Tuesday 18 de November, 2025

MUNDO | 02-11-2025 11:01

El éxito de Trump: ganar elecciones en otro país

Marcando otro hito en su particular historia, Donald Trump logró conjurar la victoria conservadora en Argentina. Pero le costó duras críticas internas.

No acabó con las “siete guerras” que él afirma haber hecho terminar. Tampoco está obteniendo los éxitos que dice tener con sus aranceles. Hasta exhibe bajeza moral y anti-institucional al borrar lo acordado con el primer ministro Mark Carney, porque lo indignó el video, difundido en Canadá en el que Ronald Reagan considera un inmenso error imponer aranceles, explicando que esa forma de proteccionismo es beneficiosa en lo inmediato pero negativa en el mediano y largo plazo. Como el niño enfurruñado que se lleva la pelota porque no le dan pases, Trump hizo un bollo y tiró al cesto lo ya acordado con el líder canadiense.

Pero en materia de marcar hitos, Donald Trump lo hizo de nuevo. Esta vez, el hito es haber ganado una elección en otro país. En la victoria del oficialismo ultraconservador que gobierna la Argentina, no fue determinante ninguno de los protagonistas del gobierno.

En todo caso, influyeron más las mediocridades y negligencias de la oposición. Kicillof desdoblando la elección y gastando todo el dinero y el aparato de los intendentes en la votación local de setiembre, Cristina demostrando una vez más no ser la “genial estratega” que describen sus propagandistas, al poner como cabeza de lista a Jorge Taiana, el autor de la célebre gansada “en Venezuela no hay una dictadura sino una democracia con fallas”. Y los gobernadores, como han hecho siempre, mezquinando escenario a las figuras nuevas que muestran inteligencia, conocimiento y decencia.

Pero el factor más determinante del resultado fue Trump. El acierto del gobierno argentino fue correr a pedirle salvavidas en sus últimos naufragios. Gritar “socorro” lo suficientemente fuerte para que se escuche desde Washington, donde el magnate neoyorquino, con los ojos puestos en el tablero sudamericano en el que disputa casillero por casillero la influencia con China, entendió la oportunidad que le daba esa sucesión de naufragios. Entonces se involucró de lleno en el proceso electoral argentino, porque si bien Milei y su equipo le dirán que sí a todo lo que él les pida, si en el Congreso crecía la bancada opositora, le resultaría más difícil sacar de ese casillero sudamericano la ficha china para poner la propia.

FOTOGALERIA Trump y Xi Jinping

Su primer jugada ganadora fue apagar el incendio financiero que crecía, con una torrencial lluvia de dólares. Con sólo mostrar que tenía en su mano en el grifo del Tesoro norteamericano, el fuego en el que ardían las reservas argentinas comenzó a ceder.

¿Alguien cree que, de haberse producido el colapso financiero que estaba a punto de ocurrir, el oficialismo hubiera ganado la elección legislativa? Seguramente, muchos dicen creerlo, o quieren creerlo, pero difícilmente lo crean de verdad.

Los goles que sobre la hora le dieron la victoria a Javier Milei, fueron convertidos por Trump. El mundo entero lo vio. También escuchó al jefe de la Casa Blanca decir dos frases de precisión quirúrgica para conjurar una derrota del gobierno ultraconservador local: “Argentina se está muriendo” y “si pierde Milei nosotros nos retiramos”. O sea, argentinos olvídense de nuestros dólares.

Empresario al fin, el presidente norteamericano entiende la angustia de ese océano de gente que avanzaba hacia un “lunes negro”. El 26 de octubre sería un abismo para miles y miles de negocios chicos, medianos y grandes si a Milei los votos lo dejaban grogui a mitad de mandato. Aunque nunca la vivió, Trump sabe el vértigo y la angustia que provocan en los comerciantes pequeños, medianos y grandes, así como en los dueños de empresas pequeñas, medianas y grandes, que los precios desaparezcan en un tembladeral financiero.

Scott Bessent

En ese océano de argentinos que viven del comercio y de actividades empresariales de distinto tipo, no importa quien conduce la lancha rescatista, sino ser rescatados. Las consignas sesentistas y setentistas suenan absurdas a estas alturas de la incertidumbre económica. Para evitar otro colapso financiero, la mayoría acepta incluso pasar del “yanquis go home” al “yanquis come here”. Y resulta lógico que así sea.

Ante la inminencia de un “lunes negro”, con la inmensa carga de incertidumbre, incluso angustia, que eso implica, Trump fue quien conjuró la derrota cuando, después del salvataje económico masivo que había anunciado dos semanas antes, dijo que “Argentina estaba muriendo” y que “si Milei pierde, nos vamos”, o sea “argentinos, there will be no money”. 

Haber revertido un resultado que pintaba para derrota derechista, posicionándose en el tablero geopolítico sudamericano para comerle a China la ficha que tiene en el casillero argentino, es un trofeo más en la repisa de Trump. Pero no le sirve de mucho frente a la crítica interna.

Trump y Milei

El dineral sacado de los impuestos pagados por los norteamericanos para salvar a Milei de una derrota, fue uno de las decisiones de Trumps más cuestionados en Estados Unidos. Circularon videos con Milei bailoteando, o saltando eufórico en un escenario, o balbuceando cosas inconexas, con epígrafes que señalaban que a ese personaje grotesco el jefe de la Casa Blanca le da el dinero que no usó para evitar el shutdown (cierre del gobierno) para mejorar el sistema de salud y para evitar las cientos de miles de muertes que provocó su recorte a los programas de ayuda alimentaria internacional.

El salvataje masivo a Milei llegó a ser tan cuestionado por demócratas, republicanos centristas y ciudadanos sin filiación política como la topadora que destruyó la histórica Ala Este de la Casa Blanca.

Resulta una herejía alterar la fisonomía del histórico edificio de la Avenida Pensilvania al 1600, cuya elegancia de estilo neoclásico encantó a George Washington al elegir entre las maquetas presentadas por arquitectos de la época.

Theodore Roosevelt hizo construir el Ala Este al comenzar el siglo 20. Cada retoque implicó largos debates y consultas. Sin haberlo consultado más que con Melania (en el mejor de los casos) Trump lo demolió a topadorazos para construir un gigantesco salón de baile.

Eso y las crueles cacerías de inmigrantes eran lo más cuestionado por los norteamericanos, hasta que se enteraron el costo que tendría para sus bolsillos quitarle a China el casillero argentino en el tablero geopolítico sudamericano.

También te puede interesar

Galería de imágenes

En esta Nota

Claudio Fantini

Claudio Fantini

Comentarios