Gabriel Delisio tiene 42 años y un hijo en edad escolar. Es arquitecto, profesor universitario y representante de docentes en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires. El sábado 29 de septiembre por la mañana le enviaron un video que removió todo su pasado. En la filmación se veía al grupo de ex alumnas del Colegio Nacional Buenos Aires que decidió aprovechar el acto de entrega de diplomas para señalar, con nombre y apellido, a los docentes y auxiliares que, según ellas, durante años las habrían acosado o habrían ejercido su poder de forma arbitraria. Delisio las escuchó y se conmovió profundamente: estas chicas describían en público las mismas prácticas de las que él y sus compañeros habrían sido víctimas en 1992 y mencionaban, entre otros, al mismo profesor de matemática que, en aquel entonces, le habría hecho la vida imposible. “Nosotros lo denunciamos y después, me expulsaron del colegio. Sufrí mucho y pensaba que esa herida estaba cerrada hasta que las escuché”, cuenta a NOTICIAS.
El video del grupo de ex alumnas se viralizó en pocas horas y no es casual. Las jóvenes denunciaron que, en uno de los colegios públicos más prestigiosos de la Argentina, formador de líderes, habían convivido toda su adolescencia con adultos con supuestas conductas reprochables. También dijeron que ninguna autoridad había escuchado sus reclamos cuando eran alumnas. Hablaron de “violencia institucional” y detallaron supuestas situaciones de acoso explícito: preceptores que les ofrecían masajes y evaluaban “el mejor culo del año”; profesores que les tocaban la cintura; docentes que repetían comentarios misóginos y homofóbicos; adultos que beneficiaban o perjudicaban a las chicas que tuvieran la pollera más o menos corta.
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Si bien buena parte de la comunidad educativa celebró que estas ex alumnas se animaran a contar algo que, según ellas, era un secreto a voces, también recibieron críticas de algunos padres que reprobaron el método del escrache público sin haber ido primero a la Justicia. Las chicas habían mencionado, entre otros, a los regentes Diego Riveiro y Guillermo Bellevile; al vicejefe del Departamento de Matemática, Jorge Blumenfarb; al profesor de Informática, Jorge Bottaro y también al rector, Gustavo Zorzoli, supuestamente por encubrir a los acosadores.
Después de escucharlas, Delisio publicó una serie de mensajes en Twitter para respaldar los testimonios de las ex alumnas y se decidió a dar una entrevista a NOTICIAS. Su historia deja en evidencia que habría existido un encubrimiento machista que predominó durante décadas en el Nacional Buenos Aires y, en particular, la defensa corporativa que habría hecho la institución hacia el profesor Blumenfarb durante más de 25 años.
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Profesor infierno. Al buscar el nombre “Jorge Blumenfarb” en redes sociales, aparecen mensajes de lo más diversos: chicos que reniegan porque tienen que estudiar matemática, que celebran que aprobaron un examen o lamentan haberse llevado la materia a diciembre. Sin embargo, son otras las publicaciones que llaman la atención. Al menos desde el 2013, en Twitter, se describen supuestos comportamientos inapropiados del docente. “La tutora nos está contando que Blumenfarb acosa a las alumnas, tengo miedo ahora”, dice uno. “Blumenfarb andá a guiñarle los ojitos a la concha de tu madre gil”, dice otro.
A Delisio no le llama la atención. Él lo vivió cuando tenía 15 años y era su alumno. “Siento mucha tristeza porque siguió pasando con tantas personas. No me sorprendió porque lo conozco y a lo largo de estos años supe que continuó con estos comportamientos, incluso en la facultad donde da clases”.
Noticias: ¿Qué es lo que le pasó con este profesor?
