Son muchas las historias de mujeres que supieron desafiar las limitaciones impuestas por la sociedad como forma de clasificar qué trabajos, oficios o profesiones debían ser masculinos y cuáles femeninos. Como decía el adorable personaje de Mafalda en uno de los recordados diálogos con su padre: “Papá, ¿por qué siempre son los hombres los que van a trabajar y las mujeres las que se quedan en casa?”.
Miriam Zulema Romero (63), de profesión gomera desde hace muchos años, supo desde muy chica responder a esa pregunta: “Esto es una cuestión cultural, el sometimiento viene de la cultura, la mujer tenía que parir y criar a los hijos y la culpa es más de la mujer que del hombre porque se dejó someter”. Con solo 8 años descubrió su verdadera vocación. Su papá trabajaba en una gomería a pocas cuadras de donde vivían y ella se escapaba todas las tardes para visitarlo. Con apenas 12 años ya reparaba gomas de camiones. Pero tuvo que enfrentar momentos incómodos. A diario escuchaba comentarios machistas sobre su trabajo y su sexualidad. “La gente del barrio decía que era lesbiana”, dice. Se define como una mujer con determinación, que rompe estereotipos, y cuenta que, cuanto más le dicen que no, más quiere lograr su objetivo. “A las mujeres les diría que se animen, el 'no' te lo incorporás vos, esa es tu barrera”, aconseja.
Maira Karina Grondona (33) es gendarme desde hace 14 años. Relata que por el año 2010, cuando veía los desfiles, eran todos hombres que portaban armas largas y vestían todos iguales. Tenían un temple diferente a las otras personas y quería verse en esas filas también. Los comentarios negativos estaban a la orden del día, recuerda Maira: “Si no te bancás el ejercicio, o la fuerza que tenés que hacer, andá a tu casa, andá a cocinar, las mujeres están para otra cosa, esta es una fuerza para hombres”. Firme en sus convicciones, siguió adelante, abriéndose paso. “Las mujeres que quieran ingresar a las fuerzas de seguridad deben hacerse respetar desde el primer momento. No deben dejarse llevar por comentarios de personas que no se adaptan al nuevo mundo. Las mujeres tienen que tener un rol auténtico dentro de las fuerzas”, dice con orgullo.
Deudas. La feminista y licenciada en psicología Gabriela Raimundo comenta: “Postpandemia, la ONU hizo un estudio al respecto y la brecha entre mujeres y varones hoy es del 135 por ciento, por lo cual seguimos en lucha y en alerta. Y sobre todo, hay que seguir tomando conciencia de cuál es nuestro lugar”.
María Belén Bramajo (34) es parrillera desde hace 9 años. Todo comenzó por azar: un día el parrillero oficial abandonó el trabajo y el negocio se encontraba lleno de gente que atender. Hasta ese momento solo lavaba los platos y limpiaba las mesas. El dueño, desesperado, le pidió ayuda para salvar el día y con mucho gusto aceptó. “Los hombres me miraban mal algunas veces, otros se sorprendían de que una mujer hiciera el asado y no confiaban, se iban, pero ahora es distinto, ya me conocen”, recuerda.
Érica Fernanda Borda (54) es chofer de colectivo, fue la primera mujer en ingresar a trabajar en la línea 130 hace ya 25 años. Comenzó en el oficio por una necesidad económica. En 1999 se quedó sin trabajo, era técnica en laboratorio pero no lograba conseguir empleo en su área. Su ex marido era chofer y había visto mujeres que manejaban en la línea 140. Érica cuenta que en sus inicios tuvo que enfrentarse a los típicos comentarios de tono machista como el “andá a lavar los platos” o el descalificante “mujer tenías que ser”. Aunque los tiempos parecen haber cambiado. “La nueva generación tiene la mente más abierta, hay un poco de resistencia con la parte gerencial porque hay personas que aún tienen la mente cerrada, el problema viene con la gente mayor”, dice.
La psicóloga Raimundo concluye: “El género es una categoría que clasifica. Por eso dentro de la militancia siempre estamos intentando una sociedad posgénero, donde el género no sea una categoría, que no te determine, no importa con qué genital nazcas”.
Escrita por Karina Neumann.
Comentarios