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SOCIEDAD | 06-02-2020 13:23

Fiestas heterofriendly: cada vez más gente elige las noches LGBTIQ+

Los eventos nocturnos organizados por la comunidad LGBTIQ+ son elegidos por público visitante en busca de seguridad.

Quienes asisten a fiestas de la comunidad LGBTIQ+ (término que hace referencia a identidades de género y orientaciones sexuales que no se sienten identificados dentro del modelo hombre-mujer) coinciden unánimemente en un punto: allí hay más libertad. Estos espacios, que surgieron de la necesidad de encontrar lugares en donde ese colectivo pudiera expresarse libremente y escapar de lógicas de discriminación, se posicionaron como lo más divertido de la movida nocturna. Glitter, shows de drags, música pop, distintas temáticas y los mejores DJ’s empezaron a atraer a todo tipo de público. Y la seguridad fue uno de los elementos claves que tentaron a quienes se consideran heterosexuales. “El cuidado del otro es fundamental porque son lugares que nacen como espacios de refugio y de resistencia. Son altamente políticos en ese sentido, entonces son espacios inclusivos y donde hay libertad: permiten y buscan conscientemente un bienestar”, explica a NOTICIAS Gustavo Blázquez, antropólogo e investigador del Conicet en Córdoba que trabaja sobre la temática. Así, el interés de los asistentes que no pertenecen al colectivo LGBTIQ+ empezó a crecer y las fiestas se volvieron “heterofriendly”.

Alan Fabulous, DJ y productor de varios eventos, señala a NOTICIAS: “Trabajamos para deconstruir el ambiente heteronormado que se da en todos los ámbitos y volverlo más inclusivo. ‘La puto’ (una de las fiestas que organiza) se hace en el ‘Club Cultural Matienzo’, entonces se maneja con una lógica que le da importancia a la seguridad de quienes asisten y es distinta a la de los boliches que en muchas oportunidades es discriminatoria y pone en riesgo la identidad e integridad de las personas. Esos lugares en muchos casos fueron cómplices de situaciones de violencia, es por eso que creo que las personas se sienten más seguras en espacios LGBTIQ+ sin importar cómo se perciban, cuál sea su identidad u orientación. Y además somos más divertides”, se ríe.

Cuidados. Victoria tiene 25 años y desde los 19 dejó de ir a boliches tradicionales para frecuentar fiestas LGBTIQ+. “Básicamente voy porque me divierte más esa música y el ambiente cambia muchísimo. Sabés que podés hablar con cualquier persona y no va a haber un hombre pendiente de si te puede chamuyar, no tenés que decir ‘no’ cuarenta veces. Hablás con gente, bailas y te morís de risa; están todos en otra sintonía. Se visten más divertidos, la música es más divertida. No hay tantos prejuicios con nada. El ambiente se presta más a cuidarse entre todos que en los boliches tradicionales”, cuenta a NOTICIAS. 

Fiesta LGBTIQ+

Como ella, las mujeres fueron las primeras en ir a fiestas LGBTIQ+ porque les aseguraban mayor comodidad y libertad de movimiento y de no acoso. Pero en el último tiempo los hombres también empezaron a sumarse. Jessica Martorell, productora de eventos -entre ellas, la “Limbo Pop”, una fiesta LGBTIQ+ de Córdoba- explica: “En los últimos años, más allá de esta cuestión de seguridad y de libertad, creo que hubo algo de curiosidad. Vienen nuevas generaciones que son chicos muy abiertos, curiosos, con ganas de experimentar nuevas cosas y eso hace que la demanda sea otra y la oferta también pueda cambiar”. En ese sentido, agrega: “Estos lugares se fueron haciendo más y más inclusivos; y desde la producción siempre estuvo la intención de que fueran heterofriendly y que pudieran venir todos”. 

Así, en estas fiestas se toman ciertas medidas que fomentan el cuidado, entre ellas: que los baños sean mixtos, que alguien de la producción esté atento a situaciones de discriminación o riesgo que demandan intervención, charlas con la gente de seguridad para que cumplan ciertos protocolos y carteles que rechazan la agresividad y ofrecen ayuda en caso de que la haya. 

Masculinidades. “Desde antes de conocer tanto como ahora mi sexualidad, y desde una perspectiva un poco más heteronormativa, ya me sentía mucho más cómodo en fiestas inclusivas por el hecho de que la gente se muestra más como es, no discrimina, no aparenta, no se siguen roles tan binariamente pautados de género”, cuenta a NOTICIAS Theo, de 23 años, quien se considera bisexual. Es que, en contraposición a lo que parece un clásico de los boliches tradicionales -las peleas a las piñas en la salida-, en las noches de la comunidad LGBTIQ+ esas prácticas no son bien vistas, según analiza Blázquez. “Hay una cosa importante que es por qué se va al boliche. Los boliches hetero están hechos para que la gente vaya de cacería, están diagramados para que así sea, y a los heteros les encanta eso. En cambio para el público gay el boliche siempre fue más bien el lugar de exhibición. Y de ahí surge esto de que es más divertido, más libre, más elegante, más cool, más festivo”, observa Blázquez. 

Así, en épocas en las que cambiaron las formas del amor para los jóvenes y los vínculos se transformaron, el boliche dejó de ser un lugar de conquista. “Si no sirve para encontrar compañero sexual, si no es tan útil para divertirse, ¿a qué voy? Bueno, la masculinidad que se construye ahí, basada en la violencia machista y la violencia de clase, encuentra la diversión tratando de imponerse en ese lugar. Cuando quiere hacerlo se encuentra con otro que también lo intenta y se genera odio y disputa”, explica Blázquez. Y concluye: “No olvidemos que históricamente para dos varones fue socialmente más aceptado darse una piña que darse un beso, y tenía menos consecuencias sociales pegarse que besarse”. 

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Delfina Tremouilleres

Delfina Tremouilleres

Periodista de Información General.

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