Gabriel Delisio: Lo que vivíamos habitualmente en cada clase era un acoso sistemático, tanto a mujeres como a varones. Predominantemente en el plano sexual, pero también en el plano emocional, en general, y en el específico de la materia. Hacía comentarios fuera de lugar de todo tipo. Con respecto a las mujeres, hablaba de sus atributos físicos o de su vestimenta. Cuando hacía pasar a una alumna al frente, a veces poniendo a algún alumno como cómplice, corría el escritorio para que todos pudiéramos ver de atrás a nuestra compañera. A los varones les decía cosas como “te fuiste en seco por tal” o “manchaste tal revista”. Para aprobar te decía que le tenías que dar un beso a fulano o mengano.
Noticias: ¿Siempre en el aula o también delante de otros adultos?
Delisio: Siempre en el aula. Éramos 37 alumnos. También tenía una actitud discrecional con la materia y los exámenes. A uno le tomaba una cosa y a otro otra más difícil. No recuerdo con precisión las circunstancias, pero algo que colaboró en nuestro enojo fue cuando tomó un examen imposible. Nadie venía reprobando matemática y, con ese examen, unos 15 o 20 nos llevamos la materia a diciembre.
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Noticias: ¿Cómo hablaban de estas situaciones entre ustedes?
Delisio: No lo veíamos con la perspectiva de hoy, pero sí se vivía con mucha incomodidad. Más allá de que nosotros éramos adolescentes y alguno podía engancharse en la onda canchera, la mayoría lo vivíamos como una gran incomodidad. No era algo que nos resultara grato porque era despectivo hacia varones y mujeres.
Noticias: ¿Cuándo hablaron con las autoridades?
Delisio: Pasada la mitad de cuarto año fuimos a hablar con el regente. Su respuesta, más menos, fue: “No podemos hacer nada. Lo único que pueden hacer es pincharle las gomas del auto o hacerle una travesura de ese tipo”. Después de eso fuimos a ver al vicerrector de aquel entonces y tampoco tuvimos ningún tipo de respuesta. Si hay un común denominador desde aquel momento y ahora es que, en general, se deslegitima este tipo de denuncias y se revictimiza a las víctimas con comentarios del tipo “ustedes algo habrán hecho”.
Noticias: ¿Cuándo termina de desencadenarse el conflicto con usted?
Delisio: Estábamos todos muy enojados y enojadas. Éramos 15 o 20 personas que habíamos rendido el examen de diciembre y habíamos aprobado, pero no sabíamos qué hacer para descargar la bronca que teníamos por lo que había pasado durante todo el año. Teníamos la dirección y el teléfono del profesor porque se lo daba a las alumnas para que fueran a buscar los exámenes a su casa y decidimos publicar un aviso de oferta sexual en el rubro 59 de Clarín. No es algo de lo que me enorgullezca. No lo volvería a hacer ni estimularía eso, pero en su momento fue lo que hicimos. Eso fue lo que a mí me valió la expulsión del colegio, a pesar de haber sido un hecho que pasó fuera de la institución. Lo pagué yo porque para poner el aviso había que dar el DNI y dimos el mío.
Delisio y varios de sus compañeros recibieron, en aquel momento, la misma crítica que reciben hoy las ex alumnas: “El método que eligieron no es el adecuado”, le decían a él por la publicación del aviso y a ellas, ahora, por el escrache. Sin embargo, hay una pregunta que surge de forma inevitable cuando aparece este cuestionamiento: ¿qué puede hacer un adolescente si los responsables de su cuidado no lo escuchan y, por las vías institucionales, sólo se cree una sola versión?
Todavía hoy Delisio recuerda aquellos días como una etapa difícil: no sólo lo habían expulsado del colegio más prestigioso y se había apartado de sus compañeros sino que Blumenfarb demandó a sus padres en la Justicia por la publicación de sus datos personales en el aviso. El profesor ganó y la familia tuvo que compensarlo económicamente. Sin embargo, ni en sede judicial ni tampoco hacia el interior del colegio, se intentó investigar las causas de fondo que habían llevado a este joven (y a sus compañeros) a tomar esta venganza.
