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SOCIEDAD | 16-06-2023 07:02

Retropolítica y la idiosincrasia argentina

Las particularidades del ser nacional hacen que las producciones que abordan nuestro pasado encuentren un público más ávido por verla que en otros países del mundo.

Las particularidades de la sociedad argentina hacen que, aunque en otros países se hagan producciones que aborden su pasado político reciente, aquí esta fórmula se vuelva exitosa. “El argentino tiene una pulsión genealógica por la cual necesita historizarse en función de momentos que tengan una épica. Un ejemplo puede ser el Mundial, donde no lo podíamos pensar sin hablar de los otros dos. No fue la Copa del Mundo, fue 'la tercera', algo que no tenía ningún sentido histórico más que para nosotros porque armaba una historia”, explica Lutereau.
Por este motivo, la fórmula de productos culturales retropolíticos encuentra en nuestro país un ecosistema propicio para crecer. “En todos los países puede suceder esto de mirarse en el pasado, pero Argentina tiene, no sólo desde el arte, sino como pueblo, una conciencia de la memoria que es diferente a otros”, agrega Ávila.
Los argentinos estamos constantemente mirando hacia el pasado, un ejercicio que se fortaleció en la década del '80 con el retorno de la democracia y en el que el arte tuvo un rol preponderante. “Es parte de nuestra identidad. En Argentina el cine también tiene el rol de mantener viva la memoria y cumple una función social”, opina Pablo Yotich, director de “Los Bastardos”, un filme retropolítico estrenado en marzo de este año que narra los entretelones y disputas en la localidad de Merlo en el año 2015. “Como director creo que tenemos el compromiso de contar nuestra historia, porque un pueblo sin memoria es un pueblo que no tiene ningún futuro”, reflexiona.
A diferencia de otros países la política no es un tema ajeno para los argentinos.  “Es un país que se politiza fácilmente. La política no nos pasa de costado”, describe Fara. Además la historia nacional es rica en eventos trascendentales y transformaciones sociales que dejaron una huella profunda en la sociedad y que tienen condimentos que los hacen ideales para su recreación ya sea en el cine o en una serie. Desde las dictaduras militares hasta las crisis económicas y políticas, el pueblo argentino ha experimentado momentos de intensa agitación y cambio. Y al contrario de otros países, el ser nacional quiere indagarlos, recordarlos y no dejarlos en el olvido. “Tenemos una enorme revisión histórica de nuestro pasado en todos los sentidos. Creo que se lo debemos a cuestiones de idiosincrasia y también a  la influencia del psicoanálisis. Pasamos en una revisión permanente de lo individual a una revisión de lo social. Los argentinos somos especialmente reflexivos”, dice a NOTICIAS la guionista y actriz Marta Betoldi.
La intérprete integró “Contracciones”, una obra que forma parte del ciclo “Teatro por la identidad”, el movimiento teatral que busca colaborar con las Abuelas de Plaza de Mayo en la búsqueda de los casi 400 nietos que aún hoy desconocen su verdadera identidad. Al presentarse en distintos países, la artista nota las diferencias de cómo se aborda el pasado en cada uno: “Me pasó en España o Chile de hacer funciones donde fue más difícil lograr el punto de reflexión en el público.  No todo el mundo tiene la apertura de decir, por ejemplo, 'acá pasó esto, hubo personas que fueron secuestradas, hubo desaparición de bebés'. Hay temas que no se tocan por idiosincracia. No es ni mejor ni peor, es disinto”, explica. En nuestro país, lejos de querer omitir o evitar hablar de ciertos temas, el público tiene avidez por la vuelta constante a la historia y la búsqueda de respuestas y nuevas perspectivas y así cada vez más producciones vienen a relatar ese pasado.
Interacción. En una sociedad tan politizada y consciente cada nueva producción de este estilo genera debate público y hasta quejas. Con “Argentina 1985”, por caso, se sembraron controversias acerca del recorte que se realizó y qué se incluyó y qué no desde el guión. “Leí todas las reacciones frente a la película. Y hay amor e incomodidad. Hay un poco de amor propio argentino por lo que se logró. Y quienes se enojan porque no se acomoda a su narrativa personal. Pero celebro todo eso porque extiende la vida de la película, se genera un debate intenso. Lo más lindo es esta discusión. En un punto la película ya no nos pertenece más”, expresó Axel Kuschevatzky productor del filme que estuvo nominado a los Premios Oscar. Más allá del tono del debate, que por esa misma idiosincracia argentina puede volverse escandaloso, los productos artísticos cumplen así con un rol social de propiciar que se hable de determinados temas y obliga a repensarlos y a saber más sobre ellos. “No se trata de decir tal cosa pasó, tal cosa no pasó. Son puntos de vista y ahí está lo interesante”, dice Yotich. Así no sólo se propicia la memoria a través de la obra, sino que además se fomenta la discusión sobre otras miradas de lo que se mostró en pantalla o incluso omisiones.
“Uno toma una postura y decide en función de eso, sabiendo que como todo lo que es la escritura de la historia, va a tener matices o posiciones totalmente diferentes sobre el mismo hecho. Eso es inevitable”, cuenta Ávila, quien hace una distinción fundamental: “Cuando uno reconstruye una historia, también se toma licencias, por eso está basado en hechos reales y no es que 'son hechos reales', porque es inevitable la subjetividad cuando uno filma algo”.
Incluso existen licencias como agregar personajes ficticios dentro de ese mundo real recreado en la ficción para poder lograr que el relato audiovisual sea más llevadero y narrar la historia que se pretende. En “Diciembre 2001” existen dos operadores políticos, uno de la Alianza y otro del peronismo, interpretados por Diego Cremonesi y Nicolás Furtado, respectivamente, que no existieron en la vida real, pero que son necesarios para lograr que la historia fluya.
Así, impulsados por la actualidad que los rodea y los obliga a buscar respuestas y modelos y por la propia forma de ser nacional de interrogar al pasado, aceptarlo y debatir sobre él, los argentinos se vuelcan al fenómeno de la retropolítica. Ofertas en pantalla no faltan y las dicusiones que hubo y habrá luego del estreno de cada una de estas piezas audiovisuales tampoco.

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