Frente al goteo permanente de reservas, que están en niveles preocupantes, el BCRA endureció el cepo cambiario. Si antes lo llamábamos cepo “hard”, queda en los creativos ponerle un nombre que implique más dureza al cepo.
Argentina comúnmente enfrenta un problema atacando las consecuencias de este. Si el problema es que los argentinos no confiamos en el peso y demandamos dólares para proteger nuestros ahorros, la reacción del BCRA es entorpecer la demanda de dólares en vez de generar confianza en el peso.
A partir de ahora la compra del dólar “ahorro” va a tener una recarga del 35% de percepción a cuenta de ganancias sumado al impuesto PAIS. Esto lleva al dólar solidario a cotizar por encima de $130. De esto se desprende que las compras con tarjeta de crédito o débito en dólares se descuentan del cupo de US$200 y si sobrepasa ese monto se descuentan los cupos en meses siguientes. Además, obliga a las empresas argentinas a refinanciar el 60% de las deudas con el exterior para pagos mayores de US$ 1 millón por mes.
Todas estas regulaciones complican la vida de los argentinos y no soluciona el problema de la desconfianza en nuestro país. Este camino podrá retrasar el momento en el que las reservas lleguen a cero y se produzca la devaluación, pero no evitan que eso suceda. Hace falta cambiar la forma de gestionar y ponerse a hacer las reformas estructurales que hagan que Argentina sea un lugar rentable para producir, generar riqueza y trabajo para sus habitantes.
*Economista de la Fundación Libertad y Progreso.
por Diego Piccardo*
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