La guerra de informes estalló en la antesala de la elección del próximo secretario general de la OEA y de la repetición de los comicios en Bolivia. El informe de dos investigadores del MIT impactó contra la postulación de Luis Almagro para ser reelegido, porque afirma que el análisis de los escrutinios les demostró que los expertos de la OEA habían mentido sobre las irregularidades que denunciaron y que, de haber proseguido el conteo, Evo Morales ganaba en la primera vuelta.
El sismo causado por ese informe pronto perdió intensidad porque el MIT aclaró que los investigadores que lo realizaron, John Curiel y Jack Williams, si bien son miembros de su laboratorio de estadísticas electorales, en este caso habían trabajado por su propia cuenta: fue el Center for Economic and Policy Research (CEPR) quien encargó y financió la investigación, think tank que trabaja para el régimen venezolano.
Lo seguro es que si el informe de Curiel y Williams hubiera tenido una conclusión opuesta, el CEPR no lo hubiera repartido por medios norteamericanos para que lo publicaran.
Relato y contra. Antes de que llegara la aclaración del MIT, agrupaciones que apoyan la reelección de Almagro habían defenestrado el trabajo. Del otro lado, el gobierno de México recordaba que hubo otros estudios que afirmaron que no había señales de fraude. Por lo menos uno realizado en Europa y otro elaborado por Walter Mebane, investigador de la Universidad de Michigan.
Es posible que, aunque financiados por entidades interesadas en favorecer a Evo Morales, los resultados sean acertados. Al fin de cuentas, el propio titular de la OEA fomentó las dudas al transgredir límites de la diplomacia en sus expresiones sobre los sucesos de Bolivia.
El problema del ex canciller uruguayo es que lleva tiempo planteando sus posiciones como si la OEA integrase el Grupo de Lima.
A la vez, el problema de los think tanks que financian lecturas funcionales a Evo es que la elección se arruinó al interrumpirse el conteo rápido. Pero la suspensión en sí misma fue una maniobra fraudulenta ordenada por el presidente. Y es razonable sospechar que cortaron el conteo para ver si los números se proyectaban hacia un ballotage que lo complicaba.
Comentarios