reservas y puede que no le alcancen. Por la desconfianza que habrá y por los vencimientos de deuda que vienen, no creo que el próximo gobierno pueda tener un tipo de cambio bajo. Pero si gana Macri, va a tratar de tener un dólar bajo porque es compatible con una economía abierta.”

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Esteban Mercatante, economista del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) y autor del nuevo libro ‘Salir del Fondo’, opina “todavía es forzado decir que el peso está apreciado, pero si se mira la película, con una inflación que no frena, la situación que está creando el Gobierno con la calma electoral es explosiva”. Mientras tanto, “Fernández aspira que Macri haga la devaluación”, señala Mercatante. El economista advierte que la discusión que liga tipo de cambio y competitividad beneficia a un “puñado de empresas que concentran el grueso del comercio exterior” a costa de los trabajadores. El FIT, que postula a Nicolás del Caño como presidente, propone administración estatal de exportaciones e importaciones. NOTICIAS no obtuvo respuesta de Consenso Federal, de Roberto Lavagna, ni de Despertar, de José Luis Espert.

Modelos. Tres integrantes de la Academia de Ciencias Económicas opinan, pero off the record. El primero de ellos sostiene que el próximo gobierno puede tener tres tipos de cambio según cuánto financiamiento externo reciba. Si no consigue fondos y debe ajustar hasta conseguir un superávit fiscal primario (antes del pago de la deuda), el tipo de cambio saltará 50% en términos reales y se acomodará en el promedio del gobierno de Kirchner. Sería el caso de Fernández, salvo que escoja un equipo económico ortodoxo que tranquilice al mercado. Si el jefe de Estado logra algo de crédito y puede mantener un leve déficit, el peso se devaluará 25% y se acomodará en niveles de 2010. Sería el caso de Macri. Si el mundo financia un déficit mayor de la Argentina porque emprende reformas y por el horizonte político, se evitaría una depreciación, pero el académico descarta esta hipótesis. Como bonus track, recuerda que el profesor de Harvard Dani Rodrik escribió que una moneda devaluada estimula el crecimiento económico, como ocurrió en China, Corea del Sur y Taiwán.

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Un segundo doctor de la academia advierte que es difícil que un gobierno fije un tipo de cambio. También es complicado determinar cuál conviene más porque incide en la estructura productiva, el comercio internacional, las cuentas fiscales y la distribución del ingreso, y lo hace de manera distinta en el corto y largo plazo. Un dólar atrasado alienta expectativas de devaluación y atenta contra la competitividad, pero uno muy alto implica salarios bajos y mayor desigualdad y pobreza, al menos hasta que ese tipo de cambio provoque crecimiento, si es que lo logra. Conclusión: se requiere estabilidad porque permite proyectar el futuro.

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Un tercer académico arranca señalando que el resultado electoral determinará el tipo de cambio. Después sostiene que en un país con un 92% de población urbana pocos quieren un dólar alto: solo el campo y algunos otros exportadores. Por eso los gobiernos de cualquier color apuestan al dólar barato que les dé comida a los pobres, autos y electrodomésticos a la clase media baja y viajes a Miami, iPhone y coches de lujo a la media alta. El economista en cuestión sugiere un tipo de cambio que no sea bajo y de equilibrio por cinco años, que permita elevar la productividad y así tornar sustentable una suba salarial. Pero admite que el problema reside en que nadie creería una promesa así y por eso persiste la fuga de capitales. De ahí que abogue por un acuerdo político para evitar un gobierno con la mitad del país en contra. Descarta que haya margen para atrasar el tipo de cambio, dada la falta de crédito externo, aunque sostiene que si vuelven a entrar capitales, deberían usarse para financiar importaciones de maquinaria, controlar los ingresos golondrina y gravar la fuga y los viajes al exterior. Ojo, el académico no tiene un pelo de kirchnerista, votará en su contra.

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