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MUNDO | 23-02-2021 14:17

Argentina y sus "relaciones carnales"

La posible coherencia entre la dependencia del menemismo con EE.UU., y el abrazo kirchnerista al chavismo.

"Relaciones carnales” fue una metáfora degradante y de mal gusto, lucubrada por un hombre de modales refinados. ¿Cómo un canciller con porte aristocrático pudo recurrir a una imagen tan indecorosa? La definición que hizo Guido Di Tella del vínculo entre el gobierno de Carlos Menem y Estados Unidos, parece revelar una imperiosa necesidad de sobreactuar.

O el gobierno menemista se identificaba visceralmente con las políticas norteamericanas, o estaba obligado a la sobreactuación.

Como en otras áreas opacas de aquella presidencia, se justifican las sospechas. Y en este caso, una posible clave de interpretación del alineamiento desmesurado con Estados Unidos tiene que ver con una sospecha surgida en Washington durante la campaña electoral del exuberante caudillo riojano.

La DEA habría sospechado que todo lo que prometía el candidato peronista y describían “la revolución productiva” y el “salariazo” que proponía el libro escrito por su compañero de fórmula, Eduardo Duhalde, indicaban la existencia de un plan oculto para que Argentina se convierta en una plaza de lavado de dólares del narcotráfico.

Según esta hipótesis, los norteamericanos también sospechaban, leyendo entre líneas discursos de campaña del candidato a presidente, que la idea incluía crear en la isla Martín García, o algún otro punto, un puerto libre o algo que resultase funcional al plan oculto. El hecho es que, por esa sospecha, la Casa Blanca habría advertido a Menem que sabía lo que planeaba y que más le valía desistir.

Estar sospechado por Estados Unidos y bajo la lupa de la CIA y la DEA podría explicar el giro abrupto, desde el discurso de campaña, a la búsqueda de un ministro de Economía designado por la empresa Bunge & Born.

Miguel Roig tenía la misión de implementar el “Plan BB”, que tras su muerte repentina continuó Néstor Rapanelli, otro ejecutivo de esa empresa. La hipótesis de la sospecha norteamericana explicaría la sombra que cayó sobre Duhalde y, sobre todo, el sobreactuado alineamiento de Menem con Washington.

Que la DEA haya tenido esa sospecha no implica que el plan existiera. Es probable que la agencia dedicada a luchar contra el narcotráfico se equivocara. Pero más allá de que la sospecha haya sido acertada o no, es una clave a tener en cuenta para explicar un alineamiento sobreactuado que incluyó involucrar el país en una guerra mediante el envío de dos fragatas para apoyar la operación “Tormenta del Desierto”, encabezada por Estados Unidos para expulsar de Kuwait al ejército iraquí que había invadido el emirato por orden de Saddam Hussein.

El alineamiento con rol indecoroso explicaría también la cancelación abrupta del proyecto Cóndor II y otras medidas de política exterior. Por cierto, la sobreactuación hasta niveles grotescos era un rasgo de la política de Menem, más allá de la presunta sospecha de la DEA. El envío de ositos de peluche a los habitantes de Malvinas sirve como muestra.

Aquel regalo recibido en cada casa de los habitantes de las islas era la consecuencia absurda de un razonamiento lógico: algunos procesos de descolonización muestran que el Reino Unido presta atención a la posición de los habitantes de una colonia. Por lo tanto, la búsqueda de la recuperación de Malvinas no podía dejar de lado a una población con ascendencia británica que había quedado espeluznada con la operación militar ejecutada por la dictadura argentina.

En rigor, presionado o no por estar bajo sospecha, Menem habría tenido una política exterior pro-norteamericana. En todo caso, estar sospechado explicaría la sobreactuación, pero no el alineamiento.

El mundo suele confundirse al mirar a la Argentina. Si en la década siguiente, Néstor Kirchner aplaudió mandar el “ALCA al carajo” y se abrazó al chavismo ¿cuál de los dos fue fiel al peronismo?

¿Tiene razón el kirchnerismo al afirmar que los gobiernos de Menem no fueron peronistas? ¿o tuvo razón el líder riojano cuando dijo que los que no fueron peronistas fueron los gobiernos kirchneristas?

Ninguno de los dos tiene razón, o ambos mienten a sabiendas, porque tanto los gobiernos de Menem como los del kirchnerismo fueron peronistas en un rasgo esencial: entender antes que las otras fuerzas políticas la tendencia internacional dominante en los distintos momentos, y decidir sin titubeos su aplicación en la Argentina.

Ese era el pragmatismo del general Perón. Por eso en el Perón que gobernó a mediados del siglo pasado sobresalían los rasgos del personalismo y el corporativismo mussoliniano, así como la marca keynesiana en la economía, creciente desde el crack de Wall Street; pero el que regresó del exilio en 1972 tenía una visión con notables diferencias.

A esa altura del siglo 20, el corporativismo mussoliniano estaba aniquilado, mientras empezaba a cuestionarse la vigencia del keynesianismo y la necesidad de reformar el welfare state.

En los últimos años de su exilio en España, el Opus Dei empezaba a mostrarle a la dictadura de Franco la necesidad de crear un capitalismo inserto en el mundo y sin ataduras. Poco después irrumpirían Thatcher y Reagan expandiendo la tendencia desde las potencias de Occidente.

El Perón que había partido hacia el exilio era distinto al que regresó, porque las tendencias gravitantes en el mundo eran diferentes.

Con el mismo instinto, Menem reflejó la tendencia dominante en los años noventa, impuesta por el Consenso de Washington, y Kirchner hizo lo mismo cuando, al llegar a la presidencia, la región regresaba del neoliberalismo al estatismo y las regulaciones

El mundo se confunde al ver que un presidente peronista se alineó en una dirección y, con el mismo ímpetu, otro presidente peronista marchó en la dirección opuesta. Sin embargo hay coherencia en ambos.

Si Kirchner hubiera gobernado en los noventa lo habría hecho como Menem y si Menem hubiera llegado a la presidencia en el 2003, hubiera marchado en la dirección que tomó Kirchner.

Aunque lo atribuyan a convicciones propias, al rumbo de los gobiernos peronistas lo impone la tendencia gravitante del momento. Lo que hace cada presidente es condimentarlo exageradamente.

Menem le puso “relaciones carnales” y sobredosis de María Julia Alsogaray, mientras que el kirchnerismo le puso chavismo y la bandera de los montoneros.

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Claudio Fantini

Claudio Fantini

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