La llegada del Coronavirus impone un desafío para un mundo hiperconectado, en el que el sudeste asiático es moda turística y meca de negocios. ¿Cómo controlar el flujo de migraciones y priorizar la salud pública sin caer en la discriminación?
En el mundo, las medidas son drásticas. Más de 30 aerolíneas, suspendieron sus vuelos hacia el país asiático hasta mediados de marzo y empezaron a activar diversos protocolos que varían dependiendo del nivel de riesgo de cada país. En Estados Unidos, 20 aeropuertos escanean a todos los pasajeros provenientes de China. Lo mismo se está haciendo en Australia, Japón y Singapur. China está virtualmente aislada: los países limítrofes cierran sus fronteras para evitar la propagación de la tan temida “neumonía de Wuhan”.
Los océanos tampoco pasaron inadvertidos cuando el jueves 30 de enero un crucero quedó en cuarentena con 7.000 personas en el puerto italiano de Civitavecchia. Una mujer de 54 años experimentaba síntomas febriles e insuficiencia respiratoria. Se la puso en aislamiento junto a su marido. Nadie estaba autorizado a subir ni bajar del barco hasta que en el mismo día se descartó que se tratara de un nuevo caso de esta amenaza global. Lo interesante del caso es que puso a prueba el gerenciamiento de una emergencia en el plano turístico.
Wuhan es el epicentro de la epidemia y una de las principales paradas del tren rápido en China. Todo empezó antes de que se inicie la gran migración humana por el año nuevo chino. Por eso, las primeras medidas de prevención fueron a través de la suspensión de las actividades turísticas locales. En Wuhan, la situación es tan extrema que se comenzó la construcción de un hospital en donde se tratará a los contagiados con el virus.
La Organización Mundial de la Salud declaró la emergencia sanitaria internacional. Antes sólo lo había hecho en cinco oportunidades: gripe porcina (2009), ébola de Africa occidental (2013), poliomelitis (2014), zika (2015) y ébola del Congo (2018). Al cierre de esta edición se contabilizaban 170 muertes y más de 7.900 casos. Aunque la mayoría de ellos provienen de China, el coronavirus apareció, en tiempo récord, en más de 20 países alrededor de todo el mundo. “Son casos satélites por viajeros que llevaron el virus desde China. La única forma de que ingrese es por un ser humano que haya estado en contacto con el virus”, explica a revista NOTICIAS el doctor Ricardo Tejeiro, infectólogo de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
El origen del 2019-nCoV es incierto. Se supone que pudo propagarse desde un mercado de animales vivos de la ciudad de Wuhan, China. Este virus tiene como síntomas la fiebre, la tos y dificultad para respirar. La alarma se prende debido a su rápida propagación y su trágico desenlace en ciertos casos.
Argentina. “En lo inmediato, esto no afecta al país pero no estamos exentos de tener algún caso. Con los mecanismos de controles que se están realizando en los principales aeropuertos donde ha surgido todo, pareciera difícil que pueda llegar ala Argentina”, afirma Aldo Elías, presidente de la Cámara Argentina de Turismo. Aunque el hecho de que no lleguen al país vuelos directos desde Chila dificultaría los controles, ya que los pasajeros hacen combinaciones internacionales de lo más diversas.
El ministro de Salud, Ginés González García, tras reunirse con el presidente Alberto Fernández, expresó que "tenemos en alerta máxima a todo el sistema de Sanidad de Fronteras". Pero no se están realizando ningún tipo de controles aeroportuarios concretos. Sólo se prevé el traslado de un eventual infectado al hospital de Ezeiza.
El ex embajador en China, Diego Ramiro Guelar, advirtió en sus redes sociales que “durante enero y marzo, unos 25.000 argentinos y chinos van y/o viene de China. Hay que buscar que ese tráfico humano se limite hasta que el virus este controlado. Así cuidaremos el turismo y los negocios.” A su vez agrega que se deberían imponer 2 semanas de cuarentena a todo viajero que venga de China como ya lo hacen las empresas chinas que se encuentran en el país.
En 2019 llegaron al país 76.569 turistas desde China. “La época en que más llegan es noviembre/diciembre y febrero/marzo”, dice Samanta Solari, consultora de turismo chino. Aunque las chances continúan siendo bajas, el panorama cambia minuto a minuto. “Toser sobre el pliegue del codo, evitar los lugares cerrados y hacinados y mantener la higiene de nuestras manos son medidas que podemos tomar”, cuenta el doctor Gustavo Lopardo, médico infectólogo.
Una vez más, los estantes de las farmacias se quedan sin barbijos y los ciudadanos del mundo, como espectadores de una película de ciencia ficción, observan expectantes la carrera del coronavirus, siempre deseando que a ellos no los alcance.
@lauragalante4
por Laura Galante
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