Las primeras reacciones fueron angustia y estado de alarma. Con la imposibilidad de trabajar en la industria del espectáculo y generar ingresos, varios artistas que además tienen empresas se preocuparon por cómo llevarían adelante sus negocios y se reconvirtieron a los modos de la pandemia.
Reina Reech, Flavio Mendoza, Silvina y Vanina Escudero con sus escuelas de danza, Anamá Ferreira con su academia de modelaje, Lizy Tagliani con su peluquería y Ernestina Pais con su restaurante le buscan la vuelta a la nueva normalidad virtual y, entre quejas y desasosiego, planifican cómo sobrevivir sin quebrar.
Alternativas. Sin una ley propia ni un instituto nacional que los represente, los bailarines que trabajan en la industria quedaron desamparados. Para la mayoría, el principal ingreso son las clases en academias; hoy cerradas y sin esperanzas de abrir en mucho tiempo.
Quienes tienen escuelas también están en una encrucijada difícil de resolver. “A veces pienso que ni siquiera con los ahorros que tengo voy a llegar y que voy a tener que hipotecar algo. No solo es el sueldo, sino también los alquileres de las escuelas”, contó la bailarina Reina Reech en un móvil de televisión. “Estamos con las clases online. Bajamos en un 50 por ciento las cuotas para que la gente pueda acceder”, agregó.
A principios de la cuarentena, Flavio Mendoza había anunciado que estaba haciendo lo mismo. “Les agradezco a mis alumnos y sus padres que pagan una mínima cuota para que al menos los profes puedan tener un ingreso”, había señalado.
Los años de experiencia y el renombre que tienen ayuda. No solo implementaron clases por Zoom sino que también aprovechan su imagen para interactuar con su público en las redes y conseguir más alumnado. Tanto Reina Reech como Flavio Mendoza hacen videos en vivo y publicaciones desde las cuentas de sus estudios para tener más llegada a sus seguidores. Silvina y Vanina Escudero van un paso más allá: ambas dan clases en su escuela.
Si bien las clases no son lo mismo virtualmente, quienes trabajan en el sector coinciden en mantener un valor adecuado para no devaluar el trabajo de los profesores. Los aranceles rondan entre los 200 y 300 pesos por clase.
En un principio, Anamá Ferreira se mostró angustiada porque no sabía cómo modificar sus planes de estudio de modelaje a una versión web. “Estoy muy preocupada con las escuelas de modelos, porque es mi vida, es mi empresa. Deposité desde el año '82 todo ahí. Ni la crisis del 2000 fue así”, contó.
En su academia siguen dictando los cursos de modelaje -y otros talleres similares- a través de Zoom, con módulos teóricos y prácticos y coaches. Para complementar, hace vivos con sus alumnos para hablar de sus progresos e invita especialistas de moda para entrevistar.
Otros rubros. Otro de los sectores más golpeados es el gastronómico. Ernestina Pais se las rebuscó para sobrevivir con su restaurante “Milion”. Desde mayo trabajan a puertas cerradas con todas las medidas sanitarias para hacer delivery y ofrecer platos envasados al vacío y cócteles para preparar en casa.
“Con 33 empleados, el delivery es solo un paliativo. Todos queremos mantener a nuestros empleados, nuestros proveedores. Si se corta la cadena de pagos esto es grave. Hoy tenemos que reversionarnos”, declaró.
En las últimas semanas las malas noticias no dejaron de sorprender a Lizy Tagliani. Después de dar positivo de coronavirus y contagiar a varios famosos que pasaron por su programa “El precio justo”, la desdicha también apareció en su empresa, una peluquería que tenía hace 12 años en Recoleta.
Sin clientes, con muchos gastos que afrontar y sin novedades de cuando podrían reabrir, terminó quebrando. Según un informe de la Federación de Comercio porteña más de 25 mil comercios podrían bajar la persiana en forma definitiva como consecuencia de la cuarentena. Los famosos sobreviven como pueden.
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