Desde que Donald Trump se asentó en la Casa Blanca, el discurso de los medios ultraconservadores se vio no sólo avalado por el gobierno, sino potenciado por este. Este discurso ultranacionalista, xenófobo, racista y contra el estado se encuentra hoy en el centro de la política norteamericana.
En este contexto ultrapolarizado, el flamante gobierno de Joe Biden, que posee como primer desafío resolver la enorme crisis sanitaria y económica del Covid, se enfrenta a una lubricada y eficaz red de medios ultraconservadores, cuyo discurso es seguido por millones de norteamericanos que tildan al actual presidente, no solo de autoritario, sino de ilegítimo.
Sin ataduras
Hubo dos elementos principales que permitieron la radicalización del discurso de los medios en EE.UU: uno fue la derogación de la Fairness Doctrine (Doctrina de Justicia) en 1987. Esta doctrina aplicada por el estado federal, obligaba a que las emisoras de radio y televisión con licencia, presentarán una cobertura justa y equilibrada de temas controvertidos de interés para las comunidades, incluso dedicando el mismo tiempo de transmisión a los puntos de vista opuestos. Al ser derogada, los medios regionales quedaron habilitados a ser parciales en su línea editorial. El otro elemento es el aumento de la oferta informativa de cable, con el nacimiento de CNN en 1980, y MSNBC y Fox News en el año 1996. Así la multiplicación de la oferta informativa que no estaba obligada a un discurso moderado fue aprovechada en especial por los sectores más conservadores.
Canales como Fox News, y presentadores radiales como Rush Limbaugh, allanaron el camino para una radicalización del discurso de derecha en los '90.
Con la expansión de Internet, desde el 2.000 aparecieron todo tipo de plataformas digitales que se complementaron con el crecimiento de las redes sociales. Estos nuevos medios ultraconservadores generaron tanto noticias falsas como operaciones de desinformación que fueron aceptadas por la audiencia como ciertas o probables.
Ese público se compone esencialmente de estadounidenses blancos de origen rural, o de sectores industriales pauperizados, ambos dispuestos a aceptar cualquier información -sea real o no-, que se ajuste a las premisas que ya los rigen.
El discurso de la derecha
Mezcla de ultranacionalismo, xenofobia, racismo y antiintervencionismo estatal, el discurso de esos medios conservadores permite el florecer de todo tipo de teorías conspirativas, como la abrazada por el grupo Qanon (uno de los que propició a principios de enero la toma del Capitolio en Washington).
Dicha teoría conspiracionista insiste en que hay un gobierno en las sombras manejado por una red de pederastas que consumen la sangre de niños, y cuyos miembros ocupan altos cargos en el partido Demócrata. Tanto Hillary Clinton como su jefe de campaña John Podesta fueron acusados de formar parte de ese vampirismo.
Pero fuera de estas teorías más extremas, hay todo un aparato medios que posee un discurso ultraconservador que se replica y replica como un martillo. Y que ataca permanentemente, tanto al ala de izquierda de los Demócratas (representada por Bernie Sanders), como ahora al asumido Joe Biden.
La lista de estos medios que sostienen ese relato es muy variada, y va del ya nombrado Fox News a Breibart News, NewsMax, Real American Voice, One America News Network o Infowars. Breibart News, fundado por el conservador Andrew Breibart, tiene en la presidencia ejecutiva a Steve Bannon, y se alineó con el movimiento Alt-Right (derecha alternativa), transformándose en un poderoso foro virtual para la campaña presidencial de Donald Trump en 2016. Pero su apoyo a una marcha de ultranacionalistas, neonazis, y supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia, le costó el puesto a Bannon, quien se dedicó en los últimos años a asesorar a la derecha europea.
La amenaza
La llegada del Coronavirus y el desastroso manejo de la crisis sanitaria puso en jaque la reelección de Trump, que parecía asegurada a inicios del 2020. Los medios ultraconservadores se manifestaron desde un primer momento en defensa del presidente que se oponía a la cuarentena. Y tildaron los confinamientos dictados por los gobernadores de autoritarios, mientras se promovía salir a las calles.
En oposición, las protestas multitudinarias en junio del año pasado por el asesinato de George Floyd a manos de la policía, fueron calificadas por la comentarista conservadora de Fox News, Laura Ingraham, como “un esfuerzo coordinado para eventualmente derrocar al gobierno de los Estados Unidos”.
Y durante el último tramo de la campaña, cuando la derrota de Trump se rumoreaba, los medios ultraconservadores lograron instalar la idea del fraude electoral: una encuesta realizada por PBS NewsHour, en diciembre del 2020, reveló que solo el 25% de los republicanos confiaban en los resultados de las elecciones.
La toma violenta del Capitolio, el 6 de enero, fue el punto culminante de este discurso. Medios como NewsMax, si bien condenaron el hecho, insistieron en la nula responsabilidad del presidente Trump en ese asalto, y marcaron la inoperancia de Biden. Así, el actual presidente se enfrenta a un aparato temible que cala en los 74 millones votantes de Trump. Lo tilda de ilegítimo y espera agazapado su oportunidad para un nuevo golpe.
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