“Alguien lo tenía que decir”, disparaba Edi con picardía cuando le ponía punto final a un texto. Hoy nos toca a nosotros. Edi se fue y hay que decirlo, aunque duela.
Muy a su estilo, trabajando hasta el final, con proyectos que sabía de antemano podrían quedar inconclusos, y posteando en redes su batalla contra el cáncer con humor y esa ironía que era su sello.
Edi Zunino nació en Ramos Mejía hace 60 años. En abril celebró el cumpleaños redondo apagando unas velitas al aire, en un estudio de televisión de A24. Sus compañeros de esa nueva vida del periodismo audiovisual en la que estaba brillando, lo celebraron con la calidez que se había ganado. Porque antes que los pergaminos del oficio, Edi era un gran tipo.
Debutó en el periodismo en una revista “under” de finales de la dictadura, “Retruco”. Una publicación hecha y distribuida a pulmón, con el atrevimiento de un puñado de jóvenes audaces contra un Estado salvaje que se resistía a desaparecer.
Lo más lindo del Edi adulto es que nunca dejó de ser aquel pibe provocador, algo camorrero, firme hasta la tozudez sobre lo que lo tenía convencido.
En el tiempo que dirigió NOTICIAS, gran etapa de su carrera que acompañamos de cerca con Silvio Santamarina, las puertas de su oficina siempre abierta eran un desfiladero: redactores que querían intercambiar información, estudiantes con trabajos prácticos, editores en ronda. A Edi le encantaba hablar, desplegar sus ideas con histrionismo. Por eso estos últimos años en televisión fueron un acto de justicia a su esencia periodística.
Pero antes que eso, como el artista plástico que antes de llegar a la abstracción ejercita el trazo esforzado, construyó su trayectoria en la gráfica con investigación rigurosa. Pasó por los diarios La Voz, Sur y fue Secretario general de Redacción del diario Perfil; las revistas Tres Puntos y TXT . En NOTICIAS, mucho antes de dirigirla, encabezó investigaciones que marcaron la agenda política nacional. La más recordada tuvo como protagonista al sindicalista Armando Cavalieri, cuando en 1994 le ofreció una recompensa económica para frenar una nota. Antes de rechazarla, Edi organizó un nuevo encuentro para registrar en un grabador el intento de soborno.
Pero, sin dudas, a la misión que más le puso el alma fue la investigación del crimen de nuestro compañero José Luis Cabezas en aquellos años dolientes: estuvo al frente del equipo de la revista que siguió cada paso del proceso.
Tras su partida de Perfil se reinventó ante las cámaras. Y se lo veía feliz. Hizo “En el barro” por YouTube y después se afianzó en A24, donde llegó a conducir un segmento junto a Marcela Pagano.
Tenía muchos más planes que no podrán ser. Pero nos deja unos libros periodísticos muy vigentes: “Patria o Medios” (2009), “Cerrar la grieta” (2015), “Periodistas en el barro” (2013) y la aventura literaria de su novela “Locos de amor, odio y fracaso”.
A quienes lo queremos nos deja, además, la tristeza enorme de su muerte temprana. La de una voz potente y honesta del periodismo. Y la del amigo que al terminar el cierre ponía en su compu música vieja para reírnos un rato antes de irnos de la redacción. Con el que coleccionamos frases retro como “qué plato” y en las malas te mandaba un “abrazo de gol”.
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