El argentino sufre constantemente un desgaste de su poder adquisitivo a partir de ser la economía más inflacionaria del mundo de los últimos 40 años. Mientras esta dinámica se mantenga, la dolarización creo que va a seguir calando en muchos compatriotas. Por otro lado, es llamativo como en nuestra generación sub-40 ha florecido la convicción de perder nuestra moneda en pos de limitar el accionar económico de los gobiernos de turno.
Los críticos a la dolarización dicen que para que sea efectiva, el tipo de cambio debería estabilizarse a un nivel demasiado alto. Pero no es así. Argentina es una máquina de producir dólares. Lo hemos visto en estos últimos tres meses donde una compensación en el precio de liquidación ha logrado que se liquiden divisas por más de U$S 9 mil millones. Frente a un cambio de gobierno, con una propuesta económica robusta, se va a poder dolarizar tomando como referencia al tipo de cambio de equilibrio de nuestra economía, que resultan ser los dólares financieros. Pensar que el tipo de cambio de equilibrio de $170 es un delirio que quedara para algunos pocos que pueden acceder a un dólar financiado por el estado nacional.
El déficit fiscal permanente genera expansión monetaria. Entonces, la duda apunta a que, sin sanear las cuentas fiscales, ¿cómo podría implementar una dolarización? Eso es así y, además, otros desequilibrios más se generan en la macroeconomía. La invención de los pasivos remunerados, hoy llamado Leliqs y anteriormente Lebacs, han sido la peor creación de política monetaria de los últimos 50 años. Frente a gobiernos absolutamente indisciplinados en materia fiscal y monetaria, utilizar el mecanismo del BCRA para financiar déficits "cuasifiscales", solo han deteriorado el sistema financiero de crédito en nuestro país, además de destruir nuestra moneda. No se puede implementar ningún programa económico serio y consistente con déficit fiscal primario.
Finalmente, existen distintos caminos para lograr la bendita estabilidad macro que necesitamos para crecer de manera continuada. Respeto la opinión de distintos economistas que confían que estos mecanismos de cajas de conversión pueden erradicar la inflación y generar estabilidad. Sin embargo, considero que, frente a nuestra anomia institucional, la única manera de generar una política de estado en materia económica es ir hacia a un proceso de dolarización. Hemos visto como gobiernos populistas como el de Correa en Ecuador no han podido voltear la dolarización, porque ha resultado ser más "popular" que cualquier gobierno de turno. Por otro lado, el recuerdo de la caja de conversión de los 90', mal llamada convertibilidad, puede ser un mal augurio para muchos argentinos que sufrieron una devaluación destructiva de sus patrimonios en pos de transferir riqueza a algunos sectores específicos de la economía. Esta decisión absolutamente irresponsable de devaluar 4 a 1 en el 2001/2 es un claro ejemplo de cómo la política toma decisiones en beneficio propio en vez de pensar en los intereses de la sociedad argentina en su conjunto. La dolarización será definitivamente ese freno de mano y podremos encorsetar y limitar fuertemente sus indisciplinadas e irresponsables decisiones que se han reiterado desde el 2003 en adelante.
Alfredo Romano es director de la carrera de economía empresarial de la Universidad Austral y autor del libro Dolarizar, un camino hacia la estabilidad económica.
por Alfredo Romano
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