En febrero de 1993, y en un intento por esclarecer las circunstancias de lo que habría sucedido, un grupo de padres y compañeros de Delisio le enviaron una carta a las autoridades del colegio. En ese documento, los jóvenes se disculpaban, pero expresaban que, “a pesar de este arrepentimiento en descargo de nuestra conducta, queremos dejar sentado que nos hemos sentido profundamente agraviados por palabras, gestos y actitudes del profesor Blumenfarb”. En un anexo, agregaron una lista de ejemplos de las conductas del docente: “A un compañero lo bautizó ‘primer nieto’ porque según el profesor ‘vivía alzado’”; “Se refería despectivamente acerca del tamaño del pene de este mismo chico alegando: ‘Pero vos de qué te las das si tenés un maní. En cambio, yo…’ (con tono pedante y orgulloso)”; “A una chica de 2° año el profesor le dijo: ‘Si querés que te apruebe, tenés que transar con fulanito. Vos elegís’”. El punteo que hicieron los alumnos de estas conductas tenía 16 ejemplos distintos.
Las autoridades actuales del colegio aseguran desconocer los sucesos de 1992, el mencionado documento y evitan responder si estaban al tanto sobre “la fama” que tenía Blumenfarb entre sus alumnos. Hasta ahora, se limitaron a hablar con la prensa a través de escuetos comunicados oficiales donde subrayaron la intención de investigar las acusaciones.
Delisio se emociona hasta las lágrimas cuando piensa en la valentía que tuvieron estas ex alumnas y cuenta que lo que pasó con él lo marcó a fuego en su juventud. Las vueltas de la vida lo llevaron a compartir un espacio académico con Blumenfarb en la actualidad: ambos son docentes en la FADU. Sin embargo, nunca hablaron. “Por mi curso pasan 130 alumnos y alumnas por año y algún comentario siempre llega. Además, como estoy en contacto con el centro de estudiantes que muchas veces recepciona denuncias de este tipo, me entero que este hombre sigue siendo igual”.
Delisio decidió dar testimonio de su experiencia con Blumenfarb no sólo para respaldar a las ex alumnas sino también para poner en evidencia que las prácticas abusivas dentro de los espacios escolares que sobreviven décadas y dañan a los jóvenes. “Hay que tomar medidas para erradicar estas conductas. Los docentes tienen que tomar cursos de diversidad sexual, de género. Esto va más allá de una sola persona”, aseguró.
Noticias: ¿Cómo describiría lo que es ser un alumno del Nacional Buenos Aires?
Delisio: No lo conozco ahora. En ese momento era un colegio muy exigente. Uno tenía que dedicarse casi full time para poder ser un buen alumno. Muchos se refieren a “El colegio”, como si fuera el único que existiera, porque tiene un estatus diferencial respecto del resto. Esas cosas te las machacan desde el primer día que ingresás. Es un colegio de elite para formar a la dirigencia de la Argentina. A la distancia, creo que está muy sesgado el aspecto intelectual y absolutamente dejado de lado el aspecto emocional. Sobre todo teniendo en cuenta que se trabaja con adolescentes, que están en una etapa de la vida donde es muy importante tener una contención emocional. Y yo puedo hablar del caso particular de lo que me pasó a mí pero también fui testigo de otras, como el bullying. Pasaba todo eso y no teníamos una contención que acompañara de forma simétrica el esfuerzo y la dedicación que demandaba lo intelectual versus lo emocional.
Noticias: ¿Cómo le habla a su hijo de lo que debe ser el paso por un colegio?
Delisio: Le hablo de lo que yo no recibí. Le hablo más que nada de lo importante que es lo formativo emocional que de lo académico y pedagógico.
Noticias: ¿Lo mandaría al Nacional Buenos Aires?
Delisio: No lo sé. Hay gente que lo tiene resuelto pero en mi casa no. Si dudo es porque hay una parte de mí que todavía cree que sí. Lo que me hace dudar no es sólo lo que viví sino sino el relato de muchísima gente que me he cruzado con los años que comparte los mismos resquemores sobre esta dedicación tan profunda a la intelectualidad pero disociada de lo humano.
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