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SOCIEDAD | 21-05-2022 00:46

El Kavanagh y el consorcio del poder

Quiénes son los vecinos del edificio en el que dos tercios de los propietarios rechazaron que Robert De Niro rodara una miniserie.

La productora Metrovisión había evaluado el Kavanagh como una locación especial para rodar algunas de las escenas de “Nada”, la miniserie protagonizada por Luis Brandoni y que tendrá una participación especial del mítico actor de Hollywood Robert De Niro. La propuesta era más que interesante desde el punto de vista de la visibilidad internacional que podría haber tenido uno de los íconos de la arquitectura local. Sin embargo, dos tercios de los 107 propietarios del inmueble la rechazaron porque consideraron que la oferta económica era muy baja. Y, de forma indirecta, los vecinos del edificio sostuvieron el histórico bajo perfil. 

“La persona que elige vivir en el Kavanagh es totalmente diferente a quien elige, por ejemplo, Puerto Madero. Son perfiles opuestos. El edificio no tiene SUM, no tiene pileta, ping-pong ni ningún espacio común para hacer eventos o sociales”, cuenta uno de los actuales propietarios. Un ex vecino agrega: “Quienes alquilan o compran ahí tienen una cosa más bien intelectual y no tanto de ‘nuevo rico’. La ostentación o la grandilocuencia no tiene nada que ver con ese lugar”. 

Ubicado en la calle Florida al 1000, en el barrio de Retiro, el Kavanagh fue inaugurado el 15 de enero de 1936. Con 120 metros de altura, supo ser el rascacielos más alto de América del Sur y la estructura de hormigón más grande del mundo. En la actualidad, es considerado uno de los emblemas en la Argentina de la arquitectura que combina los estilos art decó y racionalista. Las historias del edificio, además, incluyen una leyenda urbana que cuenta que Corina Kavanagh, una bella mujer adinerada pero no patricia, mandó a construir la torre para vengar el romance no aceptado entre su hija y un joven de la familia Anchorena. 

Algunos viejos propietarios insisten en que la inseguridad en la zona llevó a que varios vecinos decidieran abandonar el edificio en los últimos años, y hasta hay quienes llegan a hablar de “la decadencia del Kavanagh”. De todas formas, el lugar continúa conservando parte de la mística porteña. De ahí que la gran mayoría se haya plantado en contra de la propuesta para rodar la miniserie.  

Metrovisión, con el aval de Star+, pretendía trabajar durante dos semanas en dos de los departamentos del edificio. Según explicó el influencer Carlos Maslatón, uno de los propietarios desde el 2012 y cuya esposa tiene una participación activa en el consorcio, la negociación fracasó por cuestiones económicas. La productora había ofrecido pagar entre 4 y 5 millones de pesos para filmar. Sin embargo, de acuerdo a las estimaciones de los vecinos, ese trabajo no podía valer menos de $ 35 millones. 

Kavanagh: vecinos sin contacto

El Kavanagh tiene 28 mil metros cuadrados de superficie y 31 pisos a los que se accede por  cinco escaleras y doce ascensores. El edificio tiene diez locales en la planta baja y 103 departamentos, que se distribuyen en siete alas diferentes e independientes (de la A a la G), con sus respectivos palieres. En otras palabras, es como si fueran siete edificios ensamblados. “Es muy raro cruzarte con los vecinos. Es más, hay gente que sé que vive acá pero que jamás vi”, cuenta un dueño. 

Artistas, empresarios, intelectuales o políticos... el Kavanagh es un edificio para un variopinto tipo de personalidades. Entre los nombres destacados que actualmente residen en el edificio, además del de Maslatón, se pueden mencionar al de la ex diputada y ex embajadora de Venezuela, Alicia Castro; el empresario y CEO de Techint, Paolo Rocca; el periodista y columnista de La Nación, Joaquín Morales Solá; la directora de Sotheby's Argentina, Adela Mackinlay de Casal; o el destacado pianista Guillermo Klein; una de las hermanas de la ex presidenta del Banco Central Mercedes Marcó del Pont; o el fundador del Partido Conservador Popular, Alberto María Fonrouge

El edificio fue declarado en 1999 como Patrimonio Mundial de la Arquitectura de la Modernidad por disposición de la UNESCO. Ese mismo año se lo declaró Monumento Histórico Nacional, por lo que todas las intervenciones o reparaciones deben ser acordes a los criterios estéticos y edilicios que se impusieron en 1936. Sin embargo, algunos de los vecinos históricos que decidieron irse en los últimos años cuentan que en las últimas décadas buena parte de los departamentos empezó a venirse abajo. 

En el mundo inmobiliario sostienen que el Kavanagh no es un edificio típico de millonarios y que, por el contrario, al tener casi un siglo hay unidades remodeladas con lujo y otras muy sencillas. “Por eso varía tanto el valor entre las propiedades”, sostuvo un martillero que alquiló viviendas allí. 

El caso testigo de la actualidad que atraviesa el edificio es el piso 14 A, el más emblemático. La primera en habitar esa propiedad fue Corina Kavanagh, luego la vivienda pasó a manos de los banqueros Roberts y en el 2003 la compró el lord inglés Alain Levenfeniche. 

El departamento tiene 740 metros cuadrados, de los cuales 475 están cubiertos. Cuenta con un total de ocho ambientes, cinco dormitorios y cinco baños y una vista única en 360 grados de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, el lord inglés que pretendía refaccionar el departamento para venderlo en un precio mucho más elevado, se encontró con el problema de que el valor empezaba a bajar. 

La primera vez que salió a la venta se había publicado en unos US$ 7.900.000. Por la falta de interesados el precio bajó a US$ 6.000.000 y, después de la pandemia, la inmobiliaria Patagonia Synergia informó que el valor rondaba los US$ 3.400.000. 

“Lo que pasó en el 14 A es un claro ejemplo de lo que viene sucediendo en el Kavanagh porque este hombre lo remodeló de tal forma que perdió todo su estilo”, cuenta un ex propietario que conoció la vivienda. Pero, más allá de esas decisiones individuales de cada dueño, en su caso decidió irse por la inseguridad de la zona. “Viví 21 años y me fui hace cinco. Muchos de los grandes personajes que eran históricos del edificio tomaron la misma decisión porque Florida y la plaza San Martín se convirtieron en lugares muy peligrosos. Uno de los detonantes para mí fue cuando asesinaron a un periodista francés ahí”, cuenta el hombre. 

La variedad de personalidades que supieron vivir en el Kavanagh a lo largo de su historia incluyó a personajes tan disímiles como el ex ministro de Economía de la dictadura, José Martínez de Hoz, o el consultor de empresas internacionales de la moda y diseñador Roberto Dovorik. Más cerca en el tiempo, en el 2016, el periodista Jorge Lanata alquiló una de las unidades por alrededor de un año, luego de separarse de Sara Stewart Brown

“Es un edificio que, desde que se construyó, fue pensado para alquilar viviendas. Por eso jamás vivieron en el Kavanagh personalidades de la más alta aristocracia o millonarios, sino que siempre fue gente de muy buen pasar y pertenecientes a la elite ilustrada porteña”, cuenta un vecino actual. De hecho, pone como ejemplo de “edificio relativamente accesible” al valor de las expensas: para 2022 el valor rondaba los $ 265 por metro cuadrado, es decir que una unidad de unos 220 metros cuadrados pagaba alrededor de $ 58 mil mensuales. 

La mística del Kavanagh

El Kavanagh fue diseñado por los arquitectos Gregorio Sánchez, Ernesto Lagos y Luis María de la Torre. Según el sitio especializado Plataforma Arquitectura, la obra, que inició el 16 de abril de 1934, demoró solo 14 meses. El mismo año de su concreción el edificio obtuvo el Premio Municipal de Casa Colectiva y de Fachada y, más adelante, una distinción por parte del American Institute of Architects. Además, la Sociedad de Ingenieros de los Estados Unidos le otorgó el mismo galardón que a la Torre Eiffel, la Represa de Assuan y el Canal de Panamá debido a sus características técnicas. 

La leyenda cuenta que Corina Kavanagh tenía un romance con uno de los hijos de la familia Anchorena. Sin embargo, los Anchorena habían forzado la ruptura porque ella no pertenecía a una familia patricia. Se dice que Corina mandó a hacer el enorme edificio para tapar la vista que tenía el clan desde su casa (el actual Palacio San Martín, la Sede de Cancillería). Cierto o no, el mito quedó instalado en la sociedad porteña. 

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Giselle Leclercq

Giselle Leclercq